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Gayalmana, el empecinamiento en el error y el apoyo institucional al mismo

Jorge Lirola Delgado
Profesor de la Universidad de Almería

 “Gayalmana, la Odalisca de Almería” pretende ser un monólogo teatral en verso basado en un personaje de la historia andalusí almeriense. Sergio Arboleda, su autor, se define como “el Meditador, artista polifacético, cantante, compositor y escritor que en 2012 se instaló en Almería”, y que en 2014 decidió “inspirarse –utilizando también sus palabras- en Gayalmana para escribir una obra/regalo al público almeriense con enfoque universal”.

El caso es que el nombre de Gayalmana es un claro error, pues no significa nada en árabe. En realidad, debe tratarse de Gayat al-Muna o Gayatalmuna, “El colmo del deseo”, un tipo de nombres que solía utilizarse para las esclavas, como en el caso presente, que era una concubina de al-Mutasim, el célebre rey de la taifa de Almería. No acaban aquí los errores en las pocas referencias históricas que hay en la obra, pues se trata más bien de una sucesión de poemas de discutible valor lírico.

Gayalmana, la Odalisca de Almería
Hasta aquí suele ser habitual cuando no hay una buena documentación histórica, pero lo llamativo del caso es que, por un lado, no haya voluntad de corregir los errores y, por otro, se reciba el apoyo institucional para mantener esos errores y contribuir así a perpetuarlos.

El que Alfonso Rubí, el que fuera presidente de la Plataforma del Milenio del Reino de Almería, que no llegó a constituirse como Asociación por incompetencia o por deseo no confesado del referido arquitecto,  se interesara en promocionar la obra y sacar partido de algo que a él no le costaba económicamente nada, me parece dentro de lo que nos tiene acostumbrados la persona a la que he llegado a calificar como uno de los farsantes del Milenio.

Lo que no alcanzo a comprender es que instituciones que gestionan dinero público, como es el caso del Instituto de Estudios Almerienses, decidan promocionar la obra. En el caso del IEA, tengo entendido que tiene intención de publicarla, acompañada de una traducción al árabe cuyo sentido e interés tampoco alcanzo a comprender. ¡Con la de textos que quedan por traducir de la historia andalusí de Almería, ¿hay necesidad de propiciar que se traduzca al árabe un texto que pretende pasar por histórico pero es erróneo?!

Me consta que un catedrático especialista en el tema, tras leer la obra, se negó a prologarla. Lo comprendo. No solo por los errores históricos, sino también por los discutibles valores poéticos del texto.

Y el colmo del despropósito es que el IEA dice no tener dinero para publicar obras como el “Libro de aguas de Almería del 1502”, un documento único para la historia de Almería, y sí lo tiene para lo que puede ser una obra frívola y tergiversadora. De confirmarse la publicación con dinero público, sin duda, quedará en el haber del actual Director del IEA, Rafael Leopoldo Aguilera, para las antologías de despropósitos.

¿Qué podríamos pensar de una novela histórica que se titulara “Osabel la Quitalica”? Quizás, que sea una parodia histórica que pretende hacer reir, pero, cuando no trata de poner en solfa a la protagonista, solo puede responder a la ignorancia.  ¿Y deben las instituciones públicas subvencionar la incultura y la tergiversación histórica?