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El Pingurucho, del rojo al colorao y sus libertades


Ginés J. Parra Córdoba
Educador social

⏩ Corría el año 1988, había ido siguiendo por la prensa desde pocos años atrás que se quería reponer el monumento a los Mártires de la Libertad, llamados popularmente como Los Coloraos. Descubrí que se pretendía hacer una replica del que en 1943 fue demolido ante la visita del dictador Francisco Franco a la ciudad de Almería, por orden de su entonces alcalde Vicente Navarro Gay. Unos días antes de la inauguración del nuevo monumento, el 24 de agosto de 1988, me dirigí a nuestra Plaza Vieja, Plaza de la Constitución, y realicé algunas fotos con las columnas posadas en el suelo y con su parte principal ya asentada sobre su ubicación actual.

Pingurucho de Los Coloraos (Loa)

Asistí aquel día a su inauguración y año tras año ha sido una cita constante, hasta este que hará 33 años. Con discursos más o menos solemnes y con mayor, menor y poco acierto en algunos casos. Cada año, tras el acto oficial, amigos, familiares y yo mismo hemos colocado flores en el monumento para homenajear y recordar a “Los Coloraos”, aquellos veintidós hombres que fueron detenidos, torturados, vejados y finalmente fusilados de rodillas sin juicio alguno. No eran delincuentes, sino hombres que se sublevaban contra el absolutismo de Fernando VII, rey impuesto por Francia, y que pretendían, por tanto, defender los valores constitucionales, liberales, y restaurar las libertades usurpadas.
Se amparan en excusas lamentables para arrancar los ficus centenarios de la plaza y destruir el monumento, ya que su traslado se antoja a todas luces imposible
Hoy, casi a punto de cumplirse los doscientos años de aquella gesta y su triste desenlace, setenta y ocho de la demolición dictatorial del anterior monumento y treinta y tres de la inauguración del actual, vuelve frente al colorao, el color oscuro de la negación, de la intransigencia, la intolerancia y el empecinamiento. Se amparan en excusas lamentables para arrancar los ficus centenarios de la plaza y destruir el monumento, ya que su traslado se antoja a todas luces imposible.

Ya lo ha explicado en varias ocasiones y foros el arquitecto Eduardo Blanes, que fue quien dirigió el proyecto y el montaje en 1988. Informó que “se hizo una cimentación de 4,10 metros de profundidad por 36 metros cuadrados de superficie de planta, preparada para soportar el peso de 466.954 kilos. Los bloques que lo forman se unieron con grapas de acero inoxidable, cada pieza del montaje quedaba sellada con cemento blanco, pegándose las piezas mediante relleno de adhesivo estructural de resina y pernos verticales, también de acero inoxidable. El cuerpo ancho del mismo está relleno de cemento armado y largos pernos de acero inoxidable. Todo se formó un único bloque con un peso de 288 toneladas”. Sin entender mucho, con dicha explicación se puede deducir fácilmente que su traslado se hace difícil, por no decir imposible, sin su destrucción.
Ya hubo quien pretendió en plena democracia silenciar y acallar estos actos conmemorativos de homenaje a los Mártires de la Libertad, prohibiendo que se interpretasen los himnos liberales
Ya hubo quien pretendió en plena democracia silenciar y acallar estos actos conmemorativos de homenaje a los Mártires de la Libertad, prohibiendo que se interpretasen los himnos liberales. Este mismo alcalde levantó el Paseo de arriba a abajo colocando un granito gallego. Probablemente ambas cosas le costaron el cargo en las siguientes elecciones. Tal vez alguna heredera de aquello quiera emular a su mentor.

Algunos tal vez confunden el nombre de los coloraos con el rojo. Recordemos que se le denominaban coloraos por el color de su uniforme, pero algunos tal vez obcecados por el pasado, lo colorao, lo asocian solo al rojo y les molesta no solo el color sino lo que significa la libertad y los valores democráticos y constitucionales que representa dicho monumento. Se cierran en sus creencias sin atender a los ciudadanos, como demostraron rechazando las 117 alegaciones presentadas, no escuchando a las 30 asociaciones que dicen “no” al traslado de árboles y del Pingurucho, colectivos que registraron sus alegaciones junto a 130 escritos de particulares y a las casi 24.000 firmas presentadas.

A tiempo se está de corregir, se dice que ello es de sabios. Tal vez hay gente tan joven que ni viven ni sienten la historia y carecen de cariño a Almería, a su idiosincrasia y su pasado, que conforman nuestro presente. Cada año, el 24 de agosto, celebraremos dicho homenaje en su recuerdo.

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