Cautivo y desalmado

Marcial Vázquez

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Es muy difícil escribir algo coherente después de lo sucedido en la noche del 22 de Mayo. Tiempo habrá de analizar las causas aunque no los resultados, porque son los que son y cuanto más se miran peor parecen. Lo único bueno para el PSOE después de estas elecciones municipales es que nada podrá ir a peor: cuando se ha perdido todo, nada más se puede perder. Bueno, ¿nada más?, nada más excepto la vida, que en este caso apenas se manifiesta.

Comprendo que después de este vuelco histórico ya estén volando las chaquetas periodísticas y aquellos que ayer criticaban al PP hoy se estén ofreciendo como felpudos y limpiabotas de Mariano. En mi caso no será así, porque hoy más que nunca me reafirmo en todo lo que creo, en todo lo que he escrito y en todo lo que escribiré, porque una cosa es que la izquierda sociológica se haya quedado en casa para castigar a un PSOE que identifican como derecha, y otra muy distinta es que tiremos la toalla aquellos que tenemos la obligación y el privilegio de defender en público lo que creemos en privado: el PP ni es la solución para la crisis ni va a suponer más libertad para los ciudadanos. Los mensajes amenazantes a los periodistas y escritores que hemos combatido con nuestras palabras a la derecha pepera ya están en nuestro buzón de entrada, lo que me lleva a la conclusión de que ignoro si llegan con nuevas ideas y proyectos a las instituciones que han conseguido, pero que siguen con más ansias de desquite y persecución que nunca, lo tengo clarísimo.

Es comprensible que para muchas personas no tengan valor los derechos civiles si no tienen euros en el bolsillo para comer, pero en ningún lugar se han demostrado incompatibles la libertad de expresión y democrática con el bienestar material y económico. Algunos proponen cambiar democracia por contratos laborales, pero yo prefiero conjugar ambos conceptos. De ahí que no pueda estar demasiado de acuerdo con el ejercicio de masoquismo gratuito con el que nos obsequió Elena Valenciano al decirnos a todos que comprendía la respuesta y el malestar de los españoles con el PSOE. Pues chica, desde hace más de año y medio venís sintiendo el aliento del lobo, y ahora cuando os encontráis en la boca de su estómago es cuando lloráis la desdicha. Pero en parte es normal, no se puede pretender estimular a tus propios votantes cuando algunas secretarias de organización van diciendo por ahí que voten al PSOE porque es quien va a crear empleo estable y de calidad. ¿Eso a qué suena, Susana? Pues a pitorreo, sinceramente.

Sin embargo, no puedo compartir la opción de tirar la toalla como manera de plantear la gran batalla electoral de las generales. No puede cundir el desánimo ni entender mal el mensaje que han dado las urnas. La izquierda electoral le ha dado la espalda al PSOE porque ha sentido que el PSOE le ha dado la espalda a sus ideales.

Pero en el PSOE no hay un presidente autonómico y media cúpula de Valencia en el banquillo. Por poner un ejemplo, y eso siempre tiene que animar moralmente, porque en la vida una cosa es equivocarse, puesto que se puede rectificar, y otra ser un chorizo, que algunos no rectifican por la sencilla razón de que les sale gratis e incluso les da votos.

Porque dentro de la catástrofe electoral, existe un motivo importante de esperanza: y es que el PP apenas ha subido 500.000 votos y un 2% respecto a las municipales de 2007, mientras que el PSOE ha perdido 1.5000.000 apoyos. Es decir, mientras que el PP ha puesto toda la carne en el asador y la derecha en masa ha ido a votar contra Zapatero, el socialismo ha tocado fondo electoral. Y a partir de aquí es cuando llega la hora de hacer autocrítica, ser sinceros, depurar el partido de inútiles de cuotas y reconquistar ese electorado de playa y sofá que el 22-M no fue a votar.

Que nadie espere de revoluciones de acampada las soluciones para frenar el avance del PP, porque yo la solución la tengo clara: hay que recuperar el alma ideológica para conquistar el cuerpo electoral.
“En el día de hoy, cautivo y desalmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos electorales. La crisis ha terminado. El Marianísimo”.