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Réquiem por 'Sálvame'

Tania Artajo
@opinionalmeria

El próximo mes de junio, uno de los programas de más audiencia de la televisión española, 'Sálvame', deja definitivamente de emitirse. Tras catorce años en nuestras televisiones, el lógico que su despedida sea motivo de comentarios en todos los medios de comunicación. Dos de los periódicos más importantes que hay en España, 'El País' y 'Abc', dedican sendos artículos a analizar esta desaparición. Entresacamos, intercalados, algunos párrafos de lo que dicen en sus respectivos medios los articulistas Ángel Antonio Herrera y Jimina Sabadú, así como lo que escribe Ángeles Caballero en Vanity Fair:

Ángel Antonio Herrera en ‘Abc’: "Con ‘Sálvame’ va a morirse la peluquería de plató, la siesta tóxica de los que no echan la siesta. ‘Sálvame’ ha sido un zoco de chivateo, un manicomio de portería, un desmadre de vecindonas donde al infundio le ponían nombre de primicia. Así de imaginativos salieron, así de tristes. Ha resultado ‘Sálvame’ la eternidad de la nada, hasta que la eternidad se ha muerto".

Jimina Sabadú, en ‘El País’: "Desde que Sálvame comenzara a emitirse en marzo de 2009, ha ejercido una fuerza centrífuga en torno a Telecinco, llegando al punto en el que la práctica totalidad de su programación gira en torno al espacio estrella presentado por Jorge Javier VázquezSálvame finalizará su andadura dejando una larga estela de famosos efímeros, polémicas y denuncias. En la actualidad, Sálvame se divide en tres programas: Sálvame Limón (de lunes a viernes de 16.00 a 17.00), Sálvame Naranja (también de lunes a viernes de 17.00 a 19.00) y Deluxe (los viernes de 22.00 a 2.30 de la madrugada). A estos habría que añadir los programas satélite que se alimentan o nacen de él. Siguiendo su estela, en 2017 nació Socialité (fines de semana, de 13.20 a 15.00), producido también por La Fábrica de la Tele, una de las factorías que más horas produce para Mediaset.

Ángeles Caballero, en Vanity Fair: “¿Tú crees que toda esta gente habrá ahorrado durante estos años?”. Fue lo primero que pensé cuando Mediaset anunció la cancelación definitiva de Sálvame después de 14 años en antena. Y es lo primero que habría pensado mi madre sobre el programa que vimos juntas nacer en el sofá de casa. También lo vio mi padre. Como vimos tantos otros programas en ese tresillo granate sobre el que estaba prohibido comer. Es una pregunta que solo puede formularse desde el cariño, la preocupación por el buen pasar de tus hijos o de alguien a quien quieres como si lo fuera. Si tendrán huecos de la nevera por llenar, deudas por saldar. Es una etapa de la vida que se va como se me fueron mis padres. Es un poco más de orfandad la que siento desde el viernes. Es una bandera a media asta que tardará tiempo en volverse a izar".

Ángel Antonio Herrera en ‘Abc’: "Llegó, en algún momento, al éxtasis de convertirse en chisme de sí mismo. En algún momento, y para ahí quedarse. Tuvo un triunfo, hablando de gentes ajenas, y enseguida de colaboradores propios, pero finalmente el tema diario era el programa mismo, que tuvo rachas de reforma, para no reformar nada. Se agitaban jefes, se barajaban charlatanes, se moría Mila Ximénez, se iba Carlota Corredera. En los meses últimos, hubo mucha salsa en ‘Sálvame’, precisamente porque iba bajando la salsa, o sea, el dato. De manera que cojeaba la audiencia, y acaso ya tanto colorín de salfumán resultó una fatiga, que es como decir que un poco un aburrimiento. O un mucho. En las teles, que son un medio sin piedad ni paciencia, o vas pletórico o te dan la extremaunción. ‘Sálvame’ ha sido un gentío gritón".

Jimina Sabadú, en ‘El País’: "Es difícil decir dónde termina Sálvame y dónde empiezan el resto de espacios, ya que muchos de ellos se alimentan del contenido de su contenido y viceversa, siguiendo un modelo de televisión que durante años ha dado muy buenos resultados a Mediaset. Los realities en perpetua rotación (La isla de las tentacionesLa casa fuerte, Gran HermanoSupervivientesPesadilla en el paraíso); Mejor llama a Kiko (teletienda de madrugada al mando de Kiko Hernández), o incluso las dos docuseries dedicadas a la hija de Rocío Jurado. Qué será de la programación de Telecinco a partir de ahora es un misterio: podría cambiar de forma radical o podrían apostar por crear un nuevo contenedor para tratar temas del corazón bajo otro título. De momento, todo apunta a Ana Rosa Quintana, ahora al frente de otra de las productoras participadas por Mediaset, Unicorn Content".

