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Guarrindignados

José Fernández
Periodista
 
Supongo que en algún momento no muy lejano en el tiempo habrá que afrontar con naturalidad y sentido práctico la imposibilidad de seguir tolerando un asentamiento de cartonistas reivindicativos en una céntrica plaza almeriense. Lo digo más que nada porque toda esa acumulación de ensoñaciones, ocurrencias contestatarias y buenos deseos, empieza a dejar ya en la zona un poso físico de mugre que no sólo se intuye, sino que se percibe olfativamente. Y es que, con independencia de las razones o motivos de este picnic de filosofía posibilista, habrá que concluir que esa plaza no está acondicionada adecuadamente para el asentamiento prolongado de excursionistas radicales y que a este paso, del camping de justicia social vamos a pasar al camping de injusticia sanitaria.
 
Darwin explicaba el origen de la vida señalando que si se deja en una esquina un saco de ropa sucia, pronto aparecerán ratones. Y bueno, todo apunta a que el área de protesta y descanso está comenzando a generar algún tipo de profusión bacteriana de lo menos recomendable. Como todavía estamos a tiempo de evitar escenas o situaciones tan desagradables como las vistas durante el reciente desalojo en Barcelona, sería deseable que los concentrados trasladasen su movilización a una zona menos urbana, o que directamente retornasen a sus quehaceres una vez escuchados sus planteamientos y puntos de vista.
 
Ya sé que los acampados cuentan con muchas simpatías y que todavía hay mucha gente fascinada por la potencialidad lírica del movimiento. Bueno, pues colaboren con estos muchachos y ofrézcanles alguna ubicación alternativa: las puertas de su casa, por ejemplo.

Crisis del pepino: pérdida de 100 millones para Almería

Manuel León
Redactor-Jefe de La Voz de Almería

La gripe de 1918 que se apellidó española, a pesar de que se originó en una granja de pollos de Kansas, se cobró miles de vidas en todo el mundo: durante varios años navieras americanas no aceptaron viajeros españoles al Nuevo Mundo en segunda y tercera clase. A pesar de la ley dictada ayer por los microscopios, que exculpa a la hortaliza almeriense de la bacteria que ha provocado 16 muertos hasta ahora en la Baja Sajonia, esta crisis se conocerá para los restos como la de los ‘pepinos de Almería’. Así se injusto, así de seguro.

Desde que Almería se inventara hacer del desierto un vergel, desde que la provincia se convirtiera en la despensa de Europa hace cuarenta años, alumbrando una Nueva California del plástico, nunca había atravesado un valle de lágrimas como el de esta semana: aún no hay cifras oficiales sobre las pérdidas económicas ocasionadas por la acusación infundada de una senadora de la Ciudad Estado de Hamburgo (el federalismo mal entendido es subsidiario de la anarquía) contra el pepino del campo almeriense como causante de una epidemia de E.coli, pero las organizaciones agrarias las cuantifican en más de cien millones de euros.

Hasta ahora. Hortifruta estima que las pérdidas, según datos de la campaña pasada, podrían ascender a 230 millones de kilos por un valor de 150 millones de euros. La Unión de Pequeños Agricultores calcula en más de 135 millones las pérdidas solo en pepino. Pero nadie se atreve a hacer un pronóstico afinado, porque el vendaval de cierre de mercados aún no ha amainado. Algunas cadenas como Lidl aún continúan con las estanterías vacías de verdura almeriense, a pesar de que ayer, en algunas cooperativas como Agroiris se empezaban a recuperar pedidos. Pero el daño capital ya está hecho. Costa de Almería, una de las empresas demonizadas sin una sóla prueba, ha destruido más de 500.000 kilos esta semana, ante notario, por falta de salida. Un gerente de cooperativa almeriense aseguraba ayer que estos días las empresas distribuidoras ni siquiera han cogido el teléfono, “nos han dado la espalda por completo”.

Almería, en sólo cinco malditos días, ha enterrado mercados que tanto costó conquistar; ha paseado un sambenito de dudosa reputación hasta la lejana Rusia durante 120 negras horas que aún no sabe cuándo logrará sacudirse. Ha sido -es- la mayor prueba de fuego a la que se ha enfrentado en toda su historia el campo almeriense, como convidado de piedra.

Almería cuenta con una superficie de pepino de casi 5.000 hectáreas, casi la mitad por recoger, y nadie más que los agricultores almerienses -ni los granadinos, ni los malagueños- van a sufrir en sus carnes la precipitación de la señora Cornelia. Pocos lo dicen abiertamente aún, pero esta crisis alimentaria -que ha infectado a más de mil personas- tiene por ahora un neto ganador: la gran distribución europea que ha pasado a comprar sandías de Palomares, de Campohermoso o de Balerma de 0,40 a 0,20 el kilo.

El dinero lo compra casi todo: los peritos podrán tasar, finca por finca, las explotaciones damnificadas. Pero cómo van a cuantificar con matemáticas el daño en la honra almeriense, en un sector tan competitivo como el hortícola con miles de competidores naciendo a diario como champiñones en Turquía o Israel.

De qué ha servido en el último trienio el descomunal avance en lucha integrada, en tecnología, en IV y V gama, si, el principal cliente, Alemania, provoca un salvaje cierre de mercados -a partir de una hipótesis- como nunca se había visto hasta ahora: es más fácil meter miedo que hacer reir; es más recurrente el pánico que la serena razón. Y es que el pobre pepino almeriense ha sido esta semana como una acción de Telefónica vapuleado por rumores de mercado.

