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El PGOU que no conocemos

Juan Carlos Usero
Presidente de Diputación y candidato a la alcaldía de Almería por el PSOE

No hay nada más político que la redacción de un Plan General de Ordenación Urbana, un documento que va a regir el futuro desarrollo de la ciudad, organizar las actividades de ciudadanos y empresas, determinar los lugares que se deben reservar para crear nuevos servicios públicos o definir las comunicaciones y articular el tráfico. Por eso, no se puede entender que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Almería, del Partido Popular, haya decidido hurtar a los ciudadanos la posibilidad de debatir en plena campaña electoral el futuro Plan General de Ordenación Urbana, ante el temor de que, puesto sobre la bocina de la camioneta electoral, la sociedad almeriense en su totalidad llegue a enterarse de lo que en realidad esconde entre sus páginas. Nunca mejor que ahora mismo podríamos debatir cuál es la ciudad que este alcalde del Partido Popular imagina de aquí a los próximos quince o veinte años.

De momento ya hay unos cuantos ciudadanos que se han percatado del verdadero rostro de la derecha: los vecinos del barrio de Los Ángeles y de la Plaza de Toros, que han descubierto sobre el plano el insignificante detalle de 55.000 viviendas, 300 de ellas unifamiliares, que se construirán en lo que tendría que ser el gran Parque de La Molineta. El Partido Popular ha tratado de despistarlos asegurando que el parque se mantendrá sus dimensiones, eso sí, convenientemente repartidas en las márgenes de la autovía, en las zonas más escarpadas, donde nadie podrá pasear, y entre el chinorro de las glorietas. Unos fenómenos.

Cuando en Almería sobran solares para urbanizar y viviendas sin vender, el Ayuntamiento propone meter la pala a la única zona verde que se mantiene por generación espontánea en la ciudad, sin riego por goteo, sin picudo rojo, sin operarios, gratis total. Con apenas unos pequeños retoques, como vallado, arreglo de senderos, creación de un merendero y unos miradores, podría convertirse en un lugar de excelencia para el ocio, de esos que estamos tan necesitados los almerienses.

Obviamente, los problemas de los ciudadanos no son de crecimiento de la bolsa de viviendas, sino de activación de la economía local y de mejora de la calidad de vida. Tenemos que dejar atrás el urbanismo del crecimiento para quedarnos con el urbanismo de la transformación, restar al promotor urbanístico protagonismo para entregárselo al ciudadano.

Ahora no toca planificar nuevos desarrollos, pues tenemos suelo planificado y desarrollado en cantidades suficientes como para garantizar el crecimiento demográfico de los próximos 20 años.

Ahora toca una reflexión profunda sobre cómo estructurar esta ciudad que nos ha legado la política expansiva y desarticuladora del Partido Popular, una ciudad con bloques de pisos aislados y familias sitiadas por los escombros de esos solares ya declarados urbanizables cuyos edificios tardarán años en levantar. Veamos cómo resolver esta situación de ciudadanos dispersos por el territorio, sin apenas servicios, como consecuencia de una centralización absurda que les obliga a realizar continuos desplazamientos. Analicemos con valentía cómo evitar la dependencia del vehículo particular ante la falta de un Plan de Movilidad Urbana Sostenible que articule las arterias y venas por las que tiene que circular la vida.

Pero además, tras siete años de redacción y un coste cercano a los 3 millones de euros, inexplicablemente, el PGOU de Comendador olvida pronunciarse sobre asuntos importantísimos para la recuperación de la capitalidad perdida, como el desarrollo del proyecto Puerto-Ciudad o del soterramiento del ferrocarril, la rehabilitación del Casco Histórico, la ubicación de una gran biblioteca, la creación de un centro de exposiciones y congresos, la implantación del tranvía en la trama urbana o la elaboración un mapa de oportunidades de negocio para la reactivación de nuestro sector de servicios, de manera que incentivemos la creación de empleo.

Por mucho que lo defiendan, está claro que este Plan General de Ordenación Urbana no es el que queremos la inmensa mayoría de los vecinos de la ciudad. Por eso han preferido esconderlo debajo de la mesa y tratar de aprobarlo, si ganan las municipales. Toda una lección de democracia y transparencia.

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