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El caso de Rocío Carrasco llega a la Universidad

Emilio Ruiz
@opinionalmeria 

En la noche del 21 al 22 de marzo de 2021 la mayoría de españoles que estaban viendo la televisión quedaron en shock. Una mujer desarmada anímicamente y hundida en un pozo sin fondo, Rocío Carrasco, hija de dos populares españoles, ya fallecidos, el boxeador Pedro Carrasco y la cantante Rocío Jurado, ponía los pelos de punta a la audiencia al describir en una docuserie de Telecinco los abusos machistas y mediáticos de los que era objeto, sobre todo de manos de quien fue su marido y es padre de sus dos hijos, Antonio David Flores, y de una parte considerable de su propia familia. Los dos capítulos de estreno de Rocío, contar la verdad para seguir viva alcanzaron una audiencia del 33,2 % y 3,7 millones de espectadores. “Rocío Carrasco sacudió la conciencia colectiva de un país al que aún le falta mucho para abrazar sin complejos la lucha de todas las víctimas contra la violencia de género”, reconoció una de las presentadoras del programa, Carlota Corredera, que añadió: “Esta serie es ya la serie de las miles de mujeres que han llamado al 016; de la suegras que en la comida del domingo han dejado de callarse ante las bromas machistas de su yerno; de las adolescentes que han hablado con sus padres; de los jueces que han hablado con sus hijas; de los políticos que han sabido recoger el clamor popular y de los periodistas que hemos hecho autocritica y enmienda de nuestras acciones”.

Trabajo Fin de Grado de José Antonio Betancort Espinosa, de la Universidad de La Laguna

Mireya Marrón, en un certero artículo en Nius, valoró lo que considera que son los siete impactos fundamentales que la serie ha tenido en la sociedad: 

1. Trascendencia política. “El testimonio de Rocío Carrasco es el de una víctima de violencia de género. Yo sí te creo”, manifestó la ministra de Igualdad, Irene Montero. En parecidos términos se pronunciaron Íñigo Errejón (Más País), Rocío Monasterio (Vox) o Adriana Lastra (PSOE). Las consultas al 016 (número para denunciar casos de violencia machista) se dispararon un 42 %.

2. Debate social y mediático. La docuserie ha generado un debate que trasciende a la prensa del corazón, removiendo la problemática de la violencia de género, el maltrato psicológico y los posibles agujeros que puede haber en la justicia.

3. El concepto de "mala madre", a examen. El síndrome de la “mala madre” parte de la creencia arraigada de que solo es una buena mujer aquella que lo da todo por sus hijos. El testimonio de Rocío, en el que explica los motivos que la hicieron renunciar a la custodia por su propia salud psicológica, ha hecho que muchos se replanteen el concepto de buena o mala madre.

4. El problema de la alienación parental o violencia vicaria. El documental de Rocío Carrasco también ha destapado las distintas formas de violencia machista, entre la que se encuentra el síndrome de alienación parental o la violencia vicaria, dos conceptos sobre los que también hay debate, pero que al final hablan de lo mismo: la instrumentalización de los hijos para hacer daño a la pareja.

5. El tabú de la violencia de hijos a padres. El episodio 8 de la serie, titulado “Miedo”, fue el más duro y revelador de cómo se fue torciendo la relación de Rocío Carrasco con su hija, Rocío Flores, por la presunta manipulación que Antonio David Flores ejercía sobre ella. Muchos analistas empiezan a advertir de la importancia de denunciar cualquier tipo de violencia, aunque sea por parte de un hijo, también por su propio bien.

6. El mito de la depresión entendida como una tristeza permanente. El décimo episodio del documental ayudó a desmontar la falsa creencia de que una persona con depresión debe estar llorando las 24 horas del día para que su testimonio resulte creíble. El programa recordó la portada que Antonio David hizo con sus hijos para una revista, el mismo día que Rocío se casaba, con el titular “Mientras ella se casa, sus hijos lloran”. 

