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In memoriam: Monseñor Justo Mullor

Emilio Ruiz

Su cada vez más deteriorado estado de salud no le ha permitido al arzobispo Justo Mullor García disfrutar de la entrada del año nuevo desde su casa del Zapillo, que él consideraba como su lugar espiritual de retiro. Los últimos años compartía estancias entre una residencia de sacerdotes de Roma y Almería, si bien las visitas a su provincia natal eran cada vez más reducidas por su delicada salud. Ha fallecido en la clínica Pío XI, de Roma, donde llevaba varios días internado, el pasado 30 de diciembre.

Monseñor Justo Mullor era miembro de una de las familias más arraigadas del municipio almeriense de Enix. Su padre, Modesto Mullor, era funcionario del Ministerio de Fomento por su condición de peón caminero, y como tal fue trasladado a diversas provincias de Andalucía. Fue en la vivienda que la familia tenía alquilada en la calle Moraleda Alta, de Los Villares (Jaén), donde Justo vino a este mundo el 8 de mayo de 1932. Pese a su corta estancia en el municipio jiennense, Los Villares siempre ha mostrado un reconocimiento especial hacia monseñor Mullor, al que en vida organizó diversos homenajes, uno de ellos con la dedicación de una calle. Era un cariño correspondido.

La última visita a Los Villares la realizó Justo Mullor en el año 2010 y durante su estancia en el pueblo tuvo la oportunidad de visitar la casa donde nació. También el municipio de procedencia de su familia, Enix, le dedicó una calle y le concedió el título de hijo predilecto. En la capital almeriense también tiene una plaza con su nombre. Era un gran devoto de la Virgen del Saliente. Donó a su santuario el tapiz que orna la capilla del Santísimo y el collar que rodea el pedestal de la Pequeñica en los días de fiesta. Asimismo, asesoró a la comisión organizadora de su coronación.

Monseñor Justo Mullor, ante la placa de la calle que lleva su nombre en Los Villares

Cuando Justo es un niño, su padre es fusilado por las tropas franquistas y la familia -es hijo único- retorna a Almería. La vida transcurre para él entre la capital, en su casa de la calle La Reina, y el pueblo, Enix. La familia queda en total desamparo, pero su madre, Elvira, es contratada como modista por familias de derechas pudientes de Almería. Estas mismas familias son las que le ayudan a entrar en el seminario. Justo no se entera de las circunstancias de la muerte de su padre hasta muchos años después. Ingresa en el Seminario Diocesano San Indalecio de Almería y pronto se le observan cualidades para una alta responsabilidad. Se traslada a Roma, donde estudia en el Colegio Español y en la Universidad Gregoriana. El cardenal Antonio Samoré le ordena sacerdote el 8 de diciembre de 1954. En 1957 ingresa como alumno en la Pontificia Academia Eclesiástica, la escuela diplomática del Vaticano, que llegaría a presidir desde el 11 de febrero del año 2000 hasta el 13 de octubre de 2007. En Roma vive el que se considera como el mayor acontecimiento de la Era Moderna en la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII en 1962.

A partir de 1967 monseñor Justo Mullor inicia una vida dedicada a la representación de la iglesia católica en diferentes países y ante organizaciones internacionales. Tras su paso por la Nunciatura Apostólica de Bélgica, en 1970 recaló en la de Lisboa hasta que en 1975 es nombrado observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa, cargo en el que permanece durante cuatro años y donde es testigo de la incorporación de España a dicho organismo. Monseñor Mullor conoció a Juan Pablo II cuando éste era cardenal de Cracovia y él daba sus primeros pasos en la Secretaría de Estado, en tiempos de Juan XXIII. "Quedé impresionado por la personalidad fascinante de aquel obispo singular del este europeo. Parecía más europeo que la mayoría de sus colegas de Europa occidental. Me impresionó su fe evidente, tan natural como su también evidente alegría y buen humor", manifestaría posteriormente. Lo volvió a encontrar posteriormente al comienzo de su pontificado. "Parecía que los años no habían pasado: me quedé de piedra cuando me preguntó qué había hecho yo durante los diez años que habíamos dejado de vernos. Al cabo de unos minutos me dijo que dentro de poco tendría que dejar Europa para ir a representarlo a un importante país africano". 

Y así es. El 21 de marzo de 1979 Justo Mullor es consagrado arzobispo titular de Emerita Augusta por Juan Pablo II y es nombrado nuncio apostólico en Costa de Marfil, Burkina Fasso y Níger. Tras seis años de permanencia en África vuelve a Europa en 1985 como observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra, en la cual, como ha manifestado en alguna ocasión, no sólo es representante del Vaticano, sino que también presta su voz a aquellos países más pobres que no pueden permitirse tener una representación permanente ante la institución.

En 1991 es nombrado nuncio apostólico en Estonia, Letonia y Lituania, siendo el primer embajador en presentar sus credenciales ante el estado de Lituania. En 1993 organiza la visita del papa a Estonia y en 1994 es nombrado arzobispo de Volsinium. Durante este tiempo es un profundo convencido de que el futuro de las tres provincias bálticas está en Europa.

Uno de los principales problemas que afronta como nuncio apostólico en México es el de los Legionarios de Cristo y la doble vida de su fundador, Marcial Maciel, al que desenmascara"

De destino difícil a otro aún peor. En 1997, en plena ebullición del conflicto de Chiapas y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, es nombrado nuncio apostólico de la Santa Sede en México, donde permanece tres años. Normaliza las deterioradas relaciones entre la Iglesia y el Estado mexicano, que estuvieron rotas durante 130 años y que su antecesor, Prigione Pozzi, no llegó a conseguir. La labor de Justo Mullor en México fue calificada por el Gobierno como “seria, calificada, inteligente, prudente y sensata”. Organiza la visita del papa al país azteca. Uno de los principales problemas que afronta es el de los Legionarios de Cristo y la doble vida de su fundador, Marcial Maciel, al que desenmascara. Marcial Maciel Degollado (1920-2008), fundador de la congregación católica Legión de Cristo, fue acusado de cometer abusos sexuales por miembros de la congregación y estudiantes de los establecimientos de los legionarios desde los años cuarenta. En 2009 saltó a la luz la noticia de que era padre de una joven española. En 2010 la Legión de Cristo reconoció las acusaciones de abuso sexual a menores y se desvinculó de su fundador.

En 2000 es nombrado presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica. En el año 2001 participa, por nombramiento directo del papa, en la Asamblea General del Sínodo de los Obispos. El papa Benedicto XVI acepta su renuncia por edad de la escuela de formación de diplomáticos vaticanos el 13 de octubre de 2007. En 2009 es nombrado miembro de la Congregación para las Causas de los Santos.

"En el Vaticano, decir la verdad, y no precisamente al papa, puede constituir un martirio o el comienzo de un martirio". Son palabras de monseñor Mullor que Arturo San Agustín destaca en su libro de reciente publicación Tras el portón de bronce. La realidad vaticana en la era del papa Francisco. "Justo Mullor no es cardenal porque fue él, siendo nuncio en México, el primero que alertó al Vaticano sobre la siniestra verdad del tenebroso padre Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo", destaca el autor. El 'caso Maciel' fue la más dura tarea que Mullor tuvo que afrontar durante su dilatada vida diplomática. Mullor era simpatizante del Opus Dei, pero no numerario. Sus ideas progresistas -en la medida en la que se puede ser progresista dentro del aparato de la diplomacia vaticana- han estado siempre fuera de toda duda.

Completamente retirado de la actividad pública, en los últimos años su vida transcurría entre una residencia religiosa de Roma y su casa del Zapillo. Los viajes a nuestra provincia cada vez eran más espaciados. En los últimos años padecía problemas de memoria. Entre sus principales libros destacan La nueva cristiandad: apuntes para una teología de nuestro tiempo (1968), Año 2000: realidad y utopías (1991) y Entre el Cenáculo y Roma (2011). El deseo de Justo Mullor era que sus restos mortales descansaran junto a los de su madre en la catedral de Almería. Así lo dejó dicho, hasta el punto de que los restos de su madre se encuentran en el cementerio 'intra muros' del convento de Las Puras de Almería. Se desconoce si Monseñor Mullor verá cumplido su deseo.

"Con el fallecimiento de Justo Mullor los nuncios apostólicos españoles quedan reducidos a nueve, ninguno de origen andaluz"

Con el fallecimiento de Justo Mullor los nuncios apostólicos españoles quedan reducidos a nueve, de ellos tres jubilados, ninguno de origen andaluz. Son Pablo Puente Buces (Cantabria, 1931), jubilado, nuncio apostólico emérito en Gran Bretaña; Santos Abril Castelló (Teruel 1935), cardenal; Félix del Blanco Prieto (León, 1937), jubilado,  limosnero emérito del papa hasta 2014; Ramiro Moliner Inglés (Teruel, 1941), nuncio apostólico en Albania; Francisco Javier Lozano Sebastián (Segovia, 1943), jubilado, censado en 2015 como nuncio apostólico en Rumanía y Moldavia; Pedro López Quintana (Pontevedra, 1955), nuncio en Lituania; Andrés Carrascosa Coso (Cuenca, 1955), nuncio en Panamá; Miguel Maury Buendía (Madrid, 1955), nuncio en Rumanía, y Alberto Ortega Martín (Madrid, 1962), nuncio apostólico en Líbano e Irak.