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A propósito de un artículo de ‘Vanitatis’ sobre David Bisbal y Eugenia Suárez

Emilio Ruiz

David Bisbal es hoy uno de los españoles relacionados con el mundo del espectáculo que más interés despierta en los medios de comunicación no solos nacionales, sino también en todos los países de habla hispana. Lo que mucha gente pensaba que iba a ser “flor de un día”, un producto efímero de un exitoso programa televisivo, no es sino uno de los intérpretes más cotizados en España e Hispanoamérica. A su reconocida calidad artística, David une un saber estar muy cercano, espontáneo y sincero, que le hacen ganarse pronto la simpatía y complicidad de la gente. Programa de televisión al que acude, programa de televisión que rompe barreras de “share”, como muy bien saben Pablo Motos, de Antena-3, o María Teresa Campos, de Telecinco, por ejemplo.


La situación de crisis económica que vive nuestro país afecta a todos los sectores por igual. En el mundo del espectáculo, los cachés se han reducido considerablemente y el número de galas aún más. Es frecuente ver cómo cantantes profesionales tienen que adoptar alternativas laborales como presentadores de programas de televisión o animadores de los más variados actos sociales. Es cuestión de ganarse la vida. No es el caso de David. Allí donde va el almeriense, el éxito le acompaña. Y el cartel de “No hay entradas”, a él le sigue permanentemente.

David cuida de forma muy especial las relaciones con los medios de comunicación. La sencillez con la que ha enraizado su vida la ha querido trasladar a las relaciones con los profesionales de la información. En general, esta actitud es valorada positivamente y reconocida por casi todos. Pero también existen quienes le hacen una persecución cruel. Como ya no pueden cuestionar sus cualidades artísticas, reconocidas mundialmente, buscan qué otras debilidades personales –reales o inventadas- pueden denunciar.

Pareja de jóvenes con el traje típico
de Almería. La Familia Bisbal no
hubiera puesto objeción alguna si
Eugenia hubiera vestido así, según
Vanitatis
A mediados de agosto David dio dos conciertos, uno en Vera, en su provincia natal, y otro en Gandía (Valencia). En el primero, un pueblo de apenas 15.000 habitantes, congregó a más de 5.000 espectadores. En el segundo agotó las entradas un par de días antes para reunir a 10.000 personas. En Vera se vio arropado por su familia, incluida su hija Ella, y su novia, Eugenia Suárez. Ésta, en una fugaz y discreta visita a nuestro país, también le acompañó en Gandía.

Algunos medios de comunicación amarillistas no han dedicado ni una sola línea a destacar el éxito artístico del cantante en ambos conciertos. Entusiasmó a todo el mundo. Pero eso no les importa, y, es más, da la impresión de que hasta les molesta. Han dedicado, en cambio, todo su tiempo y todo su espacio a inventarse historias absurdas relacionadas con la visita de Eugenia, y, de paso, denigrar a la propia familia del cantante y a los almerienses, nosotros, sus paisanos.

La palma de la mano del despropósito se la ha llevado un tal P. Eboli –que, como suele ser habitual en estos casos de podredumbre periodística, es un seudónimo-, que en ‘Vanitatis’, el suplemento rosa del portal digital ‘El Confidencial’, se ha ensañado no solo con el entorno del cantante, sino, por extensión, con el entorno más amplio que le rodea.

“Los Bisbal Ferre son gente de provincias”, empieza diciendo el tal Eboli, recuperando en plena era de la globalidad un término decimonónico que se asociaba con provinciano, o sea, con lo que se define como “poco elegante y refinado”. “¡Pero hombre, Eboli, si en Almería ya tenemos también tele, y hasta en color!”, le ha reprochado sarcásticamente una paisana del cantante desde Twitter.

