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25 complicados años de Cabo de Gata


Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

Hay un Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, público, con el movimiento ecologista. Y este espíritu de resistencia permanece. Hay un horizonte milenario que la acción humana y el paso del tiempo han dado forma. Y este paisaje rural sobrevive. Hay un territorio acosado por especuladores, en una naturaleza violada por un falso progreso. Y este paisaje herido resiste. Hay un mundo íntimo, interior, personal, de los sentidos. Y este paisaje del silencio vive.

Cabo de Gata
El Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar nace el 23 de diciembre de 1987 con un decreto de protección de la formación volcánica de mayor interés de la península. Otro gran momento es la declaración de Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1997. Según el profesor Javier Castroviejo: “Cabo de Gata es una joya y un ecosistema muy frágil”.

Hasta ese momento, numerosas amenazas: Proyecto de carretera por la costa, ante el Plan de Ordenación de la Oferta Turística (1979) que programa el asentamiento de 400.000 personas en el litoral; anuncio de prospecciones petrolíferas y la política urbanizadora del Ayuntamiento de Níjar. En 1981, el Grupo Ecologista Mediterráneo promovió marchas para reivindicar la protección. En 1982 se publica un estudio de las Salinas y la Serrata (de Lorenzo García Rodríguez, Laureano y Hermelindo Castro Nogueira y José Manuel Miralles), que advierte del caos urbanístico de San José y de un futuro turístico no deseable. El I Encuentro Ecologista de la provincia (1985) planteó en sus conclusiones la defensa del entorno de Cabo de Gata, oposición a la carretera del litoral y un requerimiento al Ayuntamiento de Níjar para que suspenda las numerosas actividades urbanísticas ilegales en la costa.

La singularidad de Cabo de Gata explica que en 1988 la Comisión Europea de Medio Ambiente elija Almería para su primera reunión fuera de Estrasburgo. El poeta José Ángel Valente promueve el “Manifiesto de la Isleta del Moro” en defensa del Parque Natural (24 de septiembre, 1988) que fue presentado a la Comisión europea. El Manifiesto advierte de las amenazas: destrucción de dunas, caos urbanístico en San José, proyecto de carretera de la costa, Plan Bahía. En 1990, se promueve el proyecto de urbanización Cala Bernardino, en el entorno del Cortijo del Fraile, surge un manifiesto de rechazo y el proyecto es retirado. El Grupo Ecologista Mediterráneo denuncia en 1992: “Hay un expolio continuo del patrimonio histórico, arqueológico y cultural del Parque”. En 1994, Hermelindo Castro Nogueira deja la dirección de la Agencia de Medio Ambiente (AMA): “Me he pasado los años en la AMA parando a cientos de especuladores en el Parque Natural”. En 1995, Josefina Huertas lidera en San José una corriente ecologista contra las pretensiones de las Normas Subsidiarias de Níjar: “El dinero negro está detrás de muchos intereses por urbanizar el Parque Natural”. En 1996, la Coordinadora Ecologista de Andalucía denuncia: “La política urbanística en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar ha sido totalmente destructiva”. 

José Guirado Romero, director del Parque (1999): “Cabo de Gata es único”. Estudioso del litoral, el geógrafo Alfonso Viciana  resalta, en 1999, valores del Cabo, no negociables: “Hay varias calas y playas, por ejemplo, Cala de los Muertos, Genoveses, El Mónsul y, sobre todo para mí personalmente, la Cala de la Media Luna. Son santuarios que no se deben tocar y exigen la máxima protección”. 

En 2005, el movimiento ecologista lanza “¡SOS Cabo de Gata!”: “Urbanizar el Algarrobico es la puerta de entrada para continuar el desmantelamiento de lo que queda del paisaje litoral mediterráneo”. Andrés Sánchez Picón (preside la Junta rectora en 2005): “Cabo de Gata a nivel global es uno de los recursos más importantes que tiene el modelo de desarrollo almeriense”. El profesor Andrés García Lorca reitera la situación (2006): “Hay un tratamiento aberrante de las obras litorales de Almería”. Los Verdes (2006): “En Cabo de Gata se juega el honor de las políticas ambientales”. 

También hay otras visiones. Mundos muy personales del periodista, en este paisaje de los sentidos (‘El espíritu del Cabo’, 1997), con las sensaciones que despertaron el tiempo, el agua, la huida, la búsqueda de la ciudad abandonada, los días, la siesta, la fiesta popular, el eclipse, el desaliento, el amor, el resplandor, el éxtasis, el regreso y la eternidad. Por eso escribí: “La agonía del paisaje en Cabo de Gata es inmortal”.

En el interior del Cabo nace ‘La memoria y la luz’ (1992), un viaje de José Ángel Valente y el fotógrafo Manuel Falces a la búsqueda de la mística del paisaje: “Este es el misterioso reino de las formas que se hacen y se deshacen en el viento”. Y está la mirada fotográfica de Carlos Pérez-Siquier. 

El arte ha hecho que transite la obra de pintores, como José María Sicilia (“me interesa el debate de la vida”), José Manuel Broto (“Rodalquilar es un paisaje sobrecogedor”). Comparece la narrativa de Mercedes Soriano, en ‘Una prudente distancia’ (1994): “Las ruinas cobijan jardines inesperados”. Y está la mirada cinematográfica de David Lean, Alain Tanner, Steven Spielberg, Pilar Miró, Sergio Leone, una línea de visiones que se pierde en el horizonte.

Veinticinco años después, todavía permanece el enigma de la compra de Cala San Pedro, el proyecto urbanístico de La Fabriquilla, la larga espera para la demolición del Hotel del Algarrobito y la conspiración de los especuladores.

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