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¿Estamos seguros? ¡No!

Rafael Leopoldo Aguilera

Voy a escribir unas cortas líneas para expresar, en primer lugar, nuestro pésame y condolencia a todos los familiares y amigos por los fallecidos como consecuencia de la catástrofe natural derivada de un seísmo, y también unas palabras que se transformarán en obras que son amores y solidaridad fraternal,  para que no pierdan la esperanza de poder superar este trance doloroso que a todos nos ha afectado, y muy especialmente, a los almerienses que nos sentimos tan unidos y hermanados con Lorca.

Pero dicho esto, es increíble que ahora se esté diciendo desde diversas instancias gubernamentales que hay que revisar los elementos que configuran la edificación. Siempre, cuando ocurren las desgracias humanas o materiales, nos acordamos de las cosas que deberíamos haber hecho hace años, años y años, es decir nos acordamos “de Santa Bárbara cuando truena”.

Desde que tenemos uso de razón,  en el colegio siempre hemos estudiado, porque nos lo han enseñado, en la disciplina académica de geografía, que una zona de alto y medio riesgo de movimientos sísmicos es todo el litoral oriental y del levante del mediterráneo, al igual que nos imponían los contenidos religiosos, morales y patrióticos que impulsan el glorioso Movimiento Nacional y ahora nos imponen las ideas disolutas, antipatrióticas o ateas de educación para la ciudadanía.

¿Cómo es posible que edificios de reciente construcción se hayan venido abajo, y otros se encuentren inutilizados para su habitabilidad? Sí todos ellos hubieran reunido las mínimas condiciones técnicas que exige la normativa actual de edificación no se hubiera producido una catástrofe de tal magnitud.

Es imposible que con tal intensidad, y con independencia de la profundidad, se produzcan esos daños demoledores.  ¿Acaso no  han inspeccionado los proyectos de obras  los técnicos competentes en la materia? ¿Sí esto mismo ocurriese en otras ciudades de zonas de riesgo, también  estamos abocados a la catástrofe?

Pues si hay que revisar la normativa de construcción, hágase ya, no esperemos otro seísmo con víctimas humanas y daños materiales. No es normal que un terremoto de los llamados moderados, por muy superficial que sea, produzca lo que ha derivado, si las viviendas están bien edificadas y construidas.  Y procédase a revisar e inspeccionar las viviendas construidas para que podamos vivir mínimamente tranquilos.

Porque entre el paro, la inseguridad ciudadana, la carestía de la vida, la falta de libertades, también vamos a estar pendientes y hacer guardia como centinelas por sí ocurre un terremoto.

Alguien debería de responder políticamente de otro desacierto en los cantones de España. La culpa como siempre la tienen otros u otras, la cuestión es echarle la culpa metafísica a la divina naturaleza, o a la histórica memoria. ¿Estamos seguros? No. Manda hue…….

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