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"Diario anónimo" de José Ángel Valente

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

Será un gran acontecimiento cultural, literario, poético, dentro de un par de años. Durante más de cuarenta años el poeta José Ángel Valente (Ourense 1929, Ginebra (Suiza) 2000) escribió un diario personal, reflejo de sus impresiones creativas más íntimas y personales: apuntes, ideas, esbozo de futuros libros, el germen de algunos poemas, comentarios críticos sobre el mundo literario, citas de autores, una visión cotidiana, encerrada en el autor, de la que no se tenía noticia, esencia del pensamiento crítico de Valente. La existencia del diario ha sido dada a conocer por Andrés Sánchez Robayna en la clausura reciente del ciclo dedicado a Valente, organizado por el Instituto de Estudios Almerienses. Sánchez Robayna, una de las grandes poéticas españolas de hoy (también vinculado a esa ‘poesía del silencio’ de la que muy pocos hablan como tal, pero que existe), considerado el ‘albacea literario’ de Valente, habló sobre ‘En torno al diario anónimo de José Ángel Valente’ y desveló el espacio inédito y más personal del poeta, tan vinculado a Almería (“la ciudad que elijo para vivir”) en su itinerario final, desaparecido en 2000. El ‘diario anónimo de Valente’ verá la luz, según Sánchez Robayna, en el período 2011/12 editado, por el Círculo de Lectores (Galaxia Gutenberg), una vez concluido el trabajo de estudio y ordenación.

Antes de morir José Ángel Valente donó su archivo y biblioteca a la Universidad de Santiago de Compostela. Y salvo alguna que otra documentación mínima, se pensaba que ahí estaba todo, una vez que vio la luz su libro póstumo ‘Fragmentos de un libro futuro’ (2000). Y sin embargo había otra documentación que Coral Rodríguez, compañera de Valente, conservó con una gran discreción y silencio, un material inédito conservado al margen del archivo. Cuarenta años de una memoria personal del autor encierra el diario, desde 1950 hasta el 2000. Centenares de páginas, con centenares de anotaciones, todas fechadas, recogidas en dos cuadernos (de tapas negras y tapas amarillas, respectivamente), que encierran diversos itinerarios de Valente en el mundo de la antropología, política, filosofía, literatura; arte, anotaciones con tonos líricos, dramáticos, satíricos, que constituyen una documentación esencial para introducirse en el proceso de elaboración intelectual, la gran amplitud de pensamiento crítico e ideas de Valente, “el escritor es en rigor anónimo”, que configuran a su vez la gran dimensión personal del poeta, siempre con la mirada hacia el futuro de la realidad presente. “La palabra ha de llevar el lenguaje al punto cero…” (1969).

En estos diarios, a tenor de las palabras de Sánchez Robayna, José Ángel Valente indaga desde la razón, desde lo imaginario, intuitivamente, desde la palabra sobre la realidad, para desvelar la esencia de lo real. De ahí la configuración anónima del autor, como razón de identidad que proyecta permanentemente el ‘yo universal’. “La experiencia personal es anónima, es de todos los hombres” (1974). Kafka, Ionesco, Max Frisch, T. S. Eliot, Walter Benjamín, Juan Gelman aparecen en las referencias de sus citas. 

Núcleos temáticos del diario: Reflexiones y notas de poética, observaciones relacionadas con la vida cotidiana y poemas en verso y prosa, todo ello ligado a la idea de silencio, consustancial en Valente, según Sánchez Robayna, con un fuerte arraigo de la imagen del alba como imagen esencial. “La realidad que somos capaces de imaginar como real en un momento dado” (1983), “El otro es mi yo disidente” (1986). Está también sus reflexiones sobre Arte: ‘Lectura de El Bosco’ (1979).

El ‘diario anónimo de Valente’ recoge también la proyección del dolor que acompañó al poeta hasta su final: la muerte por sobredosis de su hijo Antonio en Ginebra, el 1 de septiembre de 1989. Pocos días después Valente sufre un infarto. Su corazón y esencia poética quedaron heridos hasta el final. Lo explicó en Almería Sánchez Robayna: “La desaparición de Antonio fue uno de los golpes más duros, le marcó profundamente”. Hay un libro que Antonio regaló a su padre, con una dedicatoria expresiva, que Valente anota en su diario: ‘Para mi padre, a quien tanto quiero. Antonio’. Hay varias anotaciones, todas con un fuerte sentir trágico: “Hoy, la imagen de Antonio apareció con terrible intensidad”. Anotación sobre un texto de Kafka traducido por su hijo Antonio, “sabía él hasta qué punto era para mí decisivo el silencio. Qué sabía él de mí. Qué sabía yo de él” (1982). El recuerdo de su hijo le acompaña en todos sus itinerarios personales, “él está siempre vivo para mí, solo en su noche… Su recuerdo, su esencia, no me abandonan nunca” (1992).

El ‘diario anónimo’ tiene, pues, una importancia documental evidente. Según Sánchez Robayna “pone de relieve una aventura intelectual de extraordinaria relevancia. Pensador y poeta se funden”, ante la verdad de un diario íntimo, con la tensión entre poesía y pensamiento crítico, ante un José Ángel Valente más real, más poeta, más vivo, más humano.

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