Ángeles Caballero, en Vanity Fair: "Tengo tantos recuerdos que no caben en este pequeño homenaje. Son mil cosas a la vez que no son nada. Es ver una vida en directo que se parece mucho a la tuya. Constatar que si Jorge Javier Vázquez merienda piña o gelatina es porque está a régimen, como llevo yo toda mi vida adulta. Saber que Belén Esteban tiene que comer a menudo porque es diabética como lo era mi madre; que cuando habla y sentencia siempre cierra los ojos y es entonces cuando aparece la mejor Belén".

Ángel Antonio Herrera en ‘Abc’: "Pero ha tenido dos musas, yo creo, Belén Esteban y Rocío Carrasco, y cito rápido. Belén fue Currupipi con mechas, al principio, y luego una señora de la España con rulos de Benidorm, que es la que hacía la siesta larga de ‘Sálvame’, perdonando la siesta propiamente dicha. Esa España también muere con el programa, si es que no estaba ya bien muerta, desde hace rato. Rocío Carrasco fue Rociíto. Rocío ejerció de defensora de la audiencia, aunque en ‘Sálvame’ nunca se sabe de qué ejercía cada cual, salvo de poeta. Ese oficio de defensora de la audiencia es un oficio cuya virtud primera y última es ponerse a escuchar, un empleo poco frecuente en la tele, en general, y en ‘Sálvame’, en particular, donde se trataba de hablar demasiado en todas las direcciones, hiriendo o matando a alguien en el camino, preferiblemente. Serviría para lema de esta jarana la definición que para siempre me regaló Lita Trujillo: «Ser famoso en España es dejarse insultar». El mismo oficio de defensora de la audiencia ya lo ejercieron en su momento María Teresa Campos y Kiko Matamoros, que no son malos precedentes en el cargo, sino todo lo contrario. Kiko es un titán diverso, y ojalá encuentre pronto por ahí su sitio de cabreado que sabe lo que es una oración subordinada y administra el adjetivo, porque no ignora que en la tele de trifulca el adjetivo se juzga como una errata. Jorge Javier es mejor que la chusma que a ratos lo escoltaba. Encontrará trono".

Jimina Sabadú, en ‘El País’: "Aquel Sálvame primigenio estaba presentado por Jorge Javier Vázquez, al que luego se unió Belén Esteban. Pronto, en abril del mismo 2009, se convirtió en diario con Vázquez como conductor. Sálvame sirvió como trampolín a Belén Esteban, hasta entonces personaje del corazón sin apenas experiencia televisiva, que llegó a presentar las campanadas de Telecinco ese año, acompañada por Jorge Javier. Aquellas campanadas, aunque no superaron en seguimiento a las de La 1, dieron a Telecinco el segundo mejor dato de su historia en Nochevieja. Con el paso del tiempo, otros famosos y presentadores han relevado a Vázquez como conductores del espacio, con Terelu Campos, Paz Padilla, María Patiño y Carlota Corredera como los nombres más habituales".

Ángeles Caballero en Vanity Fair: "Morirte de risa cuando Kiko Matamoros cabecea porque ha dormido poco la noche anterior y entonces a ti solo se te ocurre decir: “Si estás para trasnochar, estás para trabajar”. Que cuando a Kiko Hernández se le cae una muela en directo tú te acuerdes de aquella vez, en una barra de bar, en la que el chico que te gustaba te dijo que tenías restos de palomitas enganchados en los brackets. Y te quieras morir y al final sea de risa".

Ángel Antonio Herrera en ‘Abc’: "‘Sálvame' se vino orillando no por hacer crónica social sino por destruir el género, tan honroso, tan nuestro, con lo que los colaboradores no vivieron de la glosa del famoso, o del célebre, porque se titularon famosos o famosillos, ellos mismos. No tiraban del provecho de la noticia de periódico o revista sino que treparon a ser noticia ellos mismos, porque la cara, y porque sí. Se lograron como revista contraria al ‘Hola’, pero revista en la tele y aprovechando para merendar. A la crónica de gentes, de tanta tradición y amenidad, le ha hecho daño ‘Sálvame’, porque la fama no es un particular, y el párrafo no es un esquí de ágrafos. ‘Sálvame’ puso perdido el panorama de chisme crudo, durante mucho tiempo, y sus protagonistas se han malcriado como populares más o menos trimestrales del papel, con lo que han saltado de la peonada de plató al retrato de papelería de portada. Llegaron a ser noticia en sí mismos. Qué España, qué loca España. Pero ahora la noticia va más allá, porque la noticia es el programa. Ya no viene, ni va, ni cambia. ‘Sálvame’ ya no se salva. Imagino que en las redes le harán un velorio sin vergüenza. Siquiera por lo mucho que ha durado".