“Desde que se hizo popular, la familia ha mirado con cierto recelo a todas y cada una de las parejas de la gallina de los huevos de oro de su familia”. O sea, que para este Eboli, David ni siquiera es un ser humano, ¡es una gallina ponedora! “Su nueva conquista, la actriz y cantante Eugenia Suarez, no es una excepción, y de momento “no ha salido muy bien parada”, declaran a Vanitatis fuentes de toda solvencia cercanas al entorno del artista”. ¿Cercanas al entorno del artista, dices, Eboli? ¿Acaso os habéis desplazado “a provincias”, a Almería, para hablar con ellos? ¡Qué humildad! ¡Habernos avisado que venías, hombre!

La China y la familia de su chico no han congeniado demasiado”. ¡Lo sabrá Eboli, que ha compartido mesa y mantel con toda la familia! “Lo que más ha chocado al clan -¡toma leña, Bisbal, una gallina ponedora, y su familia, un clan!- es “lo intensa que es demostrando sus sentimientos”. Hombre, claro, Eboli, es que eso molesta a cualquiera. Los sentimientos hay que mostrarlos, pero sin intensidad, pausadamente, como a hurtadilllas… Qué fantoche.

David y Eugenia, en Vera
(Foto: Hola.com)
“Tampoco les ha entusiasmado… su estilo a la hora de vestir”. Lógico, Eboli, lógico. Si era un escándalo. Aquí, no es que a nuestras mozas les pidamos que lleven el burka, pero el traje de refajones, que no se lo quiten ni para dormir. Además, por si no te diste cuenta, Eboli, te voy a decir un secreto: ¡llevaba la joía el pantalón roto por la rodilla! Que te lo digo yo, tío, que la vi con mis propios ojos. Además, mira del foto del "Hola". Mira debajo del bolso. ¿Qué crees que es eso? ¡Pues un roto, Eboli! Lo que nos faltaba por ver: La China, hasta con pantalones rotos.

En fin, un artículo vergonzoso, indignante, casi repugnante. Impropio de un medio medianamente serio. Un artículo de pura invención con ánimo de crear polémica aún a costa de hacer daño incluso a personas ajenas.

Yo sé que resultaría infructuosa cualquier petición que haga para que el incalificable artículo sea retirado de la publicación. Estos pijos o pijas nunca reconocen un error. No conocen la humildad. Tienen, eso sí, mucha maldad y mucha soberbia. Pero también, en el fondo, mucha frustración, muchos complejos. No dejan de ser pobre gente que cree que el mundo empieza en su ombligo y termina en su espalda. No les pidamos más allá de donde alcanza su nariz porque es perder el tiempo.

No recuerdo si he dicho antes que ante gente como ésta siento rabia e indignación. Si lo he dicho, rectifico. Es pena lo que siento. Pena provinciana, ruda, de provincias, pero auténtica pena. Y, por cierto, del autor o autora del artículo de “La Voz Libre” que ha hecho del artículo de Eboli un “corta y pega”, no siento pena. Es asombro. El pijo o pija Eboli por lo menos ha empleado la imaginación. Éstos, el descaro. Han cogido el artículo de 'Vanitatis', la fábula la han hecho realidad y han procedido a un "corta y pega" cambiando tres palabritas mal contadas. O sea, la bajeza del periodismo basura en estado puro.

2 comentarios:

  1. Es casi imposible que personajes famosos escapen a los comentarios de la prensa amarilla y a los programas del corazón. Dalí decía: "que hablen de mí, aunque sea para mal". Julio Iglesias, Frank Sinatra, Pavarotti, Cher, son consustanciales al periodismo amarillo. Revistas como "Semana, "Lecturas", "Diez Minutos", Qué me dices", tienen un público al que las Agencias de Publicidad tienen muy en cuenta. Sus tiradas son la envidia de la prensa seria. Y no es un problema exclusivo de la cultureta española. Es, como el futbol, un hecho internacional, que mueve millones. Lo verdaderamente preocupante para nuestro paisano David Bisbal, es que nadie se acodara de él.

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  2. Lo peor es que todos los medios lo levantan como cierto sin chequear,injurian y calumnian a mas no poder y si le hacen una querella se quejan y salen con lo de la libertad de expresion.Pero ellos pueden difamar y ofender como se les da la gana...

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