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A propósito del desmontaje del Pingurucho


Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor

⏩ Según un estudio de una empresa tecnológica tomamos al día una media de 35.000 decisiones y solo somos conscientes del 1%. Para facilitarnos la vida el cerebro determina procesos que se repiten a diario por lo que esa abultada cifra se reduce a cerca de cien al día, a unas casi cuatro a la hora. Hasta ahí el estudio.

Pingurucho de Los Coloraos (Loa)

Si algo hemos aprendido por experiencia propia es que de cada una de esas decisiones se derivan varias consecuencias, por lo que podríamos afirmar que en cada día de nuestras vidas hay cien instantes en los que de forma consciente podemos equivocarnos y cambiar la dirección de nuestro destino y el de quienes nos rodean.
¿Qué responsabilidad se le exigirá al alcalde de Almería cuando, al intentar desmontar el Pingurucho, lo destruya, como avisa el arquitecto que lo construyó?
Algunas de esas consecuencias podemos valorarlas, adelantarnos a ellas, y prepararnos para las siguientes decisiones que tendremos que tomar, pero la mayoría de ellas se nos escapan al entendimiento, y más si tenemos en cuenta que la sociedad que hemos creado, no deja de ser un conjunto de decisiones personales y de las consecuencias derivadas de ellas. Quizás a esas desorbitadas cifras estadísticas es a lo que llamamos azar. 

Entendemos que el error forma parte de nuestras vidas, que acertar en todas las decisiones es imposible, y para minimizar el número de errores, para intentar no dejarnos llevar por impulsos, para no andar improvisando, para no dejarnos apabullar por la biología y las matemáticas definimos el concepto de responsabilidad. Una virtud que muchos la tienen desarrollada de nacimiento, o adquirida por educación, y que no es otra cosa que la de asumir ante alguien las consecuencias de las decisiones que se toman. Como otros no tienen esa capacidad, o su escala de valores es diferente, tuvimos que inventar las leyes con el objeto de delimitar las responsabilidades legales de nuestros actos.

Y ahí radica el problema de nuestros políticos. Toman las decisiones pensando solamente en esas responsabilidades legales, que al fin y al cabo son las únicas que se les podrán exigir. Por esa razón se pasan la mayor parte de su tiempo con el miedo a que a sus rivales los culpabilicen de todos los males derivados de sus acciones y con el temor de ser señalado y estigmatizado.

Con miedo no se puede gobernar, porque entonces dejas asumir las responsabilidades morales y éticas de tus decisiones, o la omisión de ellas, y las constriñes a las legales como está haciendo el gobierno con la vuelta al colegio, u otras muchas decisiones que se están tomando por parte de las comunidades autónomas para el control de la pandemia. Es plantear el partido a no perder, a mantener la portería a cero, más que a crear nuevas tácticas que generen oportunidades. No se premia el juego bonito, sino la victoria, a costa de lo que sea, por eso cuando vamos a votar en las elecciones nos vemos en la tesitura de votar al menos malo.

El éxito personal, el de un pueblo o el de un país, radica en la valentía, que no inconsciencia, de las decisiones que se toman, en la capacidad de innovación, de adaptación, y la de minimizar los riesgos que se derivan de ellas. Para ir en esa línea hay que dialogar, hay que ser consciente de que cuantos más participen en la resolución del problema más posibilidades de acertar tenemos y mejor asumiremos las consecuencias que se deriven de las decisiones colectivas que tomemos. Hay que pensar en cambiar lo que nos rodea, no en mantener lo que nos debilita.

Y para ello nuestros políticos deben ser consecuentes, asumir sus responsabilidades más allá de lo que estime un juez, no parapetarse tras una barricada de papeles. Y pongo un último ejemplo que fue lo que me llevó a escribir esta opinión. Don Ramón Fernández Pacheco ha conseguido modificar todos los papeles legales que le hacían falta, y escudado en una simple minoría, va a terminar, aunque eso está por ver, la plaza diáfana que le prometió a su antecesor, con la palabra a la ciudadanía de que el traslado del monumento a Los Coloraos se hará con todas las garantías para su conservación y que los árboles serán trasplantados en otro rincón de la ciudad.  ¿Qué responsabilidad se le exigirá cuando al intentar desmontarlo lo destruya como avisa el arquitecto que lo construyó y mueran la mitad de los árboles centenarios? Ninguna. A lo sumo, como el Rey emérito tras la cacería de Botsuana, comparecerá compungido ante los medios pidiendo disculpas con la carpeta de los informes de sus técnicos debajo del brazo para eximir su responsabilidad legal.

¿Pero quién determina lo que es ético y moral, no? Pues eso, que nos gobierna el miedo.

