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El 11-S visto por gallarderos neoyorquinos y una periodista

Antonio Torres
Periodista

Se celebra el 20 aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001. El 11S señaló una gran falla de seguridad. Lo recordamos con opiniones muy valiosas sobre el mayor atentado de la historia. Documentales, libros, reportajes en todos los medios de comunicación y telediarios recuerdan aquellos días angustiosos en los que Le Monde tituló su editorial de portada con “Somos todos americanos”. 

La familia Ros Rodríguez

Varios terroristas suicidas estrellaron cuatro aviones comerciales contra las Torres Gemelas de Nueva York, el Pentágono y en un campo de Pensilvania, respectivamente, causando casi 3.000 muertos en el mayor atentando terrorista cometido hasta la fecha. Fue un ataque a América y al mundo. Occidente sigue sin las claves para hacer frente al terrorismo que cambió a toda la seguridad mundial. La asignatura pendiente de la seguridad sigue ahí y ahí están las tragedias de Madrid (2004), París (2015), Niza (2016), Londres, Barcelona y Cambrils (2017) y la mancha de la prisión de Guantánamo que en términos jurídicos es una aberración como bien recuerda el editorial de El País. Tampoco la libertad de expresión ha avanzado, atacada por muchos poderes. Por cierto, el 11S, se puede escribir con S separada o junta, según la Real Academia de la Lengua. Hubo descoordinación en los servicios de inteligencia y policiales de la principal potencia del mundo. A la periodista Pilar Vergara Jiménez (Jaén, 1962) la recuerdo como la única directora de informativos que decidió no emitir en Canal Sur Televisión las imágenes en las que los palestinos celebraban el atentado del 11S. Un documento manipulado, imágenes que se estaban viendo en otras cadenas de ámbito nacional, y que Vergara intuyó una vergonzante manipulación que contribuía a dividir al mundo. Quizá si hubiera ejercido en Nueva York, Berlín o Madrid sería celebrada esta enérgica periodista. Su profesionalidad la exhibió desde Andalucía cuando la mayoría de televisiones y los ciudadanos se tragaron unas imágenes manipuladas. 

El miedo colectivo ha sido una de las consecuencias dañinas de esa inseguridad por lo que supone de coartada para algunos poderes de control y retroceso en derechos civiles y libertades, afirma Vergara.  “Entre ellas, el libre ejercicio del periodismo, cómo no, se ha visto asediado por tendencias opacas, autoritarias y muy poderosas que nadan bien en las redes sociales y las grandes plataformas tecnológicas”. “El mundo a partir de aquel 11S tomó un camino acelerado para reforzar la seguridad de los estados y en convergencia abrió también una senda de manipulación sobre el periodismo. La gran fragmentación de la oferta informativa y las redes sociales son algunos de los ingredientes de esta deriva. Si en todos los conflictos el periodismo sale lacerado por la propaganda, la espiral bélica y de tensión geopolítica entre bloques tras el 11S incrementó el grosor de esa manipulación. Solo hay que pensar en Irak o Afganistán”. “En 2001 dominaba la televisión como medio al que acudían los ciudadanos para informarse y lo hacían confiados en su rigor, aunque algunas cadenas y agencias internacionales intentaran manipular imágenes para construir un relato favorable a sus estrategias y objetivos. Estoy convencida del inconmensurable esfuerzo de verificación que supondría hoy día la difusión e información de esos mismos hechos en el tupido terreno de las redes sociales y medios digitales de dudosa fiabilidad. La velocidad de los bulos, la propaganda y la tergiversación se presenta hoy a un ritmo asombroso.  Estamos vigilados, controlados, saben nuestros gustos y movimientos. No es difícil imaginar cómo se resentiría la verdad y el periodismo de calidad durante una tragedia global en 2021 bajo la batuta esos poderes autoritarios y no electos que domina”.

