La semana pasada miles de niños y niñas de todos los barrios de Almería regresaron a las aulas y encontraron sus colegios tan abandonados como estaban el día que empezaron las vacaciones. Es lamentable pensar cómo esa ilusión por comenzar el curso, por estrenar gomas, lápices y libretas, y por encontrarse con amigos y amigas puede verse empañada por la pestilencia de los aseos averiados desde hace años, por el riesgo de los cristales sujetos con papel adhesivo o por la tristeza de las canchas sin canasta en el patio del colegio.
En Almería, cambiar una puerta en un colegio o arreglar un enchufe en un edificio municipal se ha convertido en una odisea por la práctica desaparición de las brigadas municipales, un servicio que durante años fue clave para un ágil mantenimiento de nuestros espacios públicos.
La obsesión del PP por privatizar lo público ha dejado la ciudad sin herramientas propias para atender lo básico y el resultado son colegios deteriorados, parques abandonados y vecinos hartos de esperar soluciones que antes llegaban en horas y ahora se demoran semanas. ¿De verdad es más eficiente depender de empresas externas para pintar una barandilla o reparar una baldosa?
Por eso hemos propuesto al equipo de gobierno del PP la recuperación de estas brigadas como una cuestión de sentido común. Apostamos por un servicio de gestión directa que reúna a profesionales de distintos oficios para responder con rapidez a las necesidades del día a día. Porque gobernar no es solo inaugurar grandes obras, sino cuidar lo pequeño: los espacios donde juegan nuestros hijos, las calles por donde caminan nuestros mayores, los rincones que hacen ciudad.
Recuperar las brigadas municipales no es solo una propuesta política, es una declaración de principios. Es decidir si queremos un Ayuntamiento que trabaje para sus vecinos o uno que sirva a intereses privados. Almería merece volver a tener un servicio público eficaz, cercano y comprometido con lo que realmente importa: las personas.
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