El Pingurucho, del rojo al colorao y sus libertades


Ginés J. Parra Córdoba
Educador social

⏩ Corría el año 1988, había ido siguiendo por la prensa desde pocos años atrás que se quería reponer el monumento a los Mártires de la Libertad, llamados popularmente como Los Coloraos. Descubrí que se pretendía hacer una replica del que en 1943 fue demolido ante la visita del dictador Francisco Franco a la ciudad de Almería, por orden de su entonces alcalde Vicente Navarro Gay. Unos días antes de la inauguración del nuevo monumento, el 24 de agosto de 1988, me dirigí a nuestra Plaza Vieja, Plaza de la Constitución, y realicé algunas fotos con las columnas posadas en el suelo y con su parte principal ya asentada sobre su ubicación actual.

Pingurucho de Los Coloraos (Loa)

Asistí aquel día a su inauguración y año tras año ha sido una cita constante, hasta este que hará 33 años. Con discursos más o menos solemnes y con mayor, menor y poco acierto en algunos casos. Cada año, tras el acto oficial, amigos, familiares y yo mismo hemos colocado flores en el monumento para homenajear y recordar a “Los Coloraos”, aquellos veintidós hombres que fueron detenidos, torturados, vejados y finalmente fusilados de rodillas sin juicio alguno. No eran delincuentes, sino hombres que se sublevaban contra el absolutismo de Fernando VII, rey impuesto por Francia, y que pretendían, por tanto, defender los valores constitucionales, liberales, y restaurar las libertades usurpadas.
Se amparan en excusas lamentables para arrancar los ficus centenarios de la plaza y destruir el monumento, ya que su traslado se antoja a todas luces imposible
Hoy, casi a punto de cumplirse los doscientos años de aquella gesta y su triste desenlace, setenta y ocho de la demolición dictatorial del anterior monumento y treinta y tres de la inauguración del actual, vuelve frente al colorao, el color oscuro de la negación, de la intransigencia, la intolerancia y el empecinamiento. Se amparan en excusas lamentables para arrancar los ficus centenarios de la plaza y destruir el monumento, ya que su traslado se antoja a todas luces imposible.

Ya lo ha explicado en varias ocasiones y foros el arquitecto Eduardo Blanes, que fue quien dirigió el proyecto y el montaje en 1988. Informó que “se hizo una cimentación de 4,10 metros de profundidad por 36 metros cuadrados de superficie de planta, preparada para soportar el peso de 466.954 kilos. Los bloques que lo forman se unieron con grapas de acero inoxidable, cada pieza del montaje quedaba sellada con cemento blanco, pegándose las piezas mediante relleno de adhesivo estructural de resina y pernos verticales, también de acero inoxidable. El cuerpo ancho del mismo está relleno de cemento armado y largos pernos de acero inoxidable. Todo se formó un único bloque con un peso de 288 toneladas”. Sin entender mucho, con dicha explicación se puede deducir fácilmente que su traslado se hace difícil, por no decir imposible, sin su destrucción.
Ya hubo quien pretendió en plena democracia silenciar y acallar estos actos conmemorativos de homenaje a los Mártires de la Libertad, prohibiendo que se interpretasen los himnos liberales
Ya hubo quien pretendió en plena democracia silenciar y acallar estos actos conmemorativos de homenaje a los Mártires de la Libertad, prohibiendo que se interpretasen los himnos liberales. Este mismo alcalde levantó el Paseo de arriba a abajo colocando un granito gallego. Probablemente ambas cosas le costaron el cargo en las siguientes elecciones. Tal vez alguna heredera de aquello quiera emular a su mentor.

Algunos tal vez confunden el nombre de los coloraos con el rojo. Recordemos que se le denominaban coloraos por el color de su uniforme, pero algunos tal vez obcecados por el pasado, lo colorao, lo asocian solo al rojo y les molesta no solo el color sino lo que significa la libertad y los valores democráticos y constitucionales que representa dicho monumento. Se cierran en sus creencias sin atender a los ciudadanos, como demostraron rechazando las 117 alegaciones presentadas, no escuchando a las 30 asociaciones que dicen “no” al traslado de árboles y del Pingurucho, colectivos que registraron sus alegaciones junto a 130 escritos de particulares y a las casi 24.000 firmas presentadas.

A tiempo se está de corregir, se dice que ello es de sabios. Tal vez hay gente tan joven que ni viven ni sienten la historia y carecen de cariño a Almería, a su idiosincrasia y su pasado, que conforman nuestro presente. Cada año, el 24 de agosto, celebraremos dicho homenaje en su recuerdo.

