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Las bombas de Palomares

Kayros
Periodista


No me gustan los artículos conmemorativos sobre cuestiones del año la pera, pero ya se sabe que hay asuntos que nunca se van. Uno de ellos por su enorme trascendencia y por su perenne actualidad es el de las bombas de Palomares. El 17 del próximo enero se cumple el 50 aniversario de aquel suceso que sacó el nombre de Almería de su habitual anonimato poniéndolo en órbita internacional a pesar de los temores y recelos propagandísticos de la prensa franquista.

Fraga, salido de las aguas
Lo han contado mil veces y de mil maneras pero, básicamente, el núcleo de la noticia son dos aviones americanos que repostaban sobre el claro cielo almeriense, a la altura de Palomares. Pocos sabían que aquellos aviones de la guerra fría transportaban bombas nucleares. Cuatro de ellas cayeron aquí y de explosionar alguna nos hubiera asimilado a los horrores de Hiroshima y Nagasaki. No fue así por fortuna pero llama la atención la historia explicativa que se desplegó después para quitarle hierro al asunto.

El más sonado fue el baño de Fraga junto al embajador norteamericano tratando de convencer a los almerienses de que las aguas estaban tan incontaminadas como en los primeros días de la creación. Desde entonces el meyba del gallego se ha convertido en una pieza de museo abierta a la adoración peregrina de la gente. No podía faltar tampoco la interpretación mesiánica de los indalianos atribuyéndole al Indalo poderes taumatúrgicos: Perceval aseguraba que Almeria se salvó por la protección del Gran Fetiche. Desconozco en qué fuentes informativas bebía el maestro.

El caso es que de todo esto ya llevamos 50 años y ahora el Ayuntamiento quiere aprovechar el aniversario para hablar de limpieza de suelos, de terrenos vallados y de posibles restos de plutonio que nunca se sabe. Desde hace diez años se viene hablando de la descontaminación de la tierra. Sin embargo, las autoridades norteamericanas no están por el asunto a pesar de las promesas diplomáticas de rigor. Como dice el alcalde, mientras no se haga una” reivindicación silenciosa”, Palomares será siempre sospechosa cargando para los restos de un suceso del cual nadie puede culparle.