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David Bisbal, Hijo Predilecto de Almería

Evaristo Martínez
Periodista

En los ojos del Bisbal que este lunes se dirigió a la ciudad que le acababa de nombrar Hijo Predilecto (representada en un palpitante Maestro Padilla, tan lleno de público como de cariño) brillaban todos los David que en él han sido —y son—, y que no siempre se dejan asomar a causa de las agendas frenéticas, los compromisos inapelables, los tiempos medidos, la corrección política adscrita a las entrevistas promocionales. Por eso, como si nadie estuviera pendiente del acto —más cercano a un homenaje a toda una vida que a un compromiso institucional—, como si aún fuera aquel chaval inquieto que comenzaba una carrera que ya suma dos décadas, el cantante soltó: “Yo seguiré siendo David Bisbal fuera. Pero aquí, en Almería, ya sabéis, seguiré siendo David”. 

David Bisbal, entre su esposa, Rosanna Zanetti, y la alcaldesa de Almería, María del Mar Vázquez / La Voz

Y así fue. Porque detrás del atril del que habló, con su flamante medalla de Hijo Predilecto al cuello y sin llegar a mirar unos folios en los que solo llevaba esbozadas un par de ideas, Bisbal fue más David que nunca: mucho más David, por ejemplo, que cuando sale en ‘El hormiguero’. 

En Almería, cerca de los suyos, tranquilo en apariencia (“no estoy nada nervioso, pero sí muy emocionado”, confesó), frente al equipo de Movistar+ que le sigue para el documental que dirige Alexis Morante, ante Narcís Rebollo, presidente de Universal Music para España y Portugal presente en las butacas del Maestro Padilla, aparecieron los David que habitan en un artista que, más allá de filias y fobias, puede presumir de algo que pocos pueden en este negocio de la música: una nobleza forjada en salitre. Quizás este sea el truco para que no se haya derretido cual Ícaro tras tantos años bajo el calor de los focos. 

Y esos David que conviven con el Bisbal de los Grammy Latinos y el del millar de conciertos, son el hijo agradecido, el marido feliz, el padre orgulloso, el artista agradecido. Y el de las ocurrencias simpáticas, el que se revela como un gran imitador, el gamberro que desempolva anécdotas, el enamorado de su tierra, el que tiene un espontáneo gesto de cariño con una pequeña violinista de la Orquesta Joven.  

También el David al que se le hace un nudo en la garganta al hablar de su padre, el campeón de boxeo José Bisbal Carrillo, y de las secuelas de su carrera deportiva que le han impedido acompañarle en este día. “El primer agradecimiento es para mi padre. Él, aunque sigue estando presente, ya no está: está en otro mundo completamente diferente, en el cual ya no nos reconoce a ninguno, solamente a Mari [María Ferre], a mi madre que la ama con su corazón. Me hace feliz que sienta estos aplausos”, dijo.

“Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos para encontrar la niña que fui”, cantaba Luz Casal. Y algo similar hizo el artista antes de realizar un viaje sentimental por su Almería, una Almería que en estos 44 años desde que él vio la luz algo ha cambiado.  

Por ejemplo, cuando nació aún estaba operativa la vieja estación de tren, uno de sus rincones favoritos, según desveló, de esos que le llevan a viajar en el tiempo. “Me gusta mirar esas fotos antiguas de los almerienses recibiendo a mi padre como campeón de boxeo”, expuso.  

Fue el punto de partida a un paseo cargado de nostalgia: su niñez como alumno del colegio público Francisco de Goya (“ahí me enseñaron a no discriminar a nadie”); sus paseos por la ciudad, citando lugares como Marín Rosa o la Avenida de Vilches; los veranos “enteros” en primera línea de la playa de El Zapillo gracias a los madrugones de su tío Pepe, sus orígenes humildes: “Me hacía gracia escuchar a mi padre decir que iba a hacer un ‘chapú’ y recuerdo ver a mi madre en esa habitación de costura, la misma habitación en la que mi hermana María del Mar”. 

Recordó también sus comienzos en la Orquesta Expresiones, donde ya empezó a ejercer como embajador de Almería, y su primer acto en casa tras salir de ‘Operación Triunfo’, con una firma de discos que se desbordó y que le obligó a saludar a sus seguidores desde la azotea de Carrefour. 

“He vivido momentos muy bonitos, pero también tengo que decir que cumplir los sueños muchas veces tiene un coste muy duro y muy elevado. El mío ha sido vivir lejos de mi tierra”, confesó. Una tierra a la que sigue conectado por sus “pilares” familiares (sus padres y hermanos; su esposa, Rosanna Zanetti; sus tres hijos) de la que ya es Hijo Predilecto y que ayer volvió a sentir a Bisbal más cerca. Más David, más suyo. 

La otra crónica: el día en el que Bisbal pasó a ser el hijo de toda Almería 

Lola González

Ya está. David Bisbal ya es Hijo Predilecto de la Ciudad de Almería. Bueno, en realidad, ya tiene el reconocimiento oficial de un nombramiento que los almerienses le habían otorgado hace años, casi  cuando despegó su carrera musical. 

Lo de ayer era más un acto protocolario para hacer oficial el ‘cargo’ de embajador de la ciudad pero tenía un objetivo claro que descubría la periodista también almeriense Isabel Jiménez: “David, vamos a emocionarte”. Y así fue. 

La llegada al auditorio fue algo fría. El bajón de temperaturas deslució un poco la entrada en la que hubo menos fans de las esperadas. Lo que no sabía el protagonista que llegó de la mano de Rosanna Zanetti hasta encontrarse con su madre en el hall del Maestro Padilla (justo al revés de lo que sería una boda), era que cuando cruzara la puerta lateral de este espacio escénico se iba a encontrar, creo que por vez primera, con todas las localidades “vendidas”. No cabía un alfiler y eso que era día laborable y en puente infantil. De hecho, algunos niños disfrutaron el momento en los brazos de sus padres. Ellos podrán decir eso de “yo estuve allí”. 

Casi cinco minutos de aplausos, vítores y algún “guapo” rodearon su entrada. Fue histórico, y eso pensó seguro el señor que grabó todo sin perder detalle hasta el punto de hacerlo con dos móviles a la vez. ¡Ya hay que tener arte para que no salga movido! 

Hizo Isabel Jiménez una semblanza del niño y el joven que se crió en el barrio de Los Ángeles. La alcaldesa de Almería, María del Mar Vázquez, lo elogió y debutó en eso de los juegos de palabras en los discursos gracias a las canciones más bisbalianas. Le quedó bien y fue muy aclamada por las fans. Las de Bisbal, digo. 

Pero más allá de los aplausos, el de ayer fue un día para acercarse a David Bisbal, al de verdad, al que se le rompió la voz al hablar de su padre. Asumiendo que “hace tiempo que no está” por las consecuencias que en su cerebro dejó sus tiempos encima del ring, sí que tiene claro que está feliz por su hijo y éste, al que quizá le sabe a poco el reconocimiento que le han dado al primer púgil español que se batió los puños en el extranjero, quiso compartir un trozo de esa medalla con él.  

Un poco rota nos dejó el alma a todos con este discurso pero entonces sacó la aguja de Mary, María Ferre, su madre, para coserla. Ella, la que siempre creyó en él cuando empezaba, es la que le siempre le ha contado que llegó de penalti y como todos los que llegamos así, el hecho de saber que casi no llegas, le pone a uno los pies en el suelo en momentos en los que el vuelo se descontrola. Será por eso Mary y Rosanna se entienden. Estuvieron juntas de confidencias cada minuto del acto. Incluso grabaron a Bisbal cantando a su tierra. 

Tras los protocolos, el David de verdad, se acercó a su otra familia: sus fans. Pocos son capaces de estar más de un cuarto de hora a su disposición. Pies en la tierra para seguir el vuelo.

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