Carta abierta a Jose Fernández, asesor de Comunicación del Ayuntamiento de Almería


Gerardo Roger Fernández
Arquitecto, urbanista, exdirector del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento de Almería de 1982 a 1990 y director del Equipo multiprofesional redactor del Plan General de 1986

Sr. Fernández, tras leer su comunicado del pasado 17 miércoles, en el cual diserta sobre mi artículo relativo al derribo y destierro del Pingurucho, publicado en este diario el martes 16, paso a responderle algunas consideraciones que vierte en el mismo. Previamente, deber de educación obliga agradecerle los adjetivos que dedica a mi persona calificándome como “hombre agradable e inteligente”. Nunca vienen mal unas valoraciones positivas.


Sin embargo, ya no merecen la misma valoración desde la óptica del rigor periodístico algunas otras aseveraciones que vierte en su texto. Por ejemplo, cuando me adjudica la condición de exconcejal socialista de Urbanismo o cuando me acusa de ocultarlo en el artículo. Pues bien, nunca tuve el gran honor de ser concejal socialista en el Ayuntamiento de Almería ni tampoco lo oculto en el texto. De hecho, Sr. Fernández, si se dignara en echar una sencilla mirada al artículo publicado y que Vd. critica, constataría que bajo mi foto se expone explícitamente mi condición de Director del Servicio de Urbanismo municipal de 1982 a 1990 y de su Plan General de 1986.
La restauración del monumento llevada a cabo en 1988 se aprobó sin ningún voto en contra, mientras que su derribo y destierro se aprueba por una exigua minoría mayoritaria de concejales del PP y un exconcejal de Vox
Tampoco acierta, Sr. Fernández, cuando asevera que falto a la verdad cuando expongo que existe una mayoría social que se opone a la demolición y exilio del Pingurucho. Lo que he escrito y sigo manifestando, pese a quien le pese, es que la restauración democrática del monumento llevada a cabo en 1988 se aprobó sin ningún voto en contra, es decir, por una inmensa mayoría política y social, mientras que su derribo y destierro se aprueba definitivamente por una exigua minoría mayoritaria de concejales del PP y un exconcejal de Vox.
Paso a invitarle a mantener una sesión de debate público, cara a cara, para que cada uno podamos expresar libremente las razones que amparan nuestras respectivas posiciones
Finalmente, tras rechazar expresiones absolutamente impropias que vierte en su comunicado, tales como “miembros de la ganadería” y otras descalificaciones semejantes que no sé de qué libro de estilo las ha extraído y, menos aún, manifestadas por un cualificado representante de la institución municipal, paso a señalarle que con respecto a las valoraciones que hace sobre los criterios que expongo para demostrar el disparate que se pretende perpetrar, dado que su contenido superaría muy ampliamente la capacidad de esta carta abierta, paso a invitarle a mantener una sesión de debate público, cara a cara, para que cada uno podamos expresar libremente las razones que amparan nuestras respectivas posiciones.

Por tanto, Sr. Fernández, quedo a la espera de su oferta para fijar fecha y modalidad, bien presencial o telemática, pero siempre pública, para celebrar esta sesión de debate que entiendo sería de elevado interés tanto para los vecinos como para los representantes públicos almerienses.

El pingurucho y los ficus


José Ángel Ferrer
Director de Ferrer Arquitectos

La polémica suscitada alrededor de la Plaza Vieja de Almería ha generado un variado y nutrido conjunto de opiniones y comentarios; todos respetables, pero, en mi opinión, no siempre constructivos. Demasiado trasfondo de coloraos contra azules, de izquierdas contra derechas. Para mí, un debate algo rancio en ocasiones que, más que aclarar, ha ido enconando aún más las posiciones.

PLaza Vieja (Loa)

Me gustaría referirme aquí a la experiencia sensorial del que visita la plaza más allá de las disquisiciones políticas e ideológicas que han venido alimentando últimamente esta controversia. La Plaza Vieja es uno de los mejores ejemplos de plaza mayor porticada con ayuntamiento del sudeste español y que, sin pretensión de comparar, tiene sus precedentes en las plazas mayores de otras ciudades de nuestro país como Salamanca, Valladolid, Madrid o Córdoba.

El tiempo suele ir aclarando las cosas como si de una batea para extraer oro se tratara. A base de agitar el agua el agua mezclada con la tierra se va desprendiendo la grava hasta quedar lo auténticamente esencial, lo permanente, lo valioso: las pepitas de oro; mezcladas, eso sí, con algo de arena, porque la pureza extrema no existe. Solo aproximaciones.
Las personas nos enredamos con demasiada frecuencia sin más objetivo que el intento de hacer prevalecer una posición, en aras de alguna razón más personal que colectiva
La lectura de mucho de lo que se ha escrito sobre este asunto a lo largo de estos últimos meses me ha ido produciendo un efecto similar al que provoca cada vaivén en esa batea a la que me he referido y me ha llevado a la convicción de que el fondo auténtico que anima esta polémica tiene poco que ver con los coloraos o con la conveniencia de una reforma integral de la plaza. Más bien, responde a enfrentamientos, a veces absurdos, en los que las personas nos enredamos con demasiada frecuencia sin más objetivo que el intento de hacer prevalecer una posición, en aras de alguna razón más personal que colectiva y que, por tanto, no es la que suele beneficiar más a la sociedad en general y por ende a la ciudad.

Entre los que están a favor de que todo quede como está, es decir, en contra de la reforma de la plaza,  nos encontramos con argumentos que se centran en el valor de los coloraos, aquellos mártires que lucharon por la libertad; otros, en la insensibilidad que demostró algún político de turno sobre la conveniencia de homenajearlos; alguno se refirió al coste de las obras de desmontaje y traslado del pingurucho; algunos más, sobre la pérdida de la sombra que arrojan los árboles actuales; afortunadamente muy pocos sobre el supuesto escaso valor arquitectónico y urbanístico de la plaza.

Respecto de los que están a favor de la reforma integral, traslado de pingurucho y ficus incluidos, se centran fundamentalmente en la oportunidad para recuperar un espacio arquitectónico único en Almería; en la visión de una plaza semioculta en las últimas décadas; en la oportunidad para disponer de un espacio más flexible y adaptado a cualquier evento público; en que iba en el programa electoral del partido gobernante y, por tanto, se da por asumida la reforma o en que la recuperación de los valores esenciales de la plaza no es incompatible con el valor y mantenimiento del pingurucho y los ficus, al poderse trasladar a otro lugar más adecuado.
Las opiniones en contra de la reforma han sido mucho más sonoras aunque, a mi parecer, no reflejan el sentir mayoritario de la sociedad almeriense cuando se explica bien el problema
Sin embargo, las opiniones en contra de la reforma han sido mucho más sonoras aunque, a mi parecer, no reflejan el sentir mayoritario de la sociedad almeriense cuando se explica bien el problema. De hecho, es curioso que cuando se comenta este asunto en persona dentro grupos reducidos de diferentes sensibilidades, y he tenido oportunidad de debatirlo en diversos foros, se percibe una opinión mayoritaria a favor del traslado de los ficus y pingurucho. Y los que están inicialmente en contra, si no están excesivamente influenciados ideológicamente, a poco que se les argumente suelen aceptar la posibilidad de la reforma prevista.

Parece como si los que están a favor del traslado de pingurucho y ficus no se atrevieran a manifestar públicamente su opinión por miedo a que los tachen de contrarios a la libertad, de defensores del absolutismo de Fernando VII, de fachas, de poco ecologistas, de antidemócratas o de cualquier otro calificativo que provoca esos miedos que nos suelen atenazar, en ocasiones, al ser humano.

En cualquier caso, respeto tanto a los que están en contra como a los que están a favor, a los que lo manifiestan como a los que no lo hacen. Estoy seguro que si profundizamos adecuadamente, todos tienen loables razones para opinar como opinan.
Con el traslado de los ficus y el pingurucho, Almería va a descubrir un espacio único y singular de gran valor estético, arquitectónico y urbanístico, semioculto durante muchos años
Mi opinión es que, con el traslado de los ficus y el pingurucho, Almería va a descubrir un espacio único y singular de gran valor estético, arquitectónico y urbanístico, semioculto durante muchos años. Un espacio con una singularidad que reside en un conjunto de características como sus generosas y óptimas dimensiones, sus adecuadas proporciones, la regularidad en el ritmo de sus vanos y macizos, su escala apropiada, su homogeneidad, su condición unitaria y el carácter que impregna todo su conjunto construido.

Todo lo anterior hace de la Plaza Vieja un espacio sin precedentes en nuestra provincia a nivel arquitectónico al margen de otras consideraciones históricas o sociales. Recuperar el carácter diáfano de la plaza, su esencia como espacio urbano que acoja con serenidad casi cualquier actividad supone descubrir su identidad, atender a su autenticidad.

Actualmente, resultan difíciles de apreciar los valores que atesora la plaza al encontrarse parcialmente ocultos y no ya porque estén físicamente tapados y se dificulte su visión directa sino porque la presencia de elementos, fuera de escala para ese entorno o con una alta carga decorativa que actúan a modo de imán visual, como el pingurucho, desvían la atención que merece el resto del conjunto construido, incluida la magnífica cúpula del convento de Las Claras, generando un cuasi conflicto óptico y estético.

Despojar la plaza de lo que, en mi opinión, le es ajeno, la dotaría de mayor intensidad urbana, de mayor claridad, en contraposición con ese estado insulso, confuso, anodino y falto del carácter que actualmente transmite.
El pingurucho debería ubicarse en un lugar preferente y relevante. Para mí, el mejor con diferencia sería donde actualmente se encuentra el obelisco sur de la rambla
Ahora bien, igual que digo lo anterior, posicionándome a favor de una Plaza Vieja despejada, sin los ficus y sin el pingurucho, también creo conveniente manifestar lo siguiente: El pingurucho debería ubicarse en un lugar preferente y relevante. Para mí, el mejor con diferencia sería donde actualmente se encuentra el obelisco sur de la rambla funcionando así como fondo de perspectiva y estableciendo una adecuada relación con el mar próximo.

De esta forma recuperaríamos la memoria del lugar por donde entraron y fueron asesinados los coloraos estableciendo una necesaria y adecuada dialéctica entre ambos espacios. Sin embargo, esto obligaría a eliminar el obelisco que tan acertadamente se ubicó en ese punto de la rambla. Por tanto, si tenemos que buscar otra alternativa, quizá una solución podría ser el comienzo del parque Nicolás Salmerón frente al Gran Hotel, pero habría que acondicionar muy bien ese espacio para que el pingurucho se presentara con todo el esplendor que merece evitando que aparezca como un elemento residual y descontextualizado.

Los ficus podrían trasplantarse si su coste es razonable. Lo importante es la tendencia a ir aumentando la vegetación en nuestra ciudad al margen de episodios puntuales que obliguen a prescindir de algunos árboles de forma esporádica en aras de alguna actuación de mayor relieve.
La creación siempre implica destrucción. No hay que tener miedo a eliminar algo si no tiene un gran valor o se puede disponer en otro lugar con igual o mejor resultado. Y este es el caso, tanto de los árboles como del pingurucho
La creación siempre implica destrucción. No hay que tener miedo a eliminar algo si no tiene un gran valor o se puede disponer en otro lugar con igual o mejor resultado. Y este es el caso, tanto de los árboles como del pingurucho. Por último, y no por ello menos importante, la futura plaza debería diseñarse y ejecutarse con el mayor acierto y sabiduría posibles. Desde mi modesta opinión, no me gustaría dejar de sugerir que se replantease el diseño del pavimento previsto que ha aparecido en algunos medios y redes sociales.

Creo que el nuevo pavimento de la plaza no se debe convertir en un elemento con demasiado protagonismo que pudiera entrar en conflicto visual con el resto del espacio. Un pavimento más neutro que subrayara la galería porticada y la fachada del ayuntamiento podría resultar algo más adecuado. También, habría que disponer elementos de sombra creativos e innovadores, donde se le pueda dar cabida a la vegetación natural evitando las típicas y convencionales pérgolas o sombrillas.

Así, la Plaza Vieja debería transformarse en un espacio moderno, pero manteniendo su esencia y carácter original. En definitiva, una plaza que se convierta en una referencia para nuestra provincia, antesala y vestíbulo del recorrido hacia la ausente Alcazaba actuando de enlace entre el centro histórico y el monumento que dio origen a la ciudad.

¿Por qué sería gravemente dañado si se trasladara el Pingurucho de los Coloraos?


Eduardo Blanes Arrufat
Arquitecto

El monumento de la Plaza Vieja era el principal y señero monumento de la ciudad hasta que en 1943 las autoridades municipales no democráticas lo “desmontaron” y, en la práctica, lo destruyeron, desapareciendo junto al monumento los restos de los 25 Mártires de la Libertad depositados en este lugar. El Ayuntamiento democrático reparó esa amputación mediante el restablecimiento de su reproducción arquitectónica, iniciada en 1984, hasta su reconstrucción, montaje e inauguración el 24 de agosto de 1988.

Pingurucho de los Coloraos (Loa)

Está construido en grandes bloques de mármol Blanco Macael, para mostrar en el lugar más representativo de Almería la gran calidad de la piedra universal identitaria de nuestra tierra. Y fue sufragado en parte por suscripción popular. Se realizó completamente con material, empresas, talleres, operarios y técnicos almerienses. El coste ascendió en 1988 a 48 millones de pesetas (IVA incluido).
Se oculta o desconoce que el incorrectamente denominado “traslado” supone afrontar unas obras de gran envergadura que producirán severos e irreversibles daños al monumento actual
El pretendido “traslado” del monumento, respaldado por una exigua y coyuntural mayoría de concejales del consistorio municipal, ha dividido a los grupos políticos municipales (y por ende a los ciudadanos representados por ellos), que contrasta sobremanera con la unanimidad con que se acordó entonces su restablecimiento. Se oculta o desconoce que el incorrectamente denominado “traslado” supone afrontar unas obras de gran envergadura que producirán severos e irreversibles daños al monumento actual.

Sus patrocinadores municipales y partidarios deben conocer los riesgos, deterioros y coste que supondrá. Conllevará un desgaste de energías, división social, graves daños materiales del monumento y despilfarro económico brutales. Y ello sin entrar en los indeseables perjuicios y fracturas sociales que, por los valores institucional, histórico, arquitectónico, simbólico y emocional, que son inseparables al monumento, ya se está produciendo innecesariamente entre los almerienses.
Tiene un peso sobre rasante de 179.000 kg. construido en mármol blanco Macael y un núcleo interior en su base de hormigón armado
El monumento cuenta con un cuerpo de base y una columna, rematada con un capitel y una bola con pinchos, con altura total de 17,30 m. Tiene un peso sobre rasante de 179.000 kg. construido en mármol blanco Macael y un núcleo interior en su base de hormigón armado. Más su cimentación de cuatro metros de profundidad. 

Los medios técnicos de 1988, a diferencia de 1870 y 1900, permitieron el empleo de piezas de gran tamaño y peso, fabricándose en taller de Macael y manejándose con grúas potentes, supliéndose la falta de traba o aparejo entre tales grandes bloques con la utilización de múltiples prótesis interiores de unión de acero inoxidable y morteros fluidos de resinas que, tras su unión, le otorgan más traba y resistencia a las juntas entre piezas que la intrínseca del propio mármol. Se ha convertido así en una pieza unitaria monolítica. En consecuencia, el monumento hoy día podría ser troceado o descuartizado, pero no desmontado.
El denominado en fuentes municipales como "desmontado" es un eufemismo para designar un complejo proceso técnico-constructivo de nuevo troceo de las piezas de mármol
El denominado en fuentes municipales como "desmontado" es un eufemismo para designar un complejo proceso técnico-constructivo de nuevo troceo de las piezas de mármol mediante corte con hilo de diamante que producirá una importante contaminación de partículas de mármol, resinas, acero y plomo en el ambiente de la plaza. El monumento será fragmentado en el orden del doble de piezas que actualmente está compuesto. Tras ello no se podrían trasladar directamente a un nuevo emplazamiento las piezas que resulten del troceo/descuartizado, puesto que, inevitablemente, se producirán roturas y deterioros incompatibles con su reutilización directa, y habría que preparar todo su núcleo y juntas interiores para su ulterior montaje.

Se requerirán adicionalmente más trabajos, como la  demolición de la cimentación actual, el traslado de piezas a taller de Macael, la reconstrucción de piezas rotas o deterioradas, eliminación de elementos internos de hormigones, armaduras, prótesis de acero inoxidable, con retallados y nuevas piezas con mecanizaciones internas para los necesarios trabados, una nueva cimentación, traslado y montaje en otro lugar por empresa marmolista y empresa constructora auxiliar, medios auxiliares de grúas, andamios, materiales especiales, hormigonados, etc., dirección técnica y artística del proceso, gestión administrativa municipal del proceso y cortes de calles para transportes, etc. Todos estos costes evaluados en sus distintas fases para este año 2019, más la aplicación del IVA vigente del 21 %, supondrá un coste del orden de 742.000 €.
Ante este complejo, caro y desgarrador proceso, podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿No es mejor opción proporcionar otro monumento distinto a la ciudad en otro lugar?
Ante este complejo, caro y desgarrador proceso, podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿No es mejor opción proporcionar otro monumento distinto a la ciudad en otro lugar, manteniendo el de los Mártires de la Libertad en la Plaza Vieja, por el mismo coste de su “traslado/troceado”, sin despilfarrar esa importante cantidad de dinero de todos los almerienses? La ciudad y la gestión municipal ganarían, pues existirían dos monumentos en vez de uno, por el mismo precio. ¿Abrirá temerariamente este proceso un indeseable revisionismo de otros símbolos de la historia y sentimientos de nuestra ciudad que divida a los almerienses?

El homenaje a los Mártires de la Libertad: entre la parafernalia institucional y el desinterés general


Asociación
Amigos de la Alcazaba

⏩ Han pasado más de treinta años desde que se inauguró el nuevo Monumento a los Coloraos y con él la vuelta a los actos de homenaje a los que dieron su vida por defender la Constitución de Cádiz y las libertades ciudadanas. “Algo habremos hecho mal” cuando esta celebración, “que debía suscitar el apoyo sincero y unánime de todos los almerienses", adolece de suficientes puntos de conexión con el tejido social almeriense” y “cuando hablar de 'Los Coloraos' en Almería es, a día de hoy, más motivo de enfrentamiento que de natural reconocimiento a quienes murieron defendiendo la libertad de la que hoy todos gozamos”, decía el orador de esta edición Luis Rogelio Rodríguez-Comendador en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Almería.

Acto de homenaje a Los Coloraos (Amigos de la Alcazaba)

Y estamos de acuerdo, algo se habrá hecho mal desde hace 30 años para que uno de los días más importantes de Almería sea compartido tan sólo por dos puñados de personas, debidamente separadas por un cordón, que marca las distancias jerárquicas entre unos y otros asistentes: por un lado, un puñado de políticos de aquí, cuneros de acullá y autoridades civiles y militares, a la sombra de un entoldado construido exprofeso para la ocasión; de otro lado, un puñado de ciudadanos, a la sombra de los árboles que se anunciaron eliminar. El sol hace de frontera natural entre ambos grupos.
Los ciudadanos han querido participar en el acto y cuatro asociaciones  lo han pedido debidamente por escrito. Ni caso
Los políticos son los protagonistas absolutos. Ellos hacen los discursos y también las ofrendas, pagadas con el erario público. De dos en dos, que todos quieren cacho foto. Luego más fotos de grupos y saludos varios. Los ciudadanos han querido participar en el acto y cuatro asociaciones (Bicentenario de los Coloraos, AAVV Casco Histórico, Amigos de la Alcazaba y Chanca-Pescadería) han querido participar en la ofrenda y lo han solicitado debidamente por escrito. Ni caso. Así que al final del acto institucional, abriéndose paso como pueden y sin que nadie les haga ni caso, los representantes de las cuatro asociaciones, dejan su ofrenda floral. Por cierto, ni flashes, ni cámaras, ni televisiones ni blogs de la prensa escrita de este acto ni el que se realizó a continuación en el cementerio.

Del Pingurucho al Cementerio se trasladan un grupo de personas para hacer la ofrenda en el nicho en el que quedaron olvidados los restos mortales de los Mártires de la Libertad. Este año, con una donación y aportaciones privadas, se ha inaugurado una lápida para recuerdo de quienes dieron su vida por la Libertad. Carmen Ravasssa, presidenta de la asociación por el Bicentenario de los Coloraos y otras personas van nombrando una a una las víctimas que fueron fusiladas por el tirano Fernando VII. "Que sus nombres resuenen en el aire", grita Carmen Ravassa. A continuación, bajo un sol de justicia, el orador popular y profesor de Universidad, Andrés Sánchez Picón, se quita el sombrero y recuerda aquella anécdota del que fuera Presidente de la I República Española, Nicolás Salmerón y Alonso. De visita a su tierra y la nuestra, con un sol como el de hoy, también se quitó el sombrero para hacer su discurso. Entonces, la gente le pidió, le rogó, que se cubriera, pero él se negó dignamente “porque ante la soberanía del pueblo tengo que descubrirme”. Toda una metáfora comparada con lo visto y vivido unos minutos antes en el acto institucional ante ese Monumento que el pasado año anunciaron que iban a quitar.

Sí, efectivamente algo están haciendo mal desde hace 30 años, a pesar de lo mucho que dicen que aman a los Coloraos y a este acto. No puedo evitar recordar aquella frase de “Las Amistades peligrosas: “Le prometí amor eterno y realmente lo creí durante un par de horas”.

Lucía Ayala y el traslado del Pingurucho


Juan Torrijos
Periodista

➤➤Me va a perdonar doña Lucía, pero no entiendo demasiado la jugada que ha intentado en el Parlamento de Sevilla con la ubicación del monumento a Los Coloraos (lo cierto es que últimamente no se entiende muy bien algunas de las cosas que hacen o dicen los hombres y mujeres de Podemos, ellos sabrán el por qué). A la presencia del problema de la ubicación del monumento a Los Coloraos de Almería en las orillas del padre Betis no le veo mucho sentido. A ver si ahora los políticos que se sientan en el Parlamento sevillano van a decirles a los ciudadanos almerienses donde tienen que asentar el monumento. Es lo único que nos faltaba. 

Monumento a Los Coloraos

Y si no es eso lo que quería doña Lucía Ayala, parlamentaria almeriense de Podemos, llevándolo hasta la vera de La Giralda, que nos lo expliqueNo hemos entendido la operación que nos ha querido vender. El Gobierno de la Junta firmó un convenio con el Ayuntamiento hace muchos años, algunos lustros, casi dos décadas, en el que se recogía los trabajos a llevar a cabo la casa consistorial, en la antigua plaza de las Cañas, hoy de la Constitución, para los almerienses plaza Vieja, y que debían estar acabados para los Juegos Mediterráneos del 2005. 
¿No vamos a ser capaces de ponernos de acuerdo los almerienses, va a ser imposible compaginar el goce de las dos sin imposiciones desde la lejana Sevilla y su parlamento? 
En ese tratado estaba prevista la remodelación de la plaza y con ella buscar nuevo acomodo al monumento de Los Coloraos. Pero aunque no estuviera el acomodo o traslado del mismo, estamos cansados, diría más, hasta la coronilla, por estas tierras de que nos quieran manejar desde las orillas del Guadalquivir. Y menos que ustedes, los políticos, den la impresión de que no somos capaces los almerienses de solucionar nuestros problemas de decoración ornamental y pidan ayuda y solución en otras instancias.

El problema es nuestro, de usted, doña Lucia, y de todos los que nos sentimos sociedad política o civil almeriense, y podemos estar unos a favor y otros en contra, y debemos discutir y razonar nuestras posturas (a ser posible sin sectarismo) en el intento de dotar a la ciudad de historia y de espacios donde disfrutarla, gozar de la ciudad y disfrutar de su historia.

¿No vamos a ser capaces de ponernos de acuerdo los almerienses, va a ser imposible compaginar el goce de las dos sin imposiciones desde la lejana Sevilla y su parlamento? Es de esperar que no y que doña Lucía ponga de su parte para que lo logremos.

El largo camino de Los Coloraos

Marta Rodríguez
Periodista

El camino de Los Coloraos se antoja largo y lleno de obstáculos. Si ya era difícil lo que ha conseguido la escritora Carmen Ravassa -que en su libro El colorao no es rojo asegura haber dado con la documentación que acredita que sus restos se encuentran en un nicho olvidado en el Cementerio de San José de la capital-, comprobar si esta situación es real y, de serlo, lograr dignificar lo que queda de los Mártires de la Libertad se asemeja a la trama de una novela de misterio.

El concejal de Fomento del Ayuntamiento de Almería, Carlos Sánchez, del que dependen los cementerios, alude al derecho funerario a la hora de explicar cuáles serían los pasos a seguir. En primer lugar, habría que comprobar si esa documentación es rigurosa y si, efectivamente, en esa unidad de enterramiento están los restos de Los Coloraos. “A partir de ahí habrá qué ver si esa unidad de enterramiento sigue vigente y si los individuos cuyos restos están ahí tienen familiares vivos y ponerlos al día de la situación”, señalaba ayer.

Cementerio de San José
En el caso de que no existan familiares de Los Coloraos o de que esa unidad de enterramiento tenga la concesión caducada, el Ayuntamiento de Almería sí podría actuar de oficio y sacar esos restos. “El debate ya sería ver qué hacer con ellos: yo, por supuesto, entiendo que hay que dignificarlos, como a los demás que se encuentran en la zona uno, que es la más deteriorada del cementerio y que el Consistorio lleva tiempo haciendo un expediente de ruina para regularizar todo eso”, apunta.

Al afectar, presuntamente, a un grupo de personas, el proceso sería todavía más lento. “Habría que consultar uno por uno y ver si corresponden con las personas que aparecen en el libro. En numerosos casos hemos encontrado unidades de enterramiento de hasta 300 años, hay unidades muy antiguas y, con el traspaso de libros, se han perdido algunas referencias”, indica el edil.

De encontrar descendientes con vida, habría que ver si estos quieren hacer constar su derecho sobre la unidad de enterramiento. “Entendemos que a lo mejor no lo van a hacer porque han pasado muchos años y supongo que estarán de acuerdo con que los restos se pongan en valor. Pero, no obstante, hay que brindar esa oportunidad porque lo marca la normativa”, argumenta.

En el hipotético caso de que el proceso de recuperar los restos de Los Coloraos llegase a buen puerto, se plantearía el debate de dónde ubicarlos. El concejal Carlos Sanchez se muestra partidario de que se queden en el camposanto, donde se podría instalar un monolito como el dedicado a Celia Viñas.  En el actual Pingurucho, señala, es “inviable” introducirlos. “El monumento a Los Coloraos no puede ser una ubicación para esos restos mortales, primero porque en este momento estamos de obras en la Plaza Vieja y la remodelación de la plaza en sí se debe producir en los años 2017 y 2018 y, luego, porque el Pingurucho va a sufrir modificación sí o sí por la obra”, mantiene.

“Aparte, nos encontramos con un grandísimo problema arqueológico en la plaza, que era una necrópolis y hay enterramientos a una cota muy alta, prácticamente a 30-40 centímetros de donde pisamos. Cualquier cosa que se haga conlleva estudio arqueológico, por lo que no parece muy adecuado”, dice. Carlos Sánchez compara esta situación con la que se vivió con los restos de Celia Viñas, que fue “mucho más fácil” porque sus familiares estaban vivos y dieron su consentimiento. “No digo que sea imposible, pero sí es un proceso más lento y trabajoso”.