Crisis del pepino: Alemania rectifica

Antonio Fernández
Periodista

Los pepinos y el resto de productos hortofrutícolas españoles son seguros para el consumo y no son los responsables del brote de una virulenta forma de la bacteria E. coli que se ha cobrado hasta ahora 16 vidas, la mayoría en Alemania.

Con esta escueta explicación la ministra de sanidad de la región de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storck daba marcha atrás a las afirmaciones realizadas por ella misma hace seis días que han generado una profunda crisis en el sector hortofrutícola almeriense, de donde partieron los pepinos que fueron puestos injustamente bajo la sospecha de contaminación. De hecho las muestras de pepino almeriense analizadas en Alemania no han arrojado coincidencia alguna con la cepa virulenta de la E. coli. El dato ha obligado a una rectificación en toda regla a las autoridades alemanas y ha llevado un poco de tranquilidad al indignado sector hortofrutícola de la provincia. Es este un primer paso para la resolución de una crisis que aún tardará en ser superada, porque el daño a la imagen de los productos almerienses será difícil de combatir, al menos de una forma inmediata.

Que los productos almerienses, y por extensión los españoles, son sanos que quedado meridianamente claro tras los resultados de los análisis y ahora las miradas se vuelven a los países que han cerrado sus fronteras, sin pruebas y sin escrúpulos, a cualquier tipo de producto agrícola español, aprovechando una alarma sin fundamento para extender sus propias guerras comerciales, ahora que ellos mismos producen frutas y hortalizas en cantidad. La agricultura almeriense acogía con alivio la noticia, pero al mismo tiempo con la indignación de ver cómo, de una forma arbitraria e injusta, se han quedado en las plantaciones y en los almacenes millones de kilos de productos que difícilmente podrán tener salida en los mercados.

La petición de indemnizaciones es unánime desde el sector, desde las administraciones, desde los gobiernos nacional y andaluz e incluso desde los partidos políticos que, esta vez sí, aparcan sus luchan y unen sus esfuerzos.
(La Voz de Almería)

Es el momento de defender Almería

Antonio Jesús Corrales
Director de La Gaceta Económica de Almería

Desde la crisis del pepino estoy buscando la opinión de los líderes políticos provinciales y la verdad es que no he encontrado nada. No busco en medios de comunicación, sino en sus blogs personales que tanto han utilizado durante la campaña electoral y que ahora se encuentran abandonados. Busco su opinión como líderes políticos de la provincia y como ciudadanos de la provincia de Almería y, la verdad, me he encontrado la sorpresa de que nadie ha hecho comentario alguno a la situación de la crisis.

Al final he llegado a una conclusión clara: o no tienen nada que opinar y, por tanto, están de acuerdo con las tesis alemanas y con el agravio que ha sufrido uno de los pilares de nuestra economía o no se consideran líderes de la ciudadanía y con fuerzas para luchar contra los ataques de nuestra tierra sino únicamente para defender las tesis dictaminadas por los partidos en Madrid o en Sevilla.

Ahora es el momento de defender Almería, de demostrar que el interés se basa en defender a nuestra tierra y buscar lo más idóneo para nuestros intereses, en fin, llevar a cabo las palabras de los discursos de la reciente campaña electoral. Claro está que ante esta defensa cualquier ataque a los intereses de nuestra tierra es fácil y el impedir avanzar en muchos aspectos y cargarse nuestros pilares económicos resulta sencillo para nuestros competidores.

Los primeros que tiene que reclamar, sin miedo, son todas las personas relacionadas con el sector agrícola y posteriormente ser apoyadas por toda la ciudadanía. Esto sería el ejemplo para que los partidos políticos que nos representan se den cuentan que los más interesados no son ellos mismos sino las personas que dicen representar.

Pepinos y tomates

Antonio Zoido
Escritor e Historiador

Causa sorpresa observar que una nación tan partidaria de los protocolos como Alemania, se los haya saltado a piola para usar como carnaza la contaminación en origen de los pepinos andaluces sin ni siquiera comprobar esa afirmación con una llamada a los organismos comunitarios y al gobierno español. La sorpresa es tan mayúscula que por la mente cruzan –igual que un rayo– el recuerdo de aquella operación para quedarse con la llave de nuestra industria energética poniendo a E-ON de accionista mayoritario de las eléctricas y el refrán diplomático de que la venganza es un plato exquisito para comérselo frío.

Causan perplejidad los silencios de las organizaciones empresariales y agrarias andaluzas, tan altivas y hasta belicosas con los gobiernos nacional y autonómico, y ahora paralizadas ante agresiones de esta envergadura, inermes ante una decisión tan mediática como la que ha tomado una cadena alemana de hipermercados de retirar esos productos de sus establecimientos en España, lo que puede dar pábulo a su injustificada teoría en Europa e, incluso, en otras comunidades autónomas de nuestro país.

Causa estupor ver esa foto de todos los periódicos, en la que Javier Arenas contempla ensimismado un pepino y un tomate para afirmar a continuación que las hortalizas andaluzas son las mejores del mundo y dar por finalizado su papel en esta crisis. El Partido Popular, que es el mayoritario en el Parlamento Europeo, y Rajoy, que mantiene unas relaciones muy fluidas (que ha hecho visibles frecuentemente) con Angela Merkel, ¿no pueden hacer nada? Prefiero creer que su mutismo no es sino producto de una escasa agilidad como gobernantes a que cruce por la mente la idea de que esperan que el hundimiento de las exportaciones lleve de nuevo a España a la recesión. Ese tomate causaría espanto.
(El Correo de Andalucía)