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Monólogos en el Apolo

Macarena Ruiz Esquinas

Iñaki Urrutia

Tres cómicos, con sus tres monólogos a las ocho y media de la tarde, provocaron que todo el teatro Apolo estuviese a punto de romperse la mandíbula de la risa. Comencemos por Iñaqui Urrutia. Es un profesional estupendo, pero, según él, es miembro de una secta y el público eran sus seguidores. Así que ninguno de los que estábamos ahí estábamos bien de la cabeza al escuchar a un hombre que habla solo. Fabuloso desde que empezó el espectáculo hasta que terminó, porque lo despidió él con los dos cómicos, de una forma muy romántica -"a ver si en un minuto desalojáis la sala, !venga!, iros ya a tomar por …, y no contéis el final-". Este personaje, Iñaqui, tiene que ser un figura fuera del escenario.
Le siguió Alvarito, que entre le expresión corporal y todas las aventuras que se le pasaban por la cabeza es un hombre que se transformaba por momentos, sobre todo en la aventura titulada "El socio y la pelota”, basada en un hecho real.
Y para completar, David Navarro, según él, era de Jaén, Jaén, aunque ahora vive en Madrid con su novia, con la que no sale mucho pero se dedica hacer otras cosas. David es un showman, te canta, baila, cuenta aventuras, se ríe de él mismo, se enfada…es un nido de emociones expresadas en un tiempo record.
En definitiva, son tres cómicos de lo más perversos que te puedas echar a la cara, salidos a más no poder ¡y pobre!, el público que le toque, porque Iñaqui hizo una llamada de atención a la gente que llegó tarde al teatro, ¡de ahí no se salvó ni el tato!, ¡ Iñaqui tiene para todos! Y Alvarito, viene como el Cola Cao, bien concentrado, donde menos te lo espera, ahí que te la mete, y David, como es de Jaén, Jaén…pues te introduce su humor, con su aceite de oliva, suavemente.
Los tres tienen un poder, sí, ser geniales y el arte de hacer de reír.

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