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Los titiriteros

Juan F. Maciá
Unión Progreso y Democracia

Quizás sea nostalgia recordar con cuánta ilusión afrontaban ciudadanos y políticos tanto las precampañas como las propias campañas electorales. Caravanas de coches por las calles con banderas y bocinas, tirada de panfletos, pegada de pasquines, pintadas... Se vivía con alegría y sobre todo con el corazón puesto en que las cosas iban a cambiar.

Han pasado treinta y tantos años de esa época dorada. Lógicamente hemos evolucionado socialmente y nos hemos dotado de más normas, hemos encorsetado aún más si cabe a la sociedad. No pretendo que volvamos a hacer lo que desde un punto de vista ecológico y de higiene urbana hoy se vería muy mal, tirar papeles, ensuciar, pintorrejear las paredes... Lo que sí reivindico es el entusiasmo popular que ya no se ve. ¿Qué ha ocurrido? La implicación social se ha ido disolviendo. ¿Dónde están los ciudadanos? Veo mucha gente pero no veo a nadie.

Reflexionando sobre este cambio, y digo cambio no evolución, resulta que poco a poco, año tras año, se han ido perfilando unos seres que manejan los hilos, individuos que no están dispuestos a que las marionetas cobren vida propia, popularmente llamados manipuladores que esconden tras una apariencia de tranquilidad, limpieza y orden una intención clarísima de tapar las bocas que protestan cuando se les pisa: “Muy señor mío, si es usted pisoteado se le ruega que con toda educación se calme, no grite, no sude, pida usted perdón por si acaso y rellene una hoja de reclamaciones...”. ¡Bravo, se ha resuelto el entuerto! ¡Y un cuerno!

Algo similar está ocurriendo en la presente pre y campaña electoral para el 20N. Resulta que en esta nuestra querida provincia (y aseguraría que en el resto de España también) se han establecido los lugares tanto para colocar la propaganda electoral como para celebrar actos relacionados. Me refiero a los públicos y gratuitos. Llama curiosamente la atención que en la capital de la provincia tan sólo se ha autorizado un único lugar para celebrar mítines, la Casa de la Juventud, y llama la atención cuando en cualquier otro municipio hay al menos tres, cuatro y muchos más con una proporción de población mucho menor y una mayor presencia de carteles electorales.

En Almería se ha de recurrir a la publicidad privada y a la contratación privada de lugares públicos si necesitas una alternativa. ¿No les parece que se está secuestrando la democracia? Con el claro objetivo de que no se difunda ningún otro mensaje que el que los titiriteros quieren que llegue.

Otro ejemplo. En El Ejido sólo se pueden colgar carteles electorales en las farolas que acceden al barrio de Las Norias y San Agustín, lugares tremendamente alejados de la capital municipal y con una población inmigrante enorme, no porque sean inmigrantes, sino por el hecho que la inmensa mayoría de ellos no pueden votar el 20N al ser africanos. Luego la intención es clarísima y el daño está hecho.

¿Esto es lo que hemos hecho de nuestra democracia? No se ustedes qué harán, pero es imprescindible reflexionar y reaccionar el 20N para que la zanahoria no nos conduzca a la papeleta equivocada. No me lamento por quien pueda leer estas líneas redactadas con más motivo que oficio, sino por quien no tiene la oportunidad de pensar libremente, por quien está condicionado, o simplemente por quien se entera que existen otras opciones al entrar en una cabina de su colegio electoral sin tiempo de saber que le proponían. Echo de menos la época en que los titiriteros eran torpes y el pueblo más libre.

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