Hace 20 años
que Patricia Ramírez desfilaba por el Pabellón de Deportes Moisés
Ruiz disfrazada de la mascota de los Juegos Mediterráneos, Indalete. Después desarrollaría en esas
mismas instalaciones parte de su carrera profesional como funcionaria. Ayer
volvió. Volvió como “ciudadana” y “como madre hasta el último día de mi vida”.
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Patricia Ramírez, en Informativos Telecinco |
Volvió Patricia
para denunciar la indefensión que siente al sentirse desprotegida desde los
ámbitos institucionales y judiciales al conocerse que Ana Julia Quezada,
la asesina confesa de su hijo, Gabriel Cruz, a finales de febrero de 2018, está
recibiendo desde hace años trato de favor en la cárcel donde se encuentra, en
Ávila, accediendo a tener en su celda teléfonos móviles a cambio de relaciones
sexuales con empleados de Instituciones Penitenciarias, que ella misma había
grabado, según algunas investigaciones.
La madre
del ‘pescaíto’ se lamentó de la “mala suerte” de ver cómo quienes
“nos arrancaron a nuestros pequeños de forma cruel, ahora se han convertido en
asesinos famosos”; de tener que comparecer de nuevo ante decenas de periodistas
para recordar que fue ella, solo ella, quien denunció esas presuntas
irregularidades en el centro penitenciario de Brieva, donde Quezada cumple
prisión permanente revisable; de no ser reconocida como “perjudicada” en el
nuevo proceso judicial y de verse obligada “a armarme de paciencia, esperando
que se depuren las responsabilidades”.
En los últimos
meses, Ramírez Domínguez se ha topado con el ‘no’ de la Justicia a que se
investiguen unos hechos que la están agotando “psicológicamente y físicamente”.
Sin rodeos, la madre de Gabriel dice sentir “miedo” porque está
“amenazada”. Ana Julia Quezada está “muy enfadada conmigo porque, entre otras
cosas, le he roto el documental”. “No le caigo bien. Me culpa de todo. Entro en
alarma cuando expresó, según me trasladaron, que se quiere vengar de mi”.
El mismo día en
que se cumplían seis años de la brutal muerte de su hijo, el 27 de febrero de
2024, a Patricia Ramírez le rompieron el alma cuando se difundieron
informaciones de Prisiones asegurando que Ana Julia Quezada “tiene un
comportamiento ejemplar y que hace clases de yoga” “Esto no es tratar con
respeto a una víctima”.
Sin referirse,
como es su costumbre, a la asesina con su nombre y apellidos, Ramírez se entera
hace unos meses “que la asesina de mi hijo supuestamente está chantajeando a
la prisión porque o la trasladan a Barcelona o va a sacar todo lo que tiene (…)
nos acercamos a los ocho años en prisión y ya tendrá legitimidad para pedir
permisos”.
“Pongo la
denuncia porque tengo miedo. En las diligencias de investigación están mis
datos, mi número de teléfono, donde vivo e incluso mi dirección de correo
electrónico,… y esas diligencias han llegado a uno de los funcionarios que
supuestamente tenía relaciones continuas con esa mujer. Este señor posiblemente
ya tenga mi número de teléfono (…) Si esto es proteger a las víctimas en este
país, que venga Dios y me lo diga”.
Por ello, la
madre de Gabriel Cruz no duerme “bien”, se siente “impotente” y se rebela
porque “quienes deberían de defenderme, me cierran las puertas continuamente”.
Llegó el momento en la rueda de prensa en el que Patricia Ramírez casi rompió a
llorar ante los periodistas. “No vivo. No me dejan vivir. Me siento
incapaz”.
Codo con codo
con ella, su amigo y psicólogo Francisco Murcia, con quien ha compartido
todas las comparecencias que ha protagonizado desde la muerte del pequeño
Gabriel en pleno puente del Día de Andalucía en 2018.
“En Almería
tenemos uno de los desiertos más impresionantes de Europa. Volvemos a estar
aquí predicando en el desierto. Espero que esta vez sirva para algo”, empezó
diciendo el psicólogo, dejando que todo el protagonismo desde ese momento lo
tuviera esta animadora de eventos deportivos a los que hace 20 años aplaudían
cientos de almerienses en ese mismo pabellón.
Murcia cerró la comparecencia con otra referencia al desierto. “Si Jesús estuvo 40 días enfrentándose a los demonios, no se pueden imaginar los que es estar casi ocho años (...) Protejan a ella y a todas las víctimas. No se trata de crear una legión de psicólogos para limpiar el dolor del alma”.
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