Para ampararnos del sol de Almería no hacen más toldos, sino más árboles

Jesús Muñoz Fernández

Articulista

Estamos en pleno mes de agosto y como casi todos los años para la Feria el centro de Almería se llena de inmensos toldos para protegernos del sol que pega con tanta fuerza. Incluso los comerciantes del centro pedían que se colocasen no sólo en Feria para facilitar que a la gente no le diera tanta pereza moverse por nuestras calles. En estos meses al comerciante le cuesta competir contra las grandes máquinas de aire acondicionado de los centros comerciales.

Poda de árboles en Almería

Pongo en conocimiento del Ayuntamiento una alternativa muy novedosa para solucionar el tema de la sombra de una vez por todas. Es un moderno equipo de mobiliario urbano que está triunfando por toda Europa y hasta en Estados Unidos desde hace décadas. Tiene gran cantidad de ventajas y pocos inconvenientes. La instalación se realiza una única vez y permanece con un mantenimiento mínimo todo el año, con una duración que puede variar desde las décadas hasta incluso siglos en los modelos más avanzados. Da sombra y también emite frescor pero sin los pegajosos efectos negativos de los nebulizadores. Purifica el aire y está construido con un 100 % de materiales reciclables.  Existen en diferentes formatos y diseños para adaptarlos a casi todas las calles y plazas de la ciudad. Permiten embellecer la ciudad puesto que si se usan inteligentemente pueden tapar los desbarajustes arquitectónicos que estamos sufriendo desde los años 60 hasta el día de hoy. Existen modelos con infinidad de colores e incluso algunos cuentan con un mecanismo automático que permite el cambio de color para ajustarse a las modas de cada estación. Y con un precio inigualable. Este artefacto que tanto está dando que hablar es conocido entre los círculos más entendidos como árbol.

Almería, la que probablemente sea la ciudad más soleada de Europa, debería contar con calles y plazas frondosas y parques donde la vegetación fuera la reina y sus ciudadanos disfrutaran de la brisa que habitualmente corre. No deberíamos sufrir podas criminales, no deberían talar o trasladar los árboles cuando tienen un porte grande y las pocas pérgolas que tenemos deberían estar cubiertas de vegetación en lugar usar cañizos. La vegetación debería ser más variada y no basarse únicamente en palmeras, ficus, jacarandas y naranjos. ¿Dónde están las frescas alamedas o los señoriales cipreses que engalanan casi todo el Mediterráneo? ¿Dónde están los árboles de hoja caduca que dan sombra en verano y luz en inverno? ¿Dónde podemos disfrutar de los cambios de estación en los ocres, amarillos y naranjas que nos deleita la naturaleza?

Es una mostruosidad el diseño de la rambla Obispo Orberá, cuyo responsable debería sentarse en ella a disfrutar de soleado día de verano para darse cuenta de tamaño despropósito. La plaza de San Pedro era un vergel en el centro de la ciudad antes de que se realizara el parking subterráneo que la destruyó para siempre. Esto se ha repetido en Gloria Fuertes o en las Almadrabillas. La plaza de la Catedral que antaño era frondosa y llena de vida es hoy por hoy una mediocre perspectiva arquitectónica cuyo mayor mérito es que las palmeras están alineados con los contrafuertes de nuestro templo fortaleza. Las avenidas Pablo Iglesias, Vílches, Joaquín Peralta, Azorín han visto sustituidos sus árboles con décadas de antigüedad por esqueléticos naranjos que se ven ridículos en comparación con sus antecesores (por cierto, ¿es que hay alguna absurda recomendación urbanística nueva que obliga a poner naranjos por todos lados? ¿Será alguna de esas medidas para “andalucizar” Almería como la de hace unos años que recomendaba el uso del albero en los parques? Hasta el malogrado parque del Andarax se presenta como un secarral marchito cuando lo anunciaron como el parque del Retiro almeriense.

La plaza Bendicho, la plaza Oliveros, el Paseo de Almería, el parque Nicolás Salmerón o el Boticario son especímenes en peligro de extinción. Hasta la tradicional plaza Virgen del Mar estuvo en peligro durante varios años ante la obsesión de convertirla en un parking.

Almería sigue sin rumbo urbanístico. No hay nadie que sepa que Almería quiere para dentro de 100 años y el cortoplacismo sigue priorizando frente al bien común. Pasan las décadas y la ciudad sigue adoleciendo de los mismos problemas sin que ningún PGOU consiga absolutamente nada. Estoy convencido que muchos almerienses querrían una Almería más verde, más frondosa y más fresca. Una Almería por la que fuese un placer pasear. En la que los parques fueran refugios para las familias y los amigos y no lugares siniestros usados como urinarios públicos. Una ciudad mediterránea que se quisiera así misma y de la que todos los almerienses nos sintamos orgullosos de vivir.