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Ante un mar lleno de lo mismo, existe una alternativa navegando a vela

Antonio Guerrero
Escritor

Cuando veo las reacciones y comentarios de los demás me quedo bastante sorprendido. A pesar de ser testigos de una crisis global algunos españoles miran  el 20N como un mero trámite para seguir manteniendo sus credos políticos. Parece que tener una tasa de paro excesivamente elevada, y soportar las cada vez mayores diferencias entre ricos y pobres, no es suficiente.  Hay españoles para todos los gustos: para ser sufridores y reverenciadores, sobre todo para vivir la política como si de una orden religiosa se tratara.

Sin embargo han ocurrido muchos cambios macroeconómicos que nos han afectado a todos en mayor o menor medida, y lo han hecho reduciendo nuestra parcela de libertad individual, nuestro espacio para el desarrollo de nuestros derechos civiles. Han pasado muchas cosas que no se pueden ni deben pasar por alto. La más importante es que la clase media toca a su fin y con ella el curso progresivo de la historia. A partir de ahora volveremos a vivir la vida que tuvimos hace décadas cuando aún teníamos esperanza en un futuro.

Por eso este es el momento de hacer algo, de no caer en el conformismo ni la ciudadanía pasiva. Permanecer al margen de los acontecimientos no va a depararnos ningún horizonte esperanzador. Al contrario nos van a convertir en victimas, aún más,  de este fracasado sistema neoliberal.  Estos son tiempos que requieren un pulso de la ciudadanía, eso es, de la exigencia de la soberanía que el pueblo tiene reconocida en la constitución. Tal vez, estos, sean los momentos adecuados para hacer el mejor uso de esa  herramienta que se nos reconoce como propia en un sistema democrático: el derecho al voto.

¿Pero cuáles son las opciones para el 20N? La primera de ellas es el bipartidismo: ese sistema en el que no está muy clara la diferencia entre renovación y alternancia del poder.  La segunda de ellas es el voto en blanco: una valiente reacción que nos define como individuos pero que no genera cambios inmediatos. Otra es dar una oportunidad a nuevos grupos políticos que quieren hacerlo mejor que los de siempre. Y esta parece al menos una alternativa.

Hay una coalición, en estos momentos,  que representa el romanticismo de la renovación política. En Almería destacan Mar Verdejo (candidata al congreso), Juanse Fernández (candidato al senado) y Manuel Pérez (candidato al senado). Digo que representan el romanticismo porque  están  poco contaminados de la experiencia política, sobre todo nada convencidos de que realmente sean políticos si no más bien ciudadanos entusiasmados con cambios. No obstante eso es precisamente lo que les convierten en la auténtica renovación: su sencillez.

En su programa ofrecen muchos argumentos. Según dicen, es posible hacer un nuevo sistema financiero, sin cajas nacionalizadas, con una banca ética y cooperativa; también es posible diseñar una salud pública donde existan escuelas del bienestar; de la misma manera es factible una educación  pública y gratuita, de calidad; al mismo tiempo es realizable  una sociedad cargada de políticas culturales con una nueva ley del patrimonio cultural y una reforma de los derechos de autor; y finalmente también es ejecutable una reforma de las pensiones que garantice una vida digna a nuestros mayores. 

Este grupo cree en una triple vertiente para mejorar la sociedad. Por un lado desea reformar la economía, haciéndola más igualitaria y anteponiendo el bienestar humano sobre el mercado; por otro pretende equilibrar la sociedad reiterando la necesidad de participación ciudadana como paso previo para la recuperación de los derechos civiles perdidos; y por otro quiere apostar por la ecología como valor inaplazable para la calidad de vida del ser humano en el planeta.

Yo estoy convencido, por todo esto,  que EQUO   no es eso a lo que nos tienen acostumbrados cada cuatro años.  No se parece a los grupos de siempre,  no tiene el mismo juego porque su objetivo es otro: quiere hacer cosas en lugar de esperar que ocurran. Tiene claro que la política sirve para mejorar la sociedad y no al revés.

Tal vez por eso sea una opción, más que distinta de lo común, prometedora. O dicho de otra forma EQUO tiene algo muy destacable que le distingue: no es más de lo mismo.

1 comentario:

  1. My de acuerdo....aire fresco y gente muy preparada y comprometida

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