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Los andaluces de Almería

Jesús Muñoz
Articulista

Nunca me he sentido representado ni partícipe de la cultura andaluza y quizás por eso me ha interesado estudiar y leer sobre Almería. Quería ahondar en esta extrañeza que pensaba que era única y que los años me han llevado a comprobar que la comparto con otros miles de almerienses. La investigación es la única manera de entender por qué una supuesta realidad absoluta como es la pertenecía de Almería a Andalucía no es tal.

Entrada a la Alcazaba
Y detrás de tanto boato y propaganda oficial me he dado cuenta de que el asunto no sólo versa sobre la pertenencia o no a un ente meramente administrativo como es una comunidad autónoma sino cómo Almería no debería estar incluida en la denominada cultura andaluza. No digo que seamos mejores o peores. Simplemente diferentes, desde la misma naturalidad de que nadie se plantea que un valenciano sea diferente a un murciano o un gallego y un asturiano aunque puedan compartir rasgos comunes.

Una vez que tengo claro que Almería no es andaluza el siguiente paso me ha llevado a preguntarme por qué otros almerienses sienten ese sentimiento de pertenencia a nuestra área cultural vecina. Me he sentado a pensar qué rasgos en común tienen los “almerienses andaluces” y he detectado muchas características compartidas.

Como todas las divisiones de este tipo, y más en un tema tan subjetivo como los sentimientos de pertenencia, esto es tan variado como personas hay y por supuesto muchas veces la identificación o no a una cultura es un sentimiento meramente existente e inexplicable. Aun así he intentado realizar un breve resumen de perfiles que voy a  tratar de transmitir:

El romántico: Andalucía es un ideal romántico. A finales del siglo XVIII empezó este movimiento que llevó a los viajeros del norte de Europa a Andalucía para experimentar la esencia de lo español. Querían conocer esa  España exótica y oriental. Esa imagen casi mitológica de la Andalucía decimonónica que a tanta y tanta gente de todo el mundo enamoró.

Esto generó que esa imagen de Andalucía se consolidara como el ideal español en el extranjero, hecho que se llegó a interiorizar por los propios españoles. Es por ello por lo que muchos almerienses quieren formar parte de esa gran idea. De esa gran marca que es Andalucía, les hace sentirse especiales, parte de algo grande. A fin de cuentas Almería es una tierra pequeña, olvidada de la mano de dios, que tiene el privilegio de compartir esa grandeza, ¿cómo vamos a renunciar a ello? ¿Cómo vamos comparar un elegante traje de jinete cordobés con unos sencillos zaragüeles de veguero almeriense?

A estos almerienses les digo lo siguiente: Almería es grande y no tiene que convertirse en cola de león para serlo. Debemos hacerla grande los almerienses, debemos emocionarnos al escuchar el fandanguillo de Almería, unas cuadrillas de ánimas o un duelo de trovadores. Debemos henchirnos de orgullo de lo almeriense y aunque ningún viajero inglés o alemán escribiera ensoñaciones desde nuestra Alcazaba o nuestros campos de esparto eso no significa que no sean igual de maravillosos y espectaculares que cualquier otro rincón de España.

El folclórico: Como hemos dicho antes el romanticismo provocó que lo andaluz y lo español fueran sinónimos y en los años cincuenta y sesenta la explosión de folclorismo selló ese matrimonio. Muchos españoles han crecido disfrutando de un estilo de artes populares que tiene una legión de seguidores. Los gustos son personales y nadie puede cambiarlos porque sí. Y tampoco es deseable que nadie los cambie por un tema de pertenencia.

El folclore andaluz se podría considerar un fenómeno casi con tintes mundiales. Son miles de personas las que se quedan fascinadas viendo bailar y cantar sevillanas, pero eso no significa que lo identifiquen como propio (he visto bailar sevillanas en Andalucía, en Ávila y en Japón). Alguien puede tener una gran devoción por la Virgen del Rocío, pero eso no significa que  por llevar esa estética o participar en la romería ya se pertenezca culturalmente a una región (que hermandades del Rocío hay por todo el mundo).

Que a un almeriense le guste un tipo de folclore, de cantes, de bailes hasta una estética personal no tiene nada de malo. Gusta por todo el mundo ¿Cómo no va a gustar también aquí? El problema es cuando erróneamente se piensa que a alguien le gusta porque es lo propio y pretende suplantar la cultura de sus antepasados por otra simplemente por gustos personales.

En Cartagena hay personas que bailan sevillanas en sus fiestas, ¿acaso por ello es cultural o debe ser políticamente andaluza? No lo creo. Igual que nadie afirma que el hip hop sea autóctono almeriense por gustar esta música o vestir con su estética nadie debería hacerlo con las sevillanas y el traje de gitana por muy bonitos que nos puedan parecer.

El temeroso o bienintencionado: Realmente el sentimiento de pertenencia le da un poco igual pero tiene miedo a la uniprovincialidad, cree que la unidad hace la fuerza y que cuanto más seamos en una región nos irá mejor porque podremos acometer proyectos de mayor envergadura. La realidad les quita la razón. Llevamos 30 años de autonomía de ocho provincias y seguimos estando a la cola de España en cuanto a autogobierno.

