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Francisca Manzano, una enfermera virgitana para el Mundial de Catar

Manuel León
Periodista

Francisca Manzano Vázquez, virgitana de nacimiento, con 50 años, tiene el deje almeriense en la modulación de su voz, pero en Catar pocos se lo notarán, porque tendrá que intentar comunicarse en inglés, el idioma cósmico. Francisca se va a Catar -ya está allí- para debutar como enfermera en un Mundial, igual que las estrellas debutarán con el balón. Compartirá estadio con los aristócratas del deporte rey a partir del 20 de Noviembre hasta el 18 de diciembre. 

Francisca Manzano es enfermera en Roquetas de Mar


“Ojalá que me toque algún partido de España”, dice inquieta al teléfono, a punto de embarcar en un largo  vuelo de siete horas de Madrid a Doha. Francisca tiene su casa, con un marido y dos hijos en la calle Paco Aquino de la capital, pero durante tres meses su vida estará en un Emirato remoto, en medio de lo que un día fue un desierto como el del Sinaí y hoy es un cubículo de lujo trufado de hoteles cinco estrellas plus y centros comerciales con todas las marcas de diseño por mor de las rentas del petróleo.

Francisca ha sido seleccionada por la FIFA, la organizadora del Mundial de Catar, para ejercer como enfermera, como sanitaria, en esos encuentros que serán seguidos en directo y por el televisor por millones de espectadores. Es la única  almeriense, la única andaluza y una de los tres españoles que acudirán como sanitarios a tan especial espectáculo. “Conmigo van también un profesional de Alicante y una de La Rioja”, indica la almeriense.

Francisca es enfermera desde 1998 y suma 24 años ya de trabajo. Ha pasado por Melilla, Segovia y Huelva, entre otros destinos, y ahora presta su servicio en un centro de salud de Roquetas. No es nueva en el lejano país, Francisca, ya estuvo en 2014, cuando trabajó en el hospital de alta resolución Aspetar, en Doha, especializado en niños, donde colaboró el futbolista español Raúl González Blanco.

Francisca es alma inquieta: cuando dice de irse, no se va a Londres o Roma, ni siquiera a Lisboa o Varsovia. No, se va a Doha, a más de 7.000 kilómetros de su cama de Paco Aquino“Me voy por coger experiencia, soy muy viajera, es muy enriquecedor profesionalmente, lo único que me entristece es dejar tanto tiempo a mis hijos y a mi marido”, explica.

Le salió lo de Catar a través de una agencia de contratación, echó el currículum y la llamó la FIFA. Trabajará para el Hospital Hammard, el mayor hospital del país y tendrá asignados algunos de los partidos de la competición de los ocho estadios.

“Allí hace mucho calor incluso en invierno y las clases sociales están muy definidos, pocos ricos y muchos pobres, los paquistaníes son el colectivo de trabajadores más numeroso, los jeques son otra cosa, van por otro lado, incluso los hospitales son suyos, está muy bien pagado y voy con muchas ganas de aprender”, dice con emoción, antes de subir al avión. 

No existe precedente, que se conozca, de un sanitario almeriense que haya participado en un Mundial de Fútbol, excepto el que se celebró en España en 1982. Se trata de un Mundial muy  esperado tras el paréntesis de la pandemia y muy cuestionado por la naturaleza del país organizador, poco respetuoso con algunos derechos humanos.

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