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El regreso de la cabra

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

Después de más de 35 años la cabra ha regresado al paisaje urbano de Almería. Fue hace pocos días, en vísperas de la Nochevieja. Primero se oyó una música pegadiza y animadora. Me asomé a la ventana y allí abajo, en la calle, en la zona de Oliveros, se encontraba la cabra subida en una pequeña escalera, en la cima del mundo, mientras que a su alrededor la compañía gitana animaba con su música a una no muy numerosa concurrencia de público, más bien chavales todavía en tiempo de vacaciones. Era como antaño, en este caso un gitano joven tocaba el saxo y una música enlatada acompañaba el ritmo de una especie de pasodoble. Mientras que recibía la animación del músico domador, la cabra subía y bajaba magistralmente peldaño a peldaño por la escalinata en el más difícil todavía de los circos de feria. Después sonaban unos tímidos aplausos mientras que una gitana pasaba un platillo para recoger unas monedas, en pago a la maestría de saltimbanquis trashumantes, de plaza en plaza, de barrio en barrio y de pueblo en pueblo. Y el regreso insólito ha sido de nuevo por el centro de la ciudad.

"La cabra ha vuelto, quizás para recordarnos
que no estamos tan lejos del Tercer Mundo"
Recuerdo que cuando llegué a Almería en 1973, de periodista pardillo, tuve mi primer encuentro con la cabra gitana en el Paseo. Eran los tiempos de una dictadura que empezaba a presagiar su final. Me recibieron a los pocos meses las inundaciones de octubre y poco después el asesinato en Madrid del jefe del Gobierno, almirante Carrero Blanco. Las noticias que llegaban del foro madrileño empezaron a convulsionar a Almería y las nuevas generaciones empezaron a vislumbrar un futuro diferente.


"...la altivez de la cabra..."

En aquel tiempo, como hace unos días, un grupo familiar gitano con su cabra alpinista recorría Almería con su espectáculo. El Paseo era un lugar donde solía verse el ejercicio equilibrista de la cabra  y allí me encontraba yo en ocasiones, camino de la Redacción del periódico, con ese espectáculo artesanal ambulante que me gustaba ver. Me detenía unos minutos para observar la seriedad del músico con su trompeta, la altivez de la cabra subiendo la escalera y permanecer arriba como si fuera la cúspide del mundo, observando a los humanos de alrededor y seguramente recordando con nostalgia sus montañas ancestrales. Después, el músico gitano bajaba su trompeta, saludaba, daba las gracias por lo aplausos y la familia, mujer y chiquillos gitanos pasaba el platillo entre el público. La cabra recorría el mundo de esta manera, ajena a los avatares de la historia que se avecinaba en el país.


Y ahora la cabra ha vuelto a la ciudad. Sólo que ya estamos en el siglo veintiuno con todo un panorama de nuevas tecnologías, de avances científicos, de dominio de la humanidad por Internet y… qué se yo cuántas historias más. Pero eso sí, estamos en crisis y la cabra ha regresado, quizá para recordarnos que, a pesar de todo, no estamos tan lejos del Tercer Mundo y que nuestro futuro, en difícil equilibrio, a veces lo podemos ver en la memoria del pasado.

4 comentarios:

  1. Anónimo8/1/12 20:24

    Yo no veo nada mal la cabra, es una forma de hacer arte en la calle, como cualquier otro artista, y no tiene porque estar relacionado con la pobreza. La cuestión es que toque bien la trompeta, la cabra haga su tarea de subir y bajar el trampolín, y los niños, y no tan niños, se diviertan y pasen un rato agradable. Eso sí, unas monedillas, no están nada mal.

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  2. Anónimo8/1/12 20:45

    Madre mía, que miedo, volvemos a los años de la dictadura, con Fraga por ahí, y los hijos de sus compañeros en la Moncloa. Socoooooorrroooooo

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  3. Anónimo9/1/12 23:59

    Que tontico, a la dictadura, nene que yo no había nacido, que no pasa nada ganarse la vida haciendo arte. Además me encanta ese teatro de la calle, y le he dado un euro. ¿Y usted que que propina le dio?

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  4. beeeeeeeeeeee beeeeeeeeeeeee beeeeeeeeeeeee

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