Jimina Sabadú, en ‘El País’: "En Sálvame se reinventó la prensa del corazón al romper la cuarta pared, siguiendo (y persiguiendo) a sus propios colaboradores mientras corren sin resuello por el plató, increpan al público, o trotan hacia el excusado hablando por el móvil o llorando. Como dijo el profesor y escritor Nacho M. Segarra: “Sálvame es un programa sobre la gente que hace Sálvame”".

Ángeles Caballero, en Vanity Fair: "Que cuando alguien haga la croqueta solo pienses en Milagros Ximénez de Cisneros. Que digas: “Lloro más que Lydia Lozano” y sea este un motivo de orgullo. Que te guste Manuel Carrasco por obra y gracia de María Patiño".

Jimina Sabadú, en ‘El País’: "De un tiempo a esta parte se habla de la crisis de audiencia que sufre Telecinco y en concreto Sálvame, que ha llegado en algunos momentos a un exiguo 7% de share (el máximo de La 2 con su programa estrella Saber y ganar es el mismo), y que desde enero de 2023 se acució. Antena 3 (a la que Jorge Javier Vázquez solía llamar “La cadena triste”) sorpasó a Telecinco hace ya 18 meses: la renovación de Atresmedia vino de mano de las teleseries turcas, el regreso de Pasapalabra procedente de Telecinco, y espacios como Tu cara me suena o Mask Singer. A esto hay que añadir la salida, en enero, de Paolo Vasile, cerebro evidente de la programación de Telecinco de los últimos años".

Ángeles Caballero, en Vanity Fair: "Que sonrías al recordar a tu madre resumiéndote el programa en la llamada diaria de las nueve de la mañana. “Mari, la de cosas que han pasado”. Y no te dejara colgar hasta que no estuviera todo dicho. Como si perdértelo te hubiera hecho un roto en la vida. Que pienses en aquella tarde en la que tu padre, después de cuatro horas delante de la pantalla viendo aquello, solo se le ocurra decir: “Pero a ver, ¿quién es Raquel?”, y tú grites: “¡MOSQUERA!”. Y te parezca indignante semejante pregunta. Que sientas que como madre has hecho lo correcto al detectar el enfado de tu hija adolescente al enterarse de la noticia".

Jimina Sabadú, en ‘El País’: "Hubo un conato de recuperación con el espacio Rocío: contar la verdad para seguir viva, que se estrenó el 21 de marzo de 2021 y cosechó un 33,3% de audiencia en horario nocturno. La serie completa tuvo una media del 27%. El contenido del programa alimentó 840 horas de televisión si se suma la emisión de la entrevista, su tertulia y los comentarios sobre él en otros programas. Al día siguiente de la primera emisión, la ministra de Igualdad, Irene Montero, entró en directo a darle apoyo a Rocío Carrasco y a afirmar de forma tajante que la hija de la cantaora había sufrido maltrato. Los colaboradores de Sálvame se volcaron en el apoyo a la famosa, mientras parte de la opinión pública se quejaba del trato de favor ejercido hacia ella, que había contado además con la expulsión de Antonio David Flores (exmarido de Carrasco) de la cadena. La polémica docuserie tuvo su continuación con En el nombre de Rocío, que no logró cosechar el éxito de la primera. Todos estos espacios llenaron horas y horas de televisión, tanto dentro como fuera del propio Sálvame".

Ángeles Caballero, en Vanity Fair: "Que pienses en esos 14 años que empezaron con todos nosotros sanos como manzanas. En la familia atolondrada que construimos. Ellos y nosotros. En cómo todo aquello rellenó las conversaciones. En sobremesas y en salas de espera de hospital. En la compañía que nos hizo cuando éramos felices y cuando lo fuimos un poco menos. En cómo ese disparate vespertino y genial me ha ayudado a detectar a gente de la que ahora no puedo desprenderme como Paloma Rando, y a cretinos a los que me encargo de decir que solo ahí pueden suceder cosas maravillosas, como sentar a dos enemigas a leer Fortunata y Jacinta. En cómo me planteo decir a partir de ahora: “Para telebasura, tú”. Que sepas que vendrán otros y no será lo mismo. Como no lo soy yo, sin esas tardes de sofá granate sobre el que estaba prohibido comer".

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