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Cuando la voluntad "de todos" desplaza la voluntad general

Juan Francisco Puga Murcia
Vocal del PSOE en la Junta Local de Balerma

En momentos de coyuntura, desafección política por ineficacia y descontento ante problemas complejos caracterizados por una dificultad considerable para alcanzar soluciones definitivas y de cooperación, duraderas en el tiempo y de gran alcance, a lo que sumar el conglomerado de intereses de distinta índole… Es fácil dinamitar la voluntad general.

En esos momentos en los que la voluntad general, que debe primar bajo cualquier fórmula representativa junto con una sociedad civil consciente y reflexiva, se desvanece para dar paso a un cinismo imprudente, impertinente o que busca únicamente crispar albergando un populismo carroñero y demagogia barata dañando la calidad democrática y la deliberación, la palabra y los argumentos fundados, por medio de interpretaciones falaces o simplistas y opiniones prejuiciosas para allanar el camino a la retórica propagandística de unos pocos; repleta de emociones y miedos sobre incertidumbre o informaciones a medias que en su propia divulgación se tergiversa fácilmente y se entremezcla una voluntad confusa e irracional.

Los falsos discursos sobre lo que se quiere a veces se alejan de lo que realmente se necesita; estos se proyectan en criterios técnicos para abordar realidades y situaciones, aquellos se basan en el sentir, el impulso, la comparación sin mayor detenimiento analítico ni técnico y la impostura no de proponer sino establecer únicas soluciones.

Así se ejerce la manipulación mientras se construye una imagen adulando al pueblo y, a la par, se arremete con cualquier medio y en cualquier momento contra las propias instituciones o cargos, y más aún, cuando ante estas se carece de legitimidad por hechos, perspectivas sesgadas sostenidas, acusaciones o no aceptar la propia deliberación. ¿De verdad se consigue avanzar así en algo desde el presente?

La desafección política está relacionada con la propia insatisfacción, la falta de conocimiento, la falta de militancia o en su defecto de la falta de una cultura social participativa comprometida y arraigada en el asociacionismo y activismo efectivos de la vida pública en general no meramente sectorial o de actividades concretas.

La crítica y la acción son válidas siempre y cuando superen todo aquello que aleja a la soberanía (inalienable e indivisible) del pueblo respecto al proceso político y, además, se consiga presionar la agenda política. Sin embargo, no lo es cuando no se cumple esto y se repiten en las prácticas los propios vicios que llevan a la desafección política.

Tanto la voluntad general como esa voluntad “de todos” parten de pluralidades; pero mientras en la voluntad general predomina el bien común y los intereses particulares diversos son consensuados para construir los vínculos sociales y posibilitar la convivencia en torno a una soberanía constante y sin ambigüedades, en la voluntad “de todos” se parte de intereses particulares previos agrupados en torno a la búsqueda de un mismo objetivo que puede, o no, coincidir con el interés común, y si coincide no es el bien común el impulsor en esencia de esa voluntad “de todos” pues hay algo más particular; unos intereses individuales más que colectivos.

LAS ASOCIACIONES PARCIALES Y LAS FACCIONES

Cuando Rousseau en “El contrato Social” (L: II-C: III) discernía sobre si la voluntad general puede errar, ya advertía que:

“La voluntad general es siempre recta y tiende constantemente a la utilidad pública; pero no se deduce de ello que las deliberaciones del pueblo tengan siempre la misma rectitud. (…) Si, cuando el pueblo, suficientemente informado, delibera, los ciudadanos pudiesen permanecer completamente incomunicados, del gran número de pequeñas diferencias resultaría siempre la voluntad general y la deliberación sería buena. Pero cuando se forman intrigas y asociaciones parciales a expensas de la comunidad, la voluntad de cada una de ellas conviértase en general con relación a sus miembros”.

Las asociaciones parciales terminan alejándose de una voluntad general cuando con las intrigas y diferencias se levantan muros, se pretenden imponer líneas discursivas subjetivas, se excluye de la participación otros planteamientos o razonamientos aun a pesar de formar parte de la comunidad, se recurre al escarnio…

Pero lo peor tiene lugar “cuando una de estas asociaciones es tan grande que predomina sobre todas las otras, el resultado no será una suma de pequeñas diferencias, sino una diferencia única: desaparece la voluntad general y la opinión que impera es una opinión particular”.

Es entonces cuando la facción está servida, una degeneración del concepto e ideal democrático irrumpe e incluso las perspectivas liberales se ven amenazadas por la presencia de elementos iliberales (que sólo favorecen a sombras autoritarias cuando menos) pues cabe recordar que el propio liberalismo defiende la existencia de la pluralidad y la protección de las minorías.

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