Edita: Fidio (Foro Indalo de Debate, Ideas y Opinión) / X: @opinionalmeria / Mail: laopiniondealmeria@gmail.com
Mostrando entradas con la etiqueta dimision pizarro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta dimision pizarro. Mostrar todas las entradas

Luis Pizarro, desde la distancia

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

Lo de menos es que Luis Pizarro haya dimitido y la oportunidad o inoportunidad de su dimisión. La cuestión que más me ha sorprendido, desde la distancia, son los comentarios que han surgido a raíz del ‘portazo’ de Luis Pizarro, que le sitúan como un hombre trascendental en el socialismo andaluz. No han faltado editoriales de periódicos nacionales y regionales, artículos de periodistas de opinión relevantes, que han situado al exconsejero en las claves del PSOE. Y me ha sorprendido porque después de tantos años en el mundo de la información periodística, con una detenida observación sobre la cuestión política andaluza, y en este caso sobre los protagonistas del socialismo andaluz, siempre me he estado planteando interrogantes sobre la personalidad de este político tan extraño y particular. Vamos, que nunca conseguí explicarme cómo podía ser consejero de Gobernación y Justicia alguien que no tiene ni el bachillerato (creo que su profesión inicial es la de auxiliar administrativo), que habla como habla, pero que tomó, imagino, la afortunada decisión de ‘matricularse en la Universidad’ del PSOE de Cádiz, en su momento (creo que fue en 1973, con 26 años, cuando el PSOE todavía estaba en la clandestinidad) para hacer una carrera profesional fulgurante (concejal, parlamentario autonómico, senador, consejero). Y su caso no es único. Es como quien empieza de botones y termina de presidente de Consejo de Administración de un gran banco, o de ministro, que también. En política todo es posible y el cajón de las oportunidades siempre está abierto. Imagino de todas formas que Luis Pizarro se afilió al PSOE en su tierra natal, Alcalá de los Gazules (Cádiz), por ideas, por luchar contra la dictadura, por conseguir una sociedad libre, igualitaria, humanista, solidaria, donde todos los seres humanos son iguales. En fin, para trabajar por los ideales de la izquierda y del socialismo que acuñara Pablo Iglesias.

Desde la distancia, de todas maneras, durante años he ido observando el territorio de la política y agrupando interrogantes sobre la evolución de los políticos, de Luis Pizarro en el caso que nos ocupa. Siempre pensé que, por sus orígenes, podía haber sido un buen sindicalista o haber desarrollado funciones en otros lugares. Bueno, de hecho también ha destacado en la ejecutiva socialista. Pero consejero de Gobernación y Justicia, vamos que no, que no me lo explico por muchos argumentos que me den. He leído comentarios en prensa respetable que ahora sitúan a Pizarro poco menos como el gran artífice del socialismo andaluz. Y yo alucino, porque no sé qué ven esos colