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Después del 22-M

Celso Ortiz
Profesor de la UAL
 
Visto como ha quedado el mapa de España teñido de azul tras la victoria del PP en las elecciones municipales del 22 de mayo, cada una de las células que componen el PSOE, en lugar de descargar las culpas en el vecino, alegando que les ha pillado la ola, deberían de analizar, en el ámbito de su territorio y de su porción de poder, cual ha sido su contribución para que se produzca la debacle.

No parece que esa fuera la intención del individuo que en esa fecha ostentaba la secretaría general del partido en Almería, Diego Asensio, que le faltó tiempo para lavarse las manos, y responsabilizar a la crisis de los fatales resultados, sin el menor atisbo de echar un vistazo a su hoja de servicios. Después vino el estallido que se llevó por delante a la ejecutiva provincial y, en su mente, todos los males se concentran en la persona del presidente Griñán y no en la descomposición progresiva que viene padeciendo el partido en la provincia, desde que tuvo la desgracia de caer en las manos del trío formado por su persona junto a la de Martín Soler y Segura Vizcaíno aunque, este último, ha sido uno de los veintisiete miembros de la ejecutiva provincial que han dimitido para forzar su disolución. Una dimisión muy sonada sobre la que caben dos interpretaciones.

La primera, que después de haber formado parte del núcleo duro y tras el desastre que ha supuesto su estrategia en la Diputación, operando con el mando a distancia, negociando con el PAL de Enciso y colocando asesores a granel, haya decidido, previo examen de conciencia, retirarse a los cuarteles de invierno y hacerle, por una vez, un favor al partido del que tanto recibió. La segunda, que se haya tirado al agua antes de que el barco se hunda para salir a flote y subirse en la nave que salga de los astilleros del congreso provincial, lo cual sería un mal presagio para el futuro del socialismo almeriense, que no está para ejercer de salvavidas de nadie.

Por el contrario, es el PSOE el que necesita salvarse y recuperar la confianza de la gente de izquierdas en una situación de horas tan bajas, y para ello, tiene que mostrar un cambio de imagen, con cara nuevas y personas solventes que atraigan a los electores que, en definitiva, son los que tienen la última palabra.

En estos momentos tan cruciales, la gestora recién nombrada y la ejecutiva que resulte del congreso, tienen una enorme responsabilidad, y haría falta que demostraran con hechos fehacientes un cambio de rumbo, cortando de raíz el sistema establecido por quienes, hasta ayer, han utilizado el partido como un trust para controlar los órganos de la dirección en su propio beneficio.

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