El centralismo estatal se ha duplicado y si antes sufríamos el olvido proveniente de Madrid ahora hay que añadirle el de Sevilla duplicando las vueltas que Almería debe dar para cualquier cosa. Tengo que añadir que no se debe temer a la uniprovincialidad, son varias las provincias que conforman una región y disfrutan de una calidad de vida envidiable y con las mayores cuotas de desarrollo del país. ¿Acaso Almería no puede y debe optar a lo mismo?

Provincias como La Rioja, Cantabria o Navarra son más pequeñas (poblacionalmente hablando) que Almería y no cabe duda de su magnífico desarrollo. Hoy en día nadie se plantea duda alguna de que sean regiones uniprovinciales, pero la realidad es que Cantabria, La Rioja o Madrid siempre han formado parte de Castilla y hoy en día a nadie le extraña que no lo sean ¿Porqué el caso almeriense choca tanto?

El ideológico: Curiosamente Andalucía se ha posicionado para muchas personas como un ideal político de izquierdas, un territorio supuestamente adscrito a esta ideología política. Lo que para muchas personas significa que no sentirse andaluz significa no sentirse identificado a dicha ideología. Sin tener el más mínimo interés en iniciar un debate entre izquierda versus derecha sí me resulta extraña esta idealización del sentir andaluz a la izquierda puesto que la ideología es personal o de los partidos, pero me parece absurdo identificarla a un territorio geográfico.

¿Es qué acaso no hay mucha gente de derechas en Andalucía? ¿No ha existido explotación y terratenientes en toda España? Todos hemos escuchado el mito del jornalero andaluz del siglo XIX y XX, pero también he leído sobre la Andalucía barroca, de los señoritos y los burgueses que levantaban enormes palacios y haciendas en los cuales entraba el oro americano a espuertas.

¿Debe convertirse Andalucía en un ideal de las políticas conservadoras? No lo creo. Es más, me gustaría añadir, animo a levantar la bandera del jornalero y el minero almeriense que se dejaba la vida con su trabajo. Si los jornaleros andaluces estaban mal, no olvidemos a los jornaleros almerienses (igual que gallegos, asturianos, etc.). Durante meses estaban obligados a abandonar su hogar para “acudir a las siegas de las  Andalucías” tal y como relatan tantos testimonios de tantos trabajadores que se desplazaban a Andalucía para trabajar en condiciones inhumanas.

Simón de Rojas denominó a los hombres de los Filabres y Alpujarra como “los jornaleros universales” en su viaje por el sur de España en el siglo XIX. Las tierras y las culturas no son ni de derechas ni de izquierdas, son las personas que la habitan en momentos puntuales. Los almerienses podrán ser de derechas, izquierdas o apolíticos pero eso no la convierte en más ni menos andaluces.

El crédulo: La propaganda y la educación adoctrinadora hacen mucho daño y principalmente desde principios del siglo XX se ha estado intentado introducir machaconamente el concepto de la Andalucía de las ocho provincias y de la expansión del nacionalismo y la cultura andaluza. Como todos los ideales nacionalistas crearon mitos y mediante la manipulación y la desinformación que desde entonces y hasta el día de hoy permanecen han ido creando la “realidad ficticia” que hoy conocemos.

Andalucía consiguió llevar a cabo la conocida frase de “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Y parece que para muchas personas ha ocurrido esto. A principios del siglo XX los nacionalistas andaluces se inventaron una historia ancestral y casi mitológica que cuajó en toda la sociedad. Hablaron de un reino como Tartessos (del que apenas se conoce nada pero que se equipara casi a la Atlántida en grandeza). De una Bética en la que ya se respiraba el espíritu andaluz (y que por cierto apenas ocupaba una parte de la actual Almería).

Después, Al Andalus, un periodo dorado para todos los españoles, del que parece que únicamente deben enorgullecerse al sur de Despeñaperros. Manipulación y mentiras que llevan a mucha gente a igualar Al Andalus y Andalucía cuando son conceptos completamente diferentes. Algunos defienden con tanto ahínco estas teorías que solo les falta pintar un califa andalusí con un sombrero cordobés. Andalucía es principalmente castellana, leonesa y atlántica. Aunque no sea tan exótico y colorido y le pese a quien le pese.

Y para terminar solo quedan los andaluces de Andalucía: y es que en Almería también hay andaluces, son todos los nacidos en Granada, Jaén, Málaga, Sevilla, Córdoba Cádiz y Huelva que acuden a nuestra tierra a  visitarla y compartirla con los almerienses. Son nuestros vecinos y hermanos de esta piel de toro llamada España. Ellos más que nadie ven las diferencias entre Andalucía y Almería y de ellos, los almerienses, debemos aprender una gran lección, hacer nuestra cultura e historia tan grande como ellos han sabido hacer la suya.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por el artículo. Respetando la forma de pensar de cada cual, bien es cierto que cada vez son más los almerienses que no se esconden y manifiestan públicamente que NO SE SIENTEN ANDALUCES. Sin confrontación, sin estridencias, sin acritud.

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