La llegada de La Familia de la Tele a RTVE, un simple
programa de entretenimiento, ha generado en nuestro país más titulares,
comentarios y tertulias que la llegada de Trump a La Casa Blanca. ¿Qué se
espera de una televisión pública? Esta es la frase en la que se han apoyado
prácticamente todos los críticos en sus alegatos contra el programa producido
por La Osa para construir sus narrativas.
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La Familia de la Tele, ayer / La 1 |
¿Verdaderamente es
solo la preocupación por una televisión pública de calidad lo que ha generado
esta inmensidad de reacciones contrarias a La
Familia de la Tele? Para obtener una respuesta, que seguramente no la habrá
-no todo es blanco ni todo es negro-, es interesante ordenar cronológicamente
el punto de origen de la polémica. Se puede partir de los que no han visto
nunca un Sálvame y han puesto el
grito en el cielo por no querer una reproducción del programa en “su televisión
pública”; seguir con los que instrumentalizaron una campaña contra La Fábrica
de la Tele por la emisión de una docuserie que plasmaba la realidad de muchas
mujeres que sufren violencia de género; continuar con los periodistas que se
hacen eco de una crítica y la reproducen casi con puntos y comas, dándola por
suya; y finalizar con el corporativismo de los trabajadores de RTVE, que no
quieren producciones ajenas en su medio.
Ante el anuncio hace
unas semanas del estreno de La Familia de
la Tele en la tardes de La 1, “supuestos consumidores” de la cadena de RTVE
presentaban, llenos de prejuicios, su incomodidad ante la presencia en sus
pantallas de los antiguos colaboradores de Sálvame.
Muchas de las críticas previas al estreno se formularon en términos como: “No
queremos personajes zafios en nuestra televisión” o “No permitiremos a individuos
con actitudes machistas que atacan a las mujeres”, Algo que demuestra que
quienes emitían estas críticas eran, en muchos casos, poco conocedores de la
evolución de Sálvame y hablaban de
oídas.
Es una obviedad que
el extinto programa de Telecinco no ha estado libre de polémicas a lo largo de
sus casi tres lustros en pantalla. Estereotipos machistas, faltas de respeto
hacia ciertos personajes públicos y la agresividad verbal de algunos
colaboradores marcaron parte de su trayectoria. Pero también es cierto que en
su última etapa, y ante la demanda de las audiencias, el programa experimentó
un giro de 180 grados, corrigiendo muchas de las actitudes señaladas, justo
antes de que Mediaset decidiera cancelarlos, supuestamente por motivos
ideológicos.
Por otro lado, es
bien conocida en el mundo de la televisión la campaña política que se llevó a
cabo contra La Fábrica de la Tele tras la emisión de la docuserie Rocío, contar la verdad para seguir viva.
No es ninguna idea peregrina pensar que esos mismos sectores que ya batallaron
contra La Fábrica de la Tele retomaran sus campañas ante el anuncio de la
llegada de La Osa Producciones Audivisuales (antes La Fábrica de la Tele) a la
televisión pública. Y al ruido de estos se suman los medios y seudomedios expertos
en televisión.
Tras el desfile,
afeado por la intensa lluvia en Madrid y algo de desorganización, llega el
primer programa en plató. Y solo ha bastado la crítica de un prestigioso
analista de televisión, no con poca razón en algunas cuestiones, pero quizás
otras subjetivas y bastante duras para ser el primer programa, y un concluyente
“esto en la televisión pública no”. Cuestión que aprovechan el resto de
periodistas “expertos” en televisión para, como si de una vieja vietnamita
reproductora se tratara, generar críticas en el mismo sentido. No sea que yo
lleve la contraria, aunque tenga razón, y quede mal en el mundillo.
Durante esta semana,
el programa ha querido reconducir el formato ante el miedo a la cancelación,
debido al tsunami de críticas y a las bajas audiencias. El jueves, tras una
catarsis colectiva de los protagonistas ante la presión que sufren por tanta
valoración negativa y un giro radical en su segunda franja con un formato de
reportajes y actualidad que recordaba mucho a otro de los exitosos programa de
RTVE, España Directo, lograron una
pequeña remontada en cifras. Ya el viernes el programa parecía mucho más
asentado en sus dos franjas de emisión. La primera, dinámica y divertida, con
esa marca inconfundible de la dirección y los colaboradores. Y la segunda
franja, con Carlota Corredera y Aitor Albizua a los mandos y algunos de los míticos colaboradores en modo tertuliano serios.
A La Familia de la Tele le han atizado por los cuatro costados. No sin falta de razón en algunas cuestiones, pero, aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, unos se han subido a empujar “el carro de los herejes” y otros directamente han asumido el papel de Inquisición ¿Qué se espera de una televisión pública? Todo el mundo lo sabe…
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