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Del triunfo de Kennedy al cara a cara de Sánchez y Feijóo

Antonio Torres
Periodista

El gran debate electoral lo acogerá Atresmedia y será emitido a las 22 h del lunes. Sera moderado por los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor. Habrá un solo cara a cara entre los dos candidatos con más posibilidades de presidir el Gobierno. Sánchez abrirá el debate y Feijóo cerrará con su “minuto de oro”. Para ganar un debate hay que ir muy preparado y tener un fino sentido del humor. Los teóricos de la Comunicación subrayan que se debe retar y atacar al adversario con datos comprensibles. Nunca debe acudirse al insulto personal. El 74% de la población ve “necesario” que se celebren debates electorales y hasta un 71% cree que “los líderes de los partidos políticos deberían estar obligados a participar” en ellos, según el último barómetro de 40dB para la Cadena SER.  En España, la ley regula, por ejemplo, el tiempo que la televisión pública debe dedicar a cada formación, de acuerdo a los resultados obtenidos en las elecciones anteriores, pero la norma no recoge como obligación la celebración de ese contraste de propuestas entre los diferentes candidatos. Tres comunidades autónomas (la región de Murcia, País Vasco y Castilla y León) sí han incluido en sus respectivas legislaciones electorales la obligación de celebrar “al menos un debate”. La ausencia de norma específica sobre los debates no es una anomalía española, sino europea. En Francia en cambio no hay elecciones sin “cara a cara”.

Primer cara a cara entre Felipe González y José María Aznar / Atresmedia

Primer “cara a cara televisado”. Desde 1978 se han celebrado 14 elecciones generales y seis cara a cara. En la historia de la tele, figura como referente el primero televisado, en 1960, entre los dos contendientes políticos por la presidencia de Estados Unidos. Kennedy y Nixon reunieron a 60 millones de personas. Ganó Kennedy en la tele por su imagen juvenil y Nixon el de la radio. Aquel debate lo dijo todo, sentó cátedra, cambió las normas. Desde entonces, para entrar a cualquier presidencia democrática, hay que apostar por dicha comparecencia por imagen y contenido. Un veterano y displicente Nixon rechazó utilizar el maquillaje profesional que se le ofreció, apareciendo sudoroso, pálido y casi enfermizo. Pensó que su experiencia, como senador y como vicepresidente, sería apabullante para un joven como Kennedy. Este apareció fresco, bronceado, sano, y ganó el debate y las elecciones. Para Lorena Montón de RTVE: Otro de los detalles que hizo que John F. Kennedy se metiese al público en el bolsillo fue la elección de su atuendo para aquella noche. Se enfundó en un traje de color negro que encajaba a la perfección con los televisores monocromáticos de la época. En cambio, Nixon vistió uno de color gris que no le daba fuerza a su imagen. Tampoco podemos olvidar que John Kennedy supo manejar el lenguaje corporal a la perfección durante toda su intervención mientras que Nixon se veía bastante incómodo en televisión. La telegenia de Kennedy es incuestionable y el haberse preparado las preguntas a conciencia, siendo consciente del medio en el que se manejaba, con la imagen como pilar, fue un gran acierto”. Fue de alguna manera el comienzo del espectáculo y el teatro en la política. 

Los debates interesan a la audiencia, siempre pendiente de lo que se promete y cómo se dice, tal como se está demostrando en España con el paso por varios platós de programas de entretenimiento de los dos citados candidatos. Las del 2004 fueron las de los atentados yihadistas, o las del 2015 las del final del bipartidismo. Estas se recordarán por los platós televisivos. Curioso que no hayan ido a los “telediarios”, sino a los programas de entretenimiento, con audiencias millonarias, aspecto que debería ser objeto de análisis. Àngels Barceló de la Cadena SER asegura que cuando tiene la sensación de no encontrar el camino acude a la referencia del maestro Iñaki Gabilondo: “Le he escuchado hablar de que hay que distinguir entre periodismo y 'paraperiodismo', como lo de las farmacias, pero sobre todo, le he escuchado decir que no puede ser más importante el entrevistador que el entrevistado”.

Manuel Campo Vidal (Huesca, 1951) moderó varios debates desde el histórico de Felipe y Aznar de 1993 con casi diez millones de espectadores, también en Antena 3 como el de ahora.  Ganó Aznar y en el segundo debate remontó Felipe con medio millón más de telespectadores. Tuvo lugar una semana después, en Telecinco, moderado por el desaparecido Luis Mariñas. Tras un acto, celebrado en la Universidad de Almería, impulsado por el llorado Manuel López Muñoz y por el actual Decano de Humanidades, Rafael Quirosa-Cheyrouze, reiteró que el moderador debe estar siempre en un tercer plano y que la figura importante, siempre, es la del realizador. Los españoles tenemos el defecto de no escuchar a nadie y que tratamos de imponer nuestro pensamiento sobre el de los otros, nos dijo. Hay polarización, enfrentamiento y, como siempre pasión, frente a ideas.

La sociedad hiperconectada, la de las redes sociales, jugará su papel con los asesores de cada uno de los partidos que saldrán diciendo que su candidato, del que cobran, habrá ganado, y denigrarán al adversario. Como en el deporte, hay que saber ganar y perder.

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