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Ezequiel Erriquez quiere rodar en Macael, el pueblo de su madre

Evaristo Martínez
Periodista

Casi 10.000 kilómetros separan Buenos Aires de Almería. Una distancia que el cineasta argentino Ezequiel Erriquez Mena (1985) ha recorrido para presentar su película La crecida en el Teatro Apolo, dentro del ciclo de otoño del Cineclub. Es su segundo largometraje, la crítica lo ha alabado y está cosechando premios por festivales de todo el mundo: en unos días estará en Roma. Pero el doble pase de este viernes (19 y 21 horas) será especial: el filme se verá en la tierra de donde eran sus abuelos y en la que nació su madre antes de emigrar a Argentina desde Macael en 1955. “Es una alegría enorme regresar a Almería y más con una película mía. Para mi madre, Mercedes, Macael es el mejor lugar del mundo”, cuenta días antes de volar hasta España.

Ezequiel Erriquez / Pablo Vara

Para hablar de La crecida en Almería, el cineasta ha emprendido el viaje inverso al que sus abuelos, madre y tíos realizaron siguiendo el paso de otros familiares que ya habían emigrado. “A los pocos días de llegar se produce el golpe de Estado a Perón. Mi madre era muy pequeña, tendría 7 años, y se tuvo que esconder debajo de una mesa”, relata. Como tantos españoles en aquellos años, sus abuelos, Alfredo Mena y Eduarda Caicedo, dejaron Macael junto a sus hijos (la madre de Ezequiel y tres hermanos más, dos de ellos mellizos de apenas 5 años de edad) en busca de una vida mejor. 

También para huir de la fatalidad que les persiguió en la tierra de la piedra blanca. “Mi abuela pierde a un hijo de 20 años a causa de la meningitis y al poco a una hija muy pequeña. En ese tiempo llaman a otro para el servicio militar. Y ella tenía un hermano que había desaparecido en la Guerra Civil. Mi abuela no quería marcharse, pero mi abuelo, que era muy dominante, le dijo que si no, él se llevaba a los niños”.

En Macael, Alfredo Mena se dedicaba al mármol, tenía su propio taller y las cosas le iban bien. “A los 60 años se vio empezando de cero, dejó una vida cómoda y se encontró en mitad de un golpe de Estado. Mi madre cuenta que a veces se despertaba diciendo que quería regresar”, detalla.

En Buenos Aires, la familia se instala en Villa Martelli, muy cerca de otros macaeleros. Y allí, como en su tierra natal, trabaja con éxito la piedra, ahora junto a sus hijos. 

Casi 70 años después del éxodo, Ezequiel Erriquez se reencontrará ahora con sus raíces y con algunos familiares en su segunda visita a Almería (pasó por Macael en 2011). Él no trabaja el mármol, pero hoy hablará del oficio de moldear imágenes.

El cine de Erriquez tiene una vertiente social. La crecida, por ejemplo, es una ficción con actores no profesionales sobre una familia que debe elegir entre migrar o quedarse cerca de su pueblo, en la frontera entre Argentina y Brasil, que va a quedar sepultado por el río a causa de la construcción de una represa hidroeléctrica. 

El Macael que ha conocido por su madre también le inspira. “He crecido con la cultura del mármol y con esas historias. Me gustaría hacer una película en Almería que recogiera esos relatos que me cuenta, con un punto de realismo mágico, mezclados con los roles de los hombres y mujeres de la época y los wésterns que se filmaban allí con gente local. Es solo un proyecto en desarrollo, falta armarlo, pero me gustaría rodarla allí”.

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