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Hay que poner fin al deterioro que sufre el entorno de la Alcazaba

Real Academia de Bellas Artes
de Nuestra Señora de las Angustias

La Alcazaba de Almería constituye el testimonio histórico más importante de la ciudad a la vez que conforma su referente visual más característico. Su posición prominente sobre un escarpado cerro cercano al mar le ha convertido en el elemento aglutinador en torno al cual se desarrolló la ciudad. Su entorno más inmediato, elemento fundamental en la conservación de sus valores, muestra a través de claras evidencias los procesos de desarrollo y regresión que la ciudad fue experimentando a lo largo de su historia, por lo que constituye parte fundamental de ese bien patrimonial.

Obras del Mesón Gitano
Los procesos urbanísticos que la ciudad ha experimentado en los últimos tiempos no han sido especialmente cuidadosos con este entorno. En la falda del monte que mira hacia el mar la implantación de barrios populares con sistemas de urbanización y construcción casi siempre precarios, han facilitado procesos de degradación urbana con escasas intervenciones paliativas lo que ha comportado situaciones de abandono y deterioro ambiental en los bordes entre el casco urbano y el monumento.

En el lado opuesto, en la ladera septentrional, la conocida como Hoya de Jayran, se ha mantenido como espacio libre al estar bordeada por la muralla del cerro de San Cristóbal y la que cruza la misma hoya hasta la Alcazaba, y al considerarse que su subsuelo contiene restos arqueológico significativos de la ciudad medieval. Pero por el estado de abandono en que se encuentra, al ser usada como zona esporádica de aparcamiento y con grandes acumulaciones de residuos, se ha convertido en un área marginal que desaprovecha su gran potencial como zona de esparcimiento urbano con grandes valores naturales y culturales.

Esta situación se ve enfatizada por el contraste que produce la presencia, al otro lado de la muralla, de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC, asentada en un espacio de similares características orográficas pero que con unos mínimos cuidados y la preservación de la flora autóctona presenta un aspecto de espacio natural preservado de gran atractivo. No se explica cómo todavía no se ha intentado aprovechar este espacio como zona de esparcimiento público cuidando su carácter de espacio natural y dándole el adecuado decoro.

Con ser lamentables estas situaciones la reciente intervención en la zona en donde estaba el Mesón Gitano resulta mucho más preocupante, pues a la inacción en esas zonas se ha sumado una actuación de alto coste económico y resultados censurables pues introduce una serie de elementos perturbadores en los límites entre la trama urbana y el entorno protegido.

La construcción de una vía de dimensiones y morfología propias del tránsito rodado dentro de la zona de protección del monumento, sostenida por muros de hormigón que forman barreras visuales y morfológicas en el territorio, no puede considerarse una acción apropiada. Pero más grave es la construcción de un edificio de hormigón, de dimensiones fuera de la escala adecuada en ese entorno, que produce serias interferencias visuales en la contemplación del monumento desde muchos puntos de observación, cuya implantación transforma la topografía natural de la ladera y cuyo uso y utilidad no parecen estar ni definidos ni justificados.

La aparición de importantes restos de la ciudad medieval en el emplazamiento de esta nueva construcción, lejos de aportar justificación a su existencia pone de manifiesto lo erróneo del proceso llevado a cabo pues supone en la práctica el sometimiento de las necesarias medidas de conservación de esos restos a las servidumbres que el proyecto previamente ideado les impone.

La Academia ve con gran preocupación estas situaciones que en su opinión ponen de manifiesto un proceso erróneo en la definición de estrategias y prioridades en la atención y protección de un bien cultural de enorme valor para la ciudad. Parece que en este caso han primado acciones poco reflexivas que buscan primordialmente el impacto mediático sobre las necesarias actuaciones de conservación patrimonial que debieran ser ante todo coherentes, discretas y equilibradas.

Por este motivo, insta a las administraciones con competencia en el tema a buscar soluciones que impidan la permanencia y el agravamiento del deterioro que sufre el entorno de la Alcazaba de Almería, deteniendo aquellos procesos en curso cuya culminación pueda ser de difícil y costosa reversibilidad.