Anyes Segura
Concejala del PSOE del Ayuntamiento de Almería
Ante los numerosos mensajes y comentarios que me han llegado en relación al artículo de ayer, publicado en el diario La Voz de Almería, y firmado por Carlos Sánchez (Nuevas Generaciones, PP Almería) no me queda más remedio que dar una serie de explicaciones para que entendáis mi postura de silencio ante el mismo. En primer lugar, muchos de vosotros habéis leído mis artículos de opinión e incluso en alguna ocasión he tenido la suerte de debatir con muchos de vosotros (vía Facebook, vía blog, o cara a cara) sobre el contenido de los mismos. Pues bien, en esta ocasión no tengo argumentos para debatir lo que este chico propone.
Y lo digo así de claro: no tengo argumentos. Y no tengo argumentos porque no sé cómo se debate con un insulto, no sé qué argumento se utiliza para la descalificación personal, y no sé debatir contra la nada. Es decir, desde mi punto de vista, el artículo de este chico (que no político) no tiene ningún argumento político que se le pueda debatir, porque no tiene argumentos. El artículo está lleno de insultos personales hacia mí y hacia mi compañera la Secretaria General de Juventudes Socialistas de Almería, Soledad Martínez Pastor.
Así que en primer lugar afirmo que no pienso debatir contra la nada. Para responderle, tendría que responderle con insultos, y yo no me dedico a eso. Soy de las que piensan que de los errores se aprende, y hace sólo unas semanas cometí uno que, si bien se disfrazó de victoria, no resultó ser tal. Todos recordareis el fabuloso artículo de un asesor del alcalde contra los ciclistas de Almería (en otra ocasión había arremetido contra Carmen de Burgos), y muchos también recordareis que me faltó tiempo para arremeter contra él de forma implacable. Conseguí cabrearlo, conseguí que dicho individuo sacara a la luz pública su auténtica cara de maleducado y arrogante. Pero ¿a cambio de qué? Pues a cambio de ponerme a su nivel. Dicho asesor está ahí para pillar los palos que no debe pillar el alcalde o alguno de sus concejales, es decir, es como un saco de boxeo, cobra sólo por eso (y lo peor es que cobra de los impuestos de los ciudadanos), no tiene otra función. Y yo tengo muchas otras cosas que hacer que ponerme a debatir con un saco de boxeo.
En segundo lugar, y lo más importante, ¿quién es Carlos Sánchez? La respuesta a esa pregunta es lo que más ha influido a la hora de tomar mi decisión de “no intervención”. Vayamos por partes: Carlos Sánchez es un chaval de veintitantos años que lleva desde que echó los dientes comiendo de los impuestos municipales gracias al cargo de asesor que le sobrevino por designación divina del alcalde. Esto hace que sus críticas sobre el empleo juvenil sean para morirse de risa, ya que me habla de empleo alguien que está empleado con los impuestos de todos los ciudadanos y que para colmo no se le ha reconocido ningún otro oficio en su vida. A esto hay que añadir que su pluma se encuentra bajo la frustración de sus ansias incumplidas de no verse premiado con la medalla de concejal en la actual corporación, mientras que ha visto cómo otros compañeros y compañeras han desfilado por delante de sus narices hacia puestos destacados. Eso le hace que ahora, en época de pre-campaña electoral, el chaval tenga que reforzar sus esfuerzos y tenga que hacer méritos para asegurare un puesto en la siguiente lista del Partido Popular en Almería. Y lo hace de la única forma que sabe hacerlo: insultando, ya que tiene menos argumentos políticos que el programa electoral de la supuesta formación política liderada por Belén Esteban, tercera fuerza política en nuestro país.
Otro argumento de peso que he tenido en cuenta es su nivel intelectual; dicho chaval, que se erige en representante de la juventud almeriense, ni siquiera ha terminado la carrera. El mismo que en los debates en las teles locales me decía aquello de “somos la juventud mejor preparada y estamos condenados al paro” se incluye en un saco al que no pertenece, ya que su preparación ahora mismo es más bien escasa. De ahí que crea que su preparación política, intelectual y académica no le permite más de lo que está haciendo, es decir, utilizar sólo el insulto.
Sin embargo, lo que sí he de reconocer que me ha indignado es su falta de pluralismo y su incapacidad de aceptar opiniones distintas a las suyas; han sido varias las personas que (me consta) han intentado dejarle un comentario en su blog, si bien el intento ha sido en vano ya que Carlos Sánchez ha borrado de inmediato esos comentarios (todos ellos respetuosos y dialogantes, si bien contrarios a su opinión). Esas no son las formas de un político de talle, sino las formas que estos jóvenes del Partido Popular han heredado de sus superiores.
Una última cuestión a tener en cuenta: la política la hacemos las personas, y nuestra política tendrá la dignidad que nosotros, como personas, le queramos dar. La política no es un arte sucio, sino que las personas que están en él la hacen sucia. Y esto es lo que ocurre con este chico. La política es una actividad (no un trabajo) en la que queda impresa la calidad y la dignidad de la persona que la ejerce; por eso dudo mucho del grado de dignidad de alguien que pertenece a un partido cuyos dirigentes (como el alcalde de Valladolid) se ponen cachondos con los labios de una de las ministras, dudo mucho del grado de dignidad de alguien cuyo partido pisotea a los parados como si fueran peldaños para llegar a la Moncloa (lugar al que no llegarán), dudo mucho de la dignidad de alguien que pertenece a un partido que tiene por senador al ministro de la represión del régimen franquista, dudo mucho de la dignidad de alguien que tuvo que esconder su sexualidad hasta que Arenas le dio permiso para publicarla, y dudo mucho de la dignidad de alguien que, en definitiva, se va a dedicar a esto con el insulto por bandera y sin más argumentos políticos que su propia existencia.
Por último, y puesto que debo premiar a quienes de vosotros haya llegado a este párrafo, os dejo con un pequeño fragmento del último libro que me he leído, “El Olvido que Seremos”, de Héctor Abad Faciolince, y que refleja muy bien el estado de ánimo de este chico del PP en este momento vital:
La cronología no está hecha de líneas, sino de sobresaltos; la memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos. Sé que pasaron muchas cosas durante aquellos años, pero intentar recordarlas es tan desesperante como intentar recordar un sueño, un sueño que nos ha dejado una sensación, pero ninguna imagen, una historia sin historia, vacía, de la que queda solamente un vago estado de ánimo.
Gracias a todos por vuestro compromiso, por vuestro cariño, y sobre todo, por vuestra amistad.