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El alcalde de Níjar miente

Esperanza Pérez Felices
Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Níjar

En estos días hemos oído de todo. Que si la culpa es de Pedro Sánchez, que si la subida del IBI no es cosa del alcalde, que si lo marca el Estado… No falta quien intenta confundir con tecnicismos ni quien aprovecha la desinformación para desviar la atención. Pero hoy vamos a hablarle claro a todo hijo de vecino, de Níjar y de cualquier lugar. Sin rodeos. Sin mentiras.

¿Qué es el IBI y cómo funciona? El Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) es un tributo que pagamos todos los que tenemos una casa, una finca o un local. El valor sobre el que se calcula lo establece el Estado a través del Catastro, sí, pero el tipo que se aplica —es decir, el porcentaje que determina cuánto se paga— lo decide única y exclusivamente el Ayuntamiento de Níjar. Y lo que cada vecino paga, va íntegro a las arcas municipales.

Es decir: el Gobierno de España no se queda con ni un céntimo del IBI que paga ningún nijareño, mojaquero o carbonero. Ni uno.

Cada Ayuntamiento tiene la libertad de subir o bajar ese impuesto. En Níjar, el gobierno de PP y Vox ha decidido subirlo. Y no poco: hablamos de una recaudación adicional de 1,8 millones de euros en IBI urbano y 1,9 millones más en rústico. En total, casi 4 millones de euros más que saldrán directamente de sus bolsillos. Y lo han hecho ellos, con su voto, con su mayoría absoluta. No ha sido Pedro Sánchez. Ha sido el alcalde de Níjar.

La segunda gran pregunta es para qué sirven esos casi 4 millones. Pues no para mejorar los servicios, ni para crear empleo, ni para cuidar mejor nuestros barrios. No. El presupuesto aprobado por PP y Vox dedica esos millones extra a subir los sueldos del equipo de gobierno (2,6 millones más) y a multiplicar el gasto corriente en fiestas, actividades y obras mal justificadas (5,2 millones más). Y por si fuera poco, han aprobado también un préstamo de 4 millones más.

Y aún dicen que no es culpa suya, pero cuando alguien toma una decisión, debe asumir las consecuencias. Lo que no puede hacer es mentir y culpar a otros. Y eso es exactamente lo que está haciendo el alcalde de Níjar: mentir. Dijo que bajaría los impuestos, pero los ha subido. Dijo que traería rigor, pero sólo vemos derroche.

En lugares como Valencia, Extremadura o Andalucía ya se están destapando las mentiras. En esta última, incluso a mujeres enfermas de cáncer se les ha ocultado la verdad. ¿Vamos a permitir que aquí, a las puertas de nuestras casas, nos engañen también con algo tan básico como el IBI?

La política debe ser un ejercicio de responsabilidad, no un concurso de excusas. Y la gente de Níjar no es tonta. Sabe quién aprueba los presupuestos. Sabe quién firma las subidas. Sabe quién decide cómo se gasta su dinero.

El tiempo de la mentira se ha acabado. Y el tiempo de la rendición de cuentas ha comenzado, ya sea en Sevilla, Valencia o Níjar, que está bien.

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