El matrimonio formado por Luis Ros Ortega (Los Gallardos, 1934), que lleva en Nueva York desde 1952, año en el que Luis quiso acompañar a su padre, Agustín Ros Batista, emigrante en la ciudad que nunca duerme, y María Neli Rodríguez Martínez (Orense, 1944), quien emigró con dos hermanos. Son padres del abogado Luis Miguel y del reputado economista Agustín, abuelos de Esteban, Daniel, Isabel y Auguste. No se agobie, querido lector, con los nombres, todos ellos con un plus gallardero de honestidad. “Mis hijos vivieron una psicosis”, rememora Neli Rodríguez, “trabajaban aquel 11 de septiembre. Llegó a la casa nuestro hijo mayor Luis Miguel con Esteban de cuatro años al que íbamos a cuidar y nos exclamó: ´¡No sabéis lo que está pasando! “Nuestro nieto, Esteban, al ver como estábamos de asustados, reaccionó preguntando si nos íbamos a morir”. “Gritos, carreras, humo y los bomberos. Nos fuimos a un puente, Lake Aveni, desde allí vimos derrumbarse las torres. Antes mi añorada vecina, Dee Parker, nos llamó y dijo:  María otro avión que se ha estrellado”. “De Almería”, apunta Luis, nos llamó mi hermana Ángela. Luis Ros trabajó como químico en una empresa textil y Nely en una empresa de perfumes. Luis era una promesa del fútbol almeriense en sus tiempos de La Salle con un equipo ganador. “Destacábamos dos, Ismael Payá Verdú, natural de Ibi, que me daba unos centros medidos para que yo hiciera los goles. El Almería se fijó en nosotros. Payá triunfó en la Primera con el Sevilla, Málaga y Levante. Me escribía y diciendo que me fuera con él y animaba diciendo en una hora que te vean en un entrenamiento te los comes a todos con papas”. En fin, otros tiempos. “Le escribí a mi padre diciéndole que no era buen estudiante para hacer una carrera universitaria y llevaba buena base con don Bartolomé Flores, el mejor maestro de la historia de Los Gallardos. Mi padre me contestó que para estar dando vueltas por nuestra finca de naranjos de Los Gallardos o irme a Barcelona como la mayoría, mejor que me fuera a Nueva York. Ahora uno de mis sueños para Los Gallardos es ser pionero en la aplicación de energía solar en todas mis propiedades”. “Recuerdo el día que salí desde Los Gallardos en el taxi de Antonio Casquet para el Aeropuerto de Barajas y la gente me decía que me había tocado la lotería por el hambre de aquella España subdesarrollada”.

Aquella olor de la tragedia ahora todos los neoyorquinos y la familia lo recuerda con mucha pena y sobre todo viendo aquella impotencia de personas atrapadas por el fuego y lanzándose al vacío. El hijo mayor es el abogado, Luis Miguel Ros Rodríguez, Luis Ros, Director de Recursos Humanos y asuntos legales en un distrito escolar de 11.000 estudiantes y casi 2.000 empleados en Nueva Jersey. “El fin de semana anterior al 11S habíamos ido a Nueva York con mi amigo, Juan Carlos Pérez, también español, de Lucainena de las Torres, que comento lo bonito que se veían las torres y como brillaban en la luz del día mientras estábamos en un atasco con una vista perfecta de las torres.  Después cambió todo. Una pena que todavía la sentimos aun que hayan transcurrido 20 años y que nos afecta aun mas cuando miramos hacia el área donde estaban las torres y ahora vemos la Torre de Libertad (Freedom Tower)”. Luis Miguel tuvo el detallazo de dedicarme un día en Nueva York para conocer, entre otros sitios,  la sede The New York Times o la taberna más antigua que se mantiene en pie desde que era el punto de encuentro en tiempos de la ley seca para el mundo corrupto. El hermano menor es el economista Agustín, dominador del mundo global en sectores de la energía y telecomunicaciones, es directivo en el prestigioso The Brattle Group.

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