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Almería abandonada

Esperanza Pérez
Diputada Provincial y concejala de Níjar

¿Recuerdan aquello de “protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe”? Es indiscutiblemente la declaración de compromiso más extendida en el mundo y no solo utilizada en el catolicismo, sino en cualquier otro ritual de enlace entre dos personas que se unen para iniciar un camino común. La política, que tiene mucho de eso, de aceptar un férreo compromiso para iniciar un camino común, también debería regirse asumiendo ese principio de protección en cualquier circunstancia, pero obviamente no se cumple.

Almería parece, sinceramente, la esposa abandonada de la Junta de Andalucía. Si consideramos que hay 91.892 personas en esta provincia en lista de espera para una consulta o una operación en la sanidad pública andaluza, parece claro que acompañarnos en la salud y en la enfermedad no es una prioridad para los nuevos señoritos que nos han salido desde Sevilla.

Me sorprende, sobre todo, que mientras la realidad es que literalmente se ha destrozado la sanidad pública andaluza, que era una de nuestras señas de identidad, el mejor exponente de esa calidad de vida y estado del bienestar que estábamos consiguiendo, la gente siga sin reaccionar ante lo que, sencillamente, es una pérdida de derechos. Y precisamente de un derecho fundamental y básico, de esos que pensamos que nunca vamos a perder pero que en Andalucía se está perdiendo.

¿Cuándo no hemos tenido más remedio que sacarnos un seguro médico privado para poder acceder a una consulta médica en un momento delicado? Nunca, hasta ahora. O más sencillo aún, ¿cuándo habíamos escuchado que una persona mayor no conseguía una cita en su ambulatorio o que te daban días de espera para una consulta telefónica?

5.057 personas en lista de espera del hospital de El Toyo. 33.356 en el de Poniente y 23.322 en Huércal Overa. En Almería capital, la cifra se eleva hasta los 30.157 pacientes. Y tras esos números, parece que no lo entendemos, hay personas. A mí, como ciudadana, madre e hija, no me vale que me digan que hay casos de todos los tipos, unos más graves que otros, porque cuando una persona acude al médico, tal y como están las cosas, es sencillamente porque ya no le queda otro remedio.

Es decir, si han conseguido aburrir al contribuyente tanto que desde la pandemia sus visitas y consultas al médico son mucho menores que antes de la Covid, ¿qué han hecho estos aniquiladores de lo público para que, encima de todo eso, tengamos en estos momentos la peor sanidad pública que ha padecido Almería desde que recuperamos la democracia?

Me tiemblan las piernas cuando el nuevo predicador que nos ha salido en Andalucía, Moreno Bonilla, maestro en el hablar de no decir nada, ahora lanza nuevas cortinas de humo diciendo que el problema es que no tenemos la cesión de todas las competencias que Andalucía merece, como los trenes de cercanías. ¿Pero para qué? Si no es capaz de tirar con lo que tiene y la prueba es la Sanidad, con más de un millón de personas en lista de espera en toda Andalucía.

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