7. La "violencia mediática", un caso sin precedentes. Rocío Carrasco no denunció a Antonio David por violencia de género, sino por “lesiones psicológicas” (síndrome ansioso depresivo diagnosticado en 2011), derivadas del maltrato durante años de su imagen en los medios de comunicación: "Mucha gente me daba la razón pero me decía que desistiera, porque no había precedentes de un caso como el mío", explicó en el penúltimo episodio. La duda está ahora en si el caso de Rocío Carrasco podría marcar un antes y un después en el ámbito jurídico, hacer cambiar las bases para que esto pueda ser considerado delito, o si debe seguir pesando la libertad de expresión, el principal argumento de defensa de Antonio David Flores.

Tema de estudio en las universidades españolas 

Casi 30 meses después de emitirse la docuserie, el debate en la calle y en los medios de comunicación sobre lo que en la misma se denuncia continúa activo, y no solo eso, sino que el testimonio de Rocío Carrasco ha dado un salto cualitativo al plantarse como tema de estudio y análisis en las universidades españolas. José Antonio Betancort Espinosa, alumno de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna, realizó su trabajo de fin de grado sobre este tema con el título: Sensibilización sobre la violencia de género y la violencia vicaria a través de la docuserie “Rocío, contar la verdad para seguir viva". Según Betancort, la emisión de la docuserie ”aporta una perspectiva crítica del periodismo rosa español, ya que aporta la perspectiva de Rocío Carrasco sobre posibles falsedades e incorrecciones divulgadas en diversos programas de televisión y que los periodistas y colaboradores no comprobaron adecuadamente. Estas supuestas malas prácticas vulnerarían los principios deontológicos de la profesión periodística”. Para él, “tras la investigación, se puede concluir que los periodistas implicados en la docuserie no habían contrastado la información que procedía de Antonio David y tampoco llamaron a Rocío Carrasco para escuchar su versión de los hechos. Lo delicado de estos asuntos es que se tratan de conflictos que tendrán una repercusión negativa en la víctima, en este caso en Rocío Carrasco, quien se mantuvo en silencio (mediáticamente hablando) por miedo a que su situación pudiese empeorar. Dar voz a las víctimas también es un buen paso para seguir concienciando a la sociedad de la importancia de identificar patrones de conducta de un agresor para evitar sufrir violencia de cualquier tipo (física, verbal, vicaria, sexual, etc.)”. 

Trabajo fin de grado de Marta Rodellar Casabón, de la Universidad de Zaragoza

También Raúl Villanueva Rubio, de la Universidad de Murcia, se ha ocupado del tema con su trabajo fin de Grado de Periodismo. El título es: Análisis de la repercusión social, cultural y mediática del docu-reality “Rocío, contar la verdad para seguir viva". “Su naturaleza comunicativa, fuerte carácter social y el hecho de haber sido emitido en abierto en horario de máxima audiencia lo convirtieron en uno de los eventos más seguidos y comentados del año, alcanzando así un elevado número de espectadores que interpretaron el mensaje de diversas maneras. Frente a un testimonio de violencia de género de un personaje público narrado en directo por televisión, la audiencia estaba recibiendo constantemente mensajes tanto culturales como comunicativos, los cuales generaron una repercusión en redes sociales muy valiosa a nivel comunicativo y antropológico”, dice Villanueva, que recuerda que “en ningún momento del documental Rocío menciona el nombre de Antonio David, ya que asegura no poder pronunciarlo, únicamente lo describe como “un ser egocéntrico y diabólico” que ha recurrido a la violencia vicaria para separar a sus hijos de ella y ocultarles en todo momento la versión de los hechos de su madre, otro de los motivos de peso para haberse lanzado finalmente a contar sus vivencias ante la cámara”. 

Dentro del volumen titulado Comunicación y pluralidad en un contexto divergente, publicado por Dykinson, Maria del Rosario Marín Pinilla, de Universidad de Cádiz-Universidad Pablo de Olavide, y José Gázquez González, de la Universidad de Sevilla, publican su estudio sobre Popularización del concepto “violencia vicaria”. Estudio de la docuserie “Rocío, contar la verdad para seguir viva” a través de la prensa digital española. “La retransmisión de esta docuserie, más allá del éxito en la parrilla de Telecinco, puso en la palestra el peso que adquiere la violencia psicológica en la violencia de género. Aspecto que, por otro lado, es difícilmente demostrable y, a veces, olvidado a la hora de tratar la violencia de género por los medios de comunicación”, según Marín y Gázquez, que consideran que “a) La docuserie ayuda a la comprensión del problema de la violencia de género e incorpora en el vocabulario colectivo el concepto violencia vicaria. b) Se convierte en un término común para tratar otros casos de violencia de género, a partir (fundamentalmente) de la emisión del primer capítulo de la serie. c) Se asocia violencia vicaria a violencia de género por la labor realizada por los medios, particularmente, escritos, y d) La sociedad asimila este nuevo término y lo asocia a la violencia de género”.

Si bien la lista de universitarios que han tratado este tema se haría interminable, no queremos pasar por alto, por su interés, el trabajo de fin de grado de Raquel Rivas Jiménez para la obtención del título de Periodismo de la Universidad de Extremadura, bajo el título El tratamiento informativo de la violencia de género en la televisión: docuserie de Rocío Carrasco.  Para Rivas, el programa de Telecinco “ha supuesto un antes y un después en la lucha contra la violencia machista y es que ha dado visibilidad a esta lacra, poniendo como víctima a una persona famosa que también es hija de Rocío Jurado, admirada en todo el mundo”. 

Otros trabajos de fin de grado sobre la misma temática han sido elaborados por Arnau Martínez Jiménez (Impacto sociopolítico de “Rocío, contar la verdad para seguir viva”) y Clara Díaz Ruzafa (Representación de la violencia machista en el debate televisivo sobre la docuserie “Rocío, contar la verdad para seguir viva”), ambos de la Facultat de Ciències de la Comunicaió de la Universitat Autònoma de Barcelona. El primero de ellos resalta que la legislación catalana destaca las nuevas formas y ámbitos de violencia que se ejerce sobre las mujeres: violencia psicológica, violencia sexual, violencia obstétrica y vulneración de derechos sexuales y reproductivos, violencia económica, violencia digital, violencia de segundo orden, violencia vicaria, violencia en el ámbito institucional y violencia en el ámbito de la vida política y la esfera pública.

Marta Rodellar Casabón, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, realizó su trabajo fin de grado bajo el título Rocío Carrasco. Evolución del personaje mediático en la opinión pública. Análisis del caso: Sálvame Diario. “La opinión pública sobre Rocío Carrasco –considera Rodallar- ha evolucionado de una categorización negativa a una positiva y que la línea discursiva de ‘Sálvame Diario’ toma como punto de inflexión hacia el cambio el día del estreno de la serie documental”.

María Ángeles Lozano Rubiales, de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, es autora del trabajo Telecinco y el caso Rocío Carrasco: responsabilidad del medio en materia de violencia de género. "Telecinco es una de las cadenas de televisión -recuerda Lozano- que actualmente cuenta con más programas que dentro de su formato tienen espacios dedicados a la actualidad y al mundo del corazón. Todos ellos acapararon y dedicaron una ingente cantidad de horas para relatar, comentar y especular sobre todo lo relacionado con los hechos narrados por la protagonista de la docuserie. Pero parte de la sociedad no llegó a comprender que apenas unas horas más tarde de su emisión, esos programas de la misma cadena banalizan con grandes dosis de frivolidad y cuestionaran a la protagonista, a pesar del impactante y duro testimonio, sin saber diferenciar entre el personaje popular y la víctima de violencia de género. Algunos colaboradores no tuvieron ningún reparo en poner sinónimos a la violencia de género, tales como “desavenencias entre una pareja rota”, negaron una sentencia judicial de violencia filio-parental, minimizaron los efectos del maltrato psicológico, obviaron los informes psicólogos-sociales de los juzgados, pusieron en duda un intento autolítico, incluso dudando del número de pastillas que había ingerido y venían reflejadlos en los informes médicos. Otros, desmintieron años de terapia para superar un proceso ansioso depresivo como  consecuencia de las secuelas producidas por el acoso imparable de su ex pareja y por la presión social suscitada dada la imagen de mala madre que este había vendido a los espectadores y lectores durante años. En consecuencia, algunos periodistas jugaron a psicólogos o expertos en violencia de género".

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