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Almería y el cine

Kayros
Periodista

Parece que hay en el aire una suave controversia sobre la política cinematográfica (más lo primero que lo segundo) que está llevando a cabo el PP de Almería. La discusión se sitúa en dos frentes: Por un lado todo el personal que se mueve en “Almería en corto”, la venida de las grandes estrellas convirtiendo el Paseo en un Hollywood de bolsillo, la grabación de nuevas películas, la adoración por Beatles sin desmerecer el posible Oscar del film de Trueba y, finalmente, la presencia inevitable del alcalde y el presidente de la Diputación en todos los actos.

Almería, una historia de cine
Es lógico que el PP intente capitalizar para su propaganda electoral todo el supuesto esplendor del cine en la ciudad. Por otro lado está saliendo a los medios de comunicación la crítica de los propiamente cinéfilos. Consideran estos que todo este ruido es más publicidad que otra cosa. Publicidad pagada con el dinero de los almerienses que, en el mejor de los casos, debería emplearse para crear una industria sostenible contando con guionistas, cameraman, directores, fotógrafos y artistas en general, ya sin la pellejería de los casting.

Hay anécdotas hilarantes como la de esa señora que no debía estar en el ajo cuando confundió una estrella del cine universal con otra mujer de su pueblo. “¿Quién será esa pelanduzca que se retrata con don Gabriel? “Parece que la vieron murmurar al tiempo que miraba la foto de nuestro presidente de la Diputación.

Los críticos recordarían sin duda otros tiempos en que el esplendor del cine almeriense se vino abajo por la miopía incurable de las autoridades políticas que no supieron ver potencialmente otra fuente de riqueza y de empleo. Cuentan que aquí carecíamos de un simple estudio de revelación y había que ir a Madrid constantemente para ver las primeras pruebas fotográficas.

Un artículo reciente de un descontento con la política del ruido y pocas nueces resume así su malestar artístico: “Si esto es cultura, yo soy Conan”. La conclusión que presuntamente saca este señor es que si no creamos nuevas estructuras que hagan sostenible la industria del cine, todo será azotar al viento y hablar por hablar. Los versos de Quevedo vienen al dedillo: “ Fue sueño ayer, mañana será tierra/ Fue antes nada y poco después, humo”.

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