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El otro testamento de Rocío Jurado

Tania Artajo
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El que hace el número 10 es, sin duda, el capítulo más importante de la docuserie "En el nombre de Rocío", protagonizada por Rocío Carrasco Mohedano y emitida en el canal de pago de Mediaset, Mitele Plus. Trata sobre la voluntad testamentaria de Rocío Jurado. La última voluntad de La Más Grande es de sobra conocida. Hubo herencia para casi todos: para sus hijos, para sus hermanos, para Juan de la Rosa -su hombre de confianza- y para algunos de sus sobrinos. La hija primogénita fue declarada universal y bastante beneficiada de la voluntad de Rocío, algo que molestó sobremanera a algunos familiares que esperaban un reparto distinto.


En el capítulo 10 se ha podido conocer que anteriormente a la conocida última voluntad de Rocío Jurado había otra voluntad que llegó a redactarse por un notario y que incluso la propia Rocío llegó a firmar, pero que nunca se oficializó. Aún en el caso de que se hubiera oficializado ese testamento no sería el efectivo porque siempre prevalece la última voluntad, que fue la de 17 de septiembre de 2004. 

Todos los indicios apuntan a que el impulsor, promotor o asesor de aquel otro testamento fueron su hermana Gloria y el marido de ésta, José Antonio. Pero la pregunta clave es: ¿difiere mucho ese borrador de estamento del que finalmente fue válido? El cambio es sustancial. Como la noche y el día. Hay que hacer la puntualización de que cuando se hizo ese testamento no válido Rocío Jurado aún no había adoptado a los niños Gloria Camila y José Fernando y que Fidel Albiac aún no formaba parte de la vida de Rocío Carrasco. Fue posiblemente en 1999, cuando aún la joven convivía con Antonia David y cuando ya habían nacido los dos nietos de la cantante.

En aquel testamento, Rocío Jurado legaba la ganadería de Yerbabuena a su marido, José Ortega Cano. A sus nietos, Rocío y David Flores, que después nos les dejaría nada, les dejaba los chalets de La Moraleja y de Cotos de Monterrey, con los enseres incluidos. Hay que recordar que, a diferencia del testamento que finalmente se realizó, la cantante dejaba una importante herencia a los hijos de Rocío Carrasco. Esta herencia a sus nietos, al ser menores de edad, sería administrada por Gloria, no por el padre o la madre de los niños. Gloria era nombrada en ese estamento administradora "de los frutos y rentas de dichos bienes para todo lo que implique gastos de alimentación y educación", pudiendo además disponer de esos bienes como quisiera "sin autorización judicial ni subasta pública". Según Rocío Carrasco, "yo, para pagar el colegio de mis hijos, le hubiera tenido que pedir dinero a Gloria", algo que jamás, dice, hubiera hecho.

A su hermana Gloria Mohedano, La Más Grande le deja en ese testamento el chalé de Chipiona. Pero justo en ese apartado del documento hay una anotación manuscrita con la dirección de la propiedad que llama la atención de Anaís Peces, directora de la docuserie. "Es la letra de José Antonio", afirma rotundamente Rocío Carrasco. Gloria también recibiría el dúplex de Chipiona, aunque cediendo el usufructo vitalicio a su íntimo amigo Juan de la Rosa, a quien también dejaba las fincas de Los Naranjos y El Administrador.

Amador Mohedano recibiría la nave de San Sebastián de los Reyes, en Madrid, mientras que a Rocío Carrasco la nombraba heredera universal, aunque realmente no quedaba ningún bien por repartir. Era heredera universal de la nada. "Era una forma de desheredarme", explica Rocío.

¿Qué explicación da Rocío Carrasco a este extraño movimiento de su madre que, en la práctica, era una manera de desheredarla? "Yo estaba con el Ser -dice, refiriéndose a Antonio David Flores-, creo que era su forma de asegurarse de que ese Ser no iba a tocar absolutamente nada que fuera de ella, y como yo estaba con ese Ser, yo tampoco".

Todo parece indicar que el enfado de José Antonio y Gloria, en el acto de apertura del testamento final, se debía a que ellos esperaban ese testamento en cuya redacción participaron, no el que finalmente fue el válido. Según Rocío, "José Antonio sabía que su mujer y él iban a ser los mayores beneficiarios de ese testamento". Además, afirma que su madre "los dejó tranquilos diciéndoles que esto lo había llevado al notario, pero nunca lo llevó y sin decirle nada a nadie el día 17 fue e hizo el testamento".

En ese testamento, la gran perjudicada era Rocío Carrasco, pero también la familia de Amador y Gloria, que recibían muchos menos bienes de los que finalmente recibieron.

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