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La metamorfosis

Antonio Felipe Rubio
Periodista

¡Éste no es mi Diego, que me lo han cambiao!

De la noche a la mañana, y tras un largo periodo de letargo -posiblemente complaciente para algunos-, la Mesa de las Infraestructuras reaparece con aires de exigencia y reproches. O sea, que se han vuelto crítico, con el riesgo que ello conlleva. Otrora, con las encuestas no tan definidas y con Martín Soler controlando el cotarro… ahí les querría yo ver. Algo ha pasado para que la Cámara se abarranque en la aventura de exigir al Gobierno el cumplimiento de sus promesas y la ejecución de los presupuestos asignados al Tren de Altas Prestaciones (lo que llaman AVE y no es tal).

Alguien me dijo: piensa mal… y te quedarás corto. No quisiera pensar mal, pero todo es un crisol de coincidencias donde se funden los intereses más inocentes y, cómo no, los inconfesables. Hay que pensar que la Cámara de Comercio no pasa por sus mejores momentos tras la nueva regulación anunciada por el Gobierno y que deja a las instituciones camerales sin la seguridad de una holgada financiación. Esto pudiera influir para terminar con el buen rollito y el tono de melifluidad que, entre otras cosas, ha logrado elevar al grado de inutilidad irrelevante a la tenida por amortizada Mesa de las Infraestructuras. También es coincidencia que la Mesa regrese de su hibernación con atronadores rugidos reivindicativos que reverberan y acojonan por todos los rincones de la osera; y lo hace, precisamente, cuando las encuestas dejan pocas dudas a la posible alternancia de poder y, consecuentemente, es preciso ponerse de perfil y que se noten menos las adhesiones inquebrantables a la Junta de Andalucía y a la incontinencia manipuladora del PSOE provincial. Pero, ya digo; esto sería pensando mal.

Pensando bien, saludo y felicito a la Mesa y a su presidente, Diego Martínez Cano, por su denodado interés en aras de la defensa de los intereses generales de la provincia y la consecución de tan nobles iniciativas que perseveran en el feliz término de las inversiones comprometidas. Igualmente, me identifico con la desaparición de arrumacos y el tono de exigencia, sin ambages, y anteponiendo el interés de la provincia por encima de corporativismos, arribismos… y con indubitada independencia.

Sinceramente, no sé por dónde inclinarme. Las metamorfosis sólo se dan en las crisálidas… y en algunos capullos.
(Publicado en noticiasdealmeria.com. Autorizada su reproducción)

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