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Paro y desesperanza

Javier Menezo
Letrado del INEM

¿Qué es lo que más le ayudaría a encontrar un empleo? Esta fue una de las cuestiones que se planteó en un estudio publicado en septiembre por el centro Heldrich de la Universidad de Nueva Jersey tras dos años de seguimiento al mismo grupo de parados. La misma pregunta podemos hacernos en Almería y encontraríamos conclusiones muy similares a las del informe. La mayoría de las respuestas reflejaban falta de esperanza, e incluso resignación. Hubo incluso dos personas que contestaron: un milagro ¿Cuántos parados almerienses responderían lo mismo? Más de lo que pensamos a la vista de cómo aumenta el número de personas que en la EPA declaran haber abandonado la búsqueda de empleo.

Más inquietante fue la respuesta de un mayor grupo de personas: “ser más joven”. El temor a la discriminación por edad, a ser demasiado mayores para encontrar un trabajo, crece también en España.

Preocupa el desempleo juvenil contra el que se toman, y se deben tomar,  medidas que van desde contratos bonificados a impulsar acciones formativas. La parte buena es que este desempleo viene provocado por el actual ciclo económico –se han perdido miles de empleo y la economía no crea aún empleos suficientes- y se irá reduciendo a medida que la recuperación se consolide y las medidas de fomento vayan dando fruto.

Sin embargo, hay otro tipo de paro más silencioso, el de los que piensan que lo que les ayudaría a encontrar empleo es ser más jóvenes. Normalmente afecta, además, a la persona que aportaba el sueldo principal del hogar. Es un tipo de paro que en unos años pasará a ser estructural. Esto es, convivirán puestos de trabajo sin cubrir por falta de personas con las habilidades que requerirán esos nuevos empleos y con un elevado paro entre mayores de 45 años, que carecen de esas habilidades.

Pensemos tan sólo en las consecuencias económicas de este tipo de paro: con 50 años acceder a dos de protección y luego 426 € hasta la jubilación, que a su vez se verá seriamente reducida. Los ingresos de la familia se reducen, afectando también a las posibilidades de esos jóvenes de los que hablábamos antes y, a partir de ahí se extiende a toda la sociedad al afectar al consumo, y por tanto al crecimiento y la generación de empleo. Por ello, es necesario combatir el desempleo juvenil pero urge no olvidar la importancia de generar empleo para sus padres.

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