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Artés de Arcos, el Paco Cosentino del siglo XX

Antonio Torres

Periodista

El empresario triunfador José Artés de Arcos (Alhama de Almería, 1893-1985), que tuvo una infancia difícil, se define por su inventiva, tenacidad y amor por su pueblo natal. Autodidacto con una inteligencia natural, su capacidad de trabajo innata le convirtieron en un empresario de referencia en España. Nació en el seno de una familia humilde formada por Gabriel Artés Pascual y María de Arcos, panaderos de Alhama de Almería que trabajaron en varias panaderías de la provincia. Desde su infancia compaginó el trabajo nocturno en la panadería con un interés creciente por el conocimiento de las matemáticas y de la física. Con 16 años, empujaba vagonetas cargadas de mineral incandescente recién salido de los hornos de calcinación de las minas de Lucainena de las Torres. La mecánica era su pasión; construir objetos a partir de los materiales más insospechados ocupaba todo su tiempo libre. Con 18 años, empezó a trabajar como tornero mecánico en Almería y Melilla. En esta última ciudad cursó la carrera de ingeniería industrial en el Instituto Norteamericano de Estudios a Distancia.

Fue uno de los pioneros en introducir los comedores y centros de descanso para sus trabajadores. En pleno franquismo, pidió un ramal de tren para facilitar la llegada a Alhama de turistas. Emprendió acciones para traer trabajo a su tierra e implantar agua corriente en las casas. Aparecen aportaciones interesantes del nieto José Artés de Arcos Queralt, de los expresidentes de la Cámara de Comercio de Almería Francisco Martínez-Cosentino Justo y José Antonio Picón y un trabajo científico reforzado con ilustraciones para la historia. Me atrevo a calificarlo por su capacidad de creación de puestos de trabajo y los reconocimientos obtenidos fuera de su tierra como el Paco Consentino del siglo pasado, aunque no tuvo la expansión internacional por el aislamiento internacional de todo lo que oliera a dictadura, que no llegó hasta la entrada en Europa en la primera década socialista. “El mundo del automóvil y de sus componentes fue su gran ilusión y el objeto de la mayoría de sus inventos”, explica en la amplia introducción María Carmen Amate Martínez para referirse a “aquel emigrante alhameño que hizo fortuna en Barcelona y vino a Almería para dar trabajo”. Existió una franca colaboración de Artés de Arcos con su pueblo natal al que quiso que se rompiera con el calificativo de “Alhama, la seca” por sus acciones de apertura de pozos, modernización del balneario como uno de los centros termales más modernos de España. compra de aparato rayos-X y diversas obras que no tienen el calado de las anteriores, pero sí de forma social o sus gestiones para que el busto de Nicolás Salmerón se restituyese. 

Amor por Alhama. El expresidente de la Cámara de Comercio de Almería, José Antonio Picón García, empresario y admirador de su paisano Artes escribe una página llena de recuerdos: “En las largar conversaciones que mantuve con él, conocí al hombre emprendedor y luchador, que de la nada consiguió un imperio empresarial y siempre pensando en retirarse a su pueblo para compartir con sus paisanos lo conseguido. Se fue al otro mundo con el sinsabor de no haber sido comprendido por sus paisanos. Para mí fue un gran hombre que amó a su pueblo sobre todas las cosas. Lo que construyó e hizo en el pueblo quedó. Nada se llevó…”, destacó Picón. Leyendo el libro me solidarizo con el sufrimiento tonto de incomprensión que a veces pasa con personas en su tierra y algún feo que sufrió Artés. En los últimos días, hemos visto el vergonzoso espectáculo de la utilización de la fallecida escritora Almudena Grandes en la que se puso de manifiesto que hay autoridades que no saben distinguir entre el papel institucional y el propagandístico de sus respectivos partidos en una sociedad hiperpolitizada. El talento de Almudena Grandes está por encima de la mezquindad y ayer comprobé que sus últimos libros estaban agotados en las librerías. “Ser persona non grata me reconforta en mi conducta”, afirmó Juan Goytisolo, sin chaqué ni chilaba, cuando recibió el Premio Cervantes. Hay decenas de ejemplos de “pueblos pequeños, infiernos grandes”. Otro desaparecido, el alumno favorito de Celia Viñas, Agustín Gómez Arcos, en su libro autobiográfico, “Niño Pan”, se encontró con iniciativas para que su pueblo natal, Enix, le retirara el nombre de la calle dedicada. Afortunadamente, el sentido común se impuso. 

La capital cuenta con la calle Artés de Arcos en el lugar donde existió una de las fábricas que forman parte de la memoria de Almería y que debería contar con una placa. Desde su pueblo natal, el actual alcalde, Cristóbal Rodríguez López, subraya que Alhama de Almería reconoció su profundo compromiso nombrándolo Hijo Predilecto en 1955 y rotulando con su nombre una calle y una placa de mármol blanco situada mu próxima al balneario. “En la memoria de los almerienses de la época, Artés de Arcos ´era aquel emigrante alhameño que hizo fortuna en Barcelona y ha venido a Almería para dar trabajo´. Ciertamente, crear puestos de trabajo y tratar de frenar la sangría poblacional de mano de obra joven que la provincia almeriense sufría en estos años cincuenta y sesenta del pasado siglo, sería el motivo primordial de la estancia, durante algo más de treinta años, de este empresario en tierras almerienses, en su tierra. En efecto, Artés no hizo ´oídos sordos´ a aquellas peticiones, que, en los primeros años del franquismo, las instituciones almerienses dirigían a los empresarios de esta tierra que habían logrado triunfar lejos de su lugar de origen para colaborar con su experiencia en el resurgir económico de la provincia en una etapa de su historia en la que todo ´estaba por hacer´. Habida cuenta de que las carencias eran muchas y de que su experiencia empresarial en tierras catalanas, durante cuarenta años de intenso trabajo, lo habían dotado de un profundo conocimiento de las necesidades del país…”, explica para la historia María Carmen Amate, directora de El Eco de Alhama, Hija Predilecta de Alhama y especialista en la figura del alhameño universal Nicolás Salmerón y Alonso, presidente de la I República en 1873. El libro “Artés de Arcos. Empresario e Inventor”, editado por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA, se presentará antes del mes de marzo.

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