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En defensa de la autonomía andaluza

Pedro Molina
Rector de la Universidad de Almería
 
Hemos tenido el privilegio de contar estos días en la Universidad de Almería con el testimonio de personalidades que son parte viva y fundamental de nuestra Historia reciente y ha sido muy emocionante escuchar a un político de la talla de Rafael Escuredo -a quien los andaluces nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por el papel que desempeñó en aquellos años trascendentales para nuestra Comunidad Autónoma-, decir que la Cátedra de Estudios sobre Andalucía de la Universidad de Almería que llevará su nombre, es el mejor regalo que le han hecho nunca. Sinceramente, me resultó muy emotivo escuchar esas palabras de agradecimiento de un político tan importante y decisivo para nuestra tierra y que, sin embargo, nunca ha querido arrogarse el protagonismo de la consecución, hace treinta años, del Estatuto de Autonomía para el pueblo andaluz.

Al preguntarnos qué ha significado el Estatuto de Autonomía y de qué forma ha influido el desarrollo autonómico en la evolución de nuestra Comunidad, hay que responder ante todo que, como fruto de la Constitución y del consenso que presidió la transición a la democracia, el texto estatutario ha sido la base y el punto de partida de un largo período de estabilidad y crecimiento, de diálogo y de colaboración, propiciando así una abundante cosecha de beneficios políticos, económicos, sociales y culturales.
 
La construcción de Andalucía como Comunidad Autónoma ha sido la expresión de un proceso reivindicativo en el que se mezclaron las exigencias de carácter político para crear una comunidad igual a Cataluña o el País Vasco, a las de carácter social, donde la principal apelación siempre fue la igualdad y la solidaridad. Hoy disfrutamos de más bienestar, de más calidad de vida y tenemos más oportunidades y por ello mismo debemos identificar la autonomía con democracia, libertad e igualdad y también como señal de progreso, desarrollo económico, social y cultural.
 
Para los andaluces, uno de los principales éxitos conseguidos por la autonomía ha sido el reforzamiento de nuestra autoestima como pueblo. Uno de los ejemplos lo encontramos en el crecimiento exponencial que han experimentad las universidades andaluzas, que en nada se parecen a las de hace 30 años. Hoy Andalucía cuenta con diez universidades públicas, más de 14.000 alumnos cursan alguno de los 329 Grados y hay 215.822 que realizan estudios de Primer y Segundo ciclo. Casi 13.000 están cursando en la actualidad Másteres oficiales y 10.000 realizan estudios de Doctorado. La pregunta que debemos hacernos es si esas cifras se habrían logrado sin el apoyo expreso de un Gobierno autonómico. La respuesta, creo, es muy evidente.

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