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Pedro Sánchez y Begoña Gómez disfrutaron del anonimato en Mojácar

Antonio Torres
Periodista

Pase lo que pase con la decisión de Pedro Sánchez, siempre le quedará Mojácar, ciudad a la que llegó en 2001, junto a su esposa Begoña Gómez. Sea cual sea la decisión, veo que todo el mundo habla y emite sentencias. Casi todo el mundo parece Dios cuando vaticinan lo que pasará hoy lunes en Madrid. Hay más listos que nunca para saber lo que ocurre en otras casas. Pase lo que pase, los medios deben hacérselo mirar. “La manipulación desorbitada de medios de comunicación de los que no se conoce de dónde sacan el dinero y por jueces que ignoran las sentencias del Tribunal Supremo y aceptan querellas de grupos…” es una de las conclusiones de la detallada columna dominical de una de las periodistas más veraces del panorama actual como Soledad Gallego-Diez, la primera mujer que dirigió El País.

A Pedro Sánchez, cuando les llegó la fama, se acabó el anonimato. Eso mismo le ocurrió a Zapatero quien como diputado de a pie era un fijo de Mojácar. Pedro Sánchez y su esposa Begoña Gómez compraron un modesto apartamento de 72 metros cuadrados por 120.000 euros, construido un año antes en los restos que dejó el Hotel Mojácar que tuvo como arquitecto a Roberto Puig, hotel que le quitó foco al primer hotel, Indalo, de la Plaza de Mojácar y que fue el primero que contó con teléfono en las habitaciones. Pedro Sánchez paga un alto precio por estar en primer plano de la política. Siguió su amor por Mojácar como otro presidente del Gobierno como Zapatero. Los dos líderes socialistas apostaron por esta tierra cuando eran simples diputados, desconocidos para el gran público. Llegaron al poder y se acabó la magia y felicidad del anonimato por motivos de seguridad. Entonces dejaron de disfrutar tranquilamente de los conciertos de Jorge Pardo (Madrid, 1956) y de los que entorno a su figura han reunido a lo largo del tiempo el añorado Tito del Amo o María Flores de Aku-Aku con los conciertos Tomatito y Niño Josele, o con la familia flamenca Carmona, cuyo uno de sus miembros, Juan Carmona, está casado con la cantaora Rocío Segura, hija del añorado Pedro, fundador de la taberna Sacromonte.

Antes que Sánchez y Zapatero pasaron por Mojácar grandes figuras de la política española y periodistas del momento como Raúl del Pozo o Iñaki Gabilondo cuando era líder de la Cadena SER. Mojácar fue la capital española de intelectuales, artistas y políticos en el umbral de la democracia. Tuve el privilegio de entrevistar en París al editor Antonio Soriano (Segorbe, Castellón, 1913-París, 2005), fundador de la Librería Española de París, y me confesó que viajaba con pasaporte falso a Mojácar y Aguamarga. Soriano conoció a Juan Goytisolo, al que ayudó a editar Campos de Níjar, prohibido al principio en España. “Junto a un grupo de intelectuales y periodistas franceses pasábamos los veranos en Mojácar y Aguamarga. Viajábamos con pasaportes falsos porque la mayoría peleábamos por una democracia en España” me confesó el editor y librero, amigo de Rafael Alberti, en una entrevisté para Canal Sur. Por si había algún problema con lo pasaportes, me confesó que tenían la cobertura de un gran amigo como el diplomático, poeta y escritor Rafael Lorente (Madrid, 1924-1990), afincado en Mojácar desde los tiempos del alcalde Jacinto Alarcón que inauguró con Fraga Iribarne el Parador de Turismo en 1966. El sociólogo Julio Feo Zarandieta (Valencia, 1936) abrió el camino de Mojácar en el verano de 1967, momento en el que se enamoró de la ciudad del Indalo y se compró una vivienda en la calle Puntica.  Muy ligado a Felipe González, fue director de las campañas electorales desde las primeras elecciones democráticas de 1977 hasta las de 1986. Manolo León lo entrevistó para La Voz: “Estaba entonces todo por hacer”, recordó el que fue secretario general de Felipe González en Moncloa durante cinco años (1982-1987), “Mojácar era un pueblo entrañable, desde esa primera vez me volví incondicional, se respiraba libertad y tranquilidad a un tiempo”. Consolidó amistad con el añorado emprendedor Paco Alarcón y su esposa Juana Torres, jubilada del comercio, pero atenta a los negocios de sus herederos. La noche de la victoria electoral socialista de 1982, fue celebrada en la casa de Feo donde hay una foto de celebración en la que aparece Carmen Romero y el sevillano Juanito Alarcón, chófer de Felipe González desde la clandestinidad, quien fue un referente de los anónimos ciudadanos que se jugaron la vida para que hubiera libertad. Entonces Juanito siguió con su trabajo sencillo y rechazó los cargos que le ofreció Felipe. En entrevistas televisivas y medios nacionales, casi siempre el entonces presidente González lo ponía como ejemplo de humildad, sentido del humor y de no querer ningún puesto político.  Con Juanito Alarcón coincidí en El País, medio al que llegó en 1984 para poner en funcionamiento la redacción andaluza, junto a Alfredo Relaño, primer delegado de este medio en Andalucía. Cuando Felipe González ganó las elecciones de 1982, el citado matrimonio mojaquero fue uno de los pocos almerienses que asistieron a una de las primeras recepciones ofrecidas por González. Amistad y visitas que continuaron ministros como Alfonso Guerra y Julio Almunia quien me confesó un día en el Parador de Mojácar que conocía todos los pueblos del Levante almeriense gracias a que se alquilaba un “panda”, vehículo utilitario, y con una gorra pasaba desapercibido en sus visitas a Bédar o Sierra Cabrera. En la zona se afincó el expresidente del Congreso de los Diputados Manuel Marín González (Ciudad Real, 1949-Madrid, 2017). Fue presidente de la Comisión Europea, gran impulsor del programa Erasmus.

Mojácar fue capital europea de la política en 1984. El primer ministro sueco Olof Palme, socialdemócrata, pasó cuatro días de descanso en Mojácar, junto a su esposa. De aquí viajaron en helicóptero de las Fuerzas Aéreas españolas a Granada para visitar La Alhambra. En una declaración oficial, junto a González, denunció los gastos militares: “En lugar de otorgar mayor seguridad, lo único que proporcionan estas armas es una mayor inseguridad, y, como si la tierra no bastase, se está planeando colocar armas altamente sofisticadas en el espacio”. Suecia dio carpetazo, en 2020, a la considerada mayor investigación mundial sobre el asesinato del primer ministro, ocurrido el 28 de febrero de 1986 en Estocolmo. Una investigación inconclusa del crimen que apuntó siempre hacia un publicista fallecido en 2000.

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