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Ya real democracia

José Pérez Blánquez
Exalcalde de Canjáyar 

Hoy, como casi todos los días, he leído prensa de diversa ideología, así como varios artículos, todos ellos hablando del tema de esos desarmados, digo desarmados porque ninguno lleva armas o, al menos, que se sepa. Me ha sorprendido, sólo en una pequeña parte, cómo cada medio trata a esos hombres y mujeres o, mejor dicho,  seres humanos. Ni puedo, ni quiero, reproducir tantos y tan variados adjetivos y calificativos que se les adjudican, la mayoría en términos poco éticos . Pero a decir verdad, creo que ninguno les califica justamente; no he podido encontrar nada que diga, por ejemplo: Son jóvenes con problemas varios y no ven la luz allá por el horizonte. Son personas con ganas, mejor dicho, con necesidad de encontrar su “yo”. Tampoco he leído o he oído decir, pese a que algunos artículos estén escritos por catedráticos de distintas  disciplinas, que son personas con necesidades y ganas de cambiar el rumbo político. Por cierto, que lo cambiarán antes o después,  porque es justo y necesario y porque ellos son, sin lugar a ninguna duda, el futuro de todos nosotros.

La conclusión a todo esto es que en esos alborotadores hay mentes muy lúcidas, hay carreras con matrícula de honor, hay padres de familia que no pueden dar de comer a sus hijos y que, además, son prácticamente analfabetos, pero dueños y señores de sus genes que les permiten lo que la sociedad les niega, manifestarse, dar caña a quien se presente, porque tienen la formación necesaria y la valentía para ello. No importa que lleven la cabeza rapada, el pantalón tejano con rotos o que vistan de traje con su correspondiente corbata. Igualmente son capaces de  construir una casa sin tener conocimiento de matemáticas, o de literatura, o de ciencias políticas, o de arquitectura. No conocen las obras escritas por Homero, no saben quién ganó el premio Novel de la Paz, el de Economía, etc., pero son dueños y señores de sus anhelos, de sus emociones, de sus sueños, porque ellos tienen todas esas cosas que no ven los políticos.

Y lo más grave de todo esto es que los políticos de turno tienen la osadía de creerse que son personas especiales, nacidas para ocupar esos puestos que los demás seres vivientes no podrían ocupar. Sólo y solamente ellos con los elegidos, porque forman esa especia humana tan capacitada que no nos corresponde a los demás. Y por ello, hasta el punto de que nos marcan el itinerario de nuestra vidas, sin pensar, ni por un solo momento, que sus sueldos y privilegios salen de nuestro esfuerzo diario, ya que cobran de nuestro impuestos y, por consiguiente, ellos dicen cuánto valemos los demás y cuanto valen ellos. ¡ Qué bonito es el mundo de los políticos!  Además, como los sueldos se les quedan pequeños, pues tienen derecho al pelotazo. Aunque  afortunadamente los pelotas son una minoría. El resto sabe defender su honradez, porque la tiene,  pues faltaría más.

Pobre de mí, que la primera vez que voté fue con dos guardias civiles, cada uno a un lado. Y por si eso era poco, me quitaron el sobre de la mano y me dieron otro que fue el que tuve que depositar en la urna. Eso era en la dictadura, cuando se hizo el simulacro de hacer unas votaciones en nuestro país, llamado  España, para la sucesión en la jefatura del Estado Español. Ahora, al menos podemos votar libremente, y eso que parece poco es el trago más amargo que tienen que pasar nuestros políticos. El resto es coser y cantar. ¡Ay, chavales míos, cuántas ganas me dan de incorporarme a vuestras manifestaciones pacificas! Y ¡ay!, señores políticos, ¿por qué no hacéis caso, aunque solo sea un poquito, a estos jóvenes que tanta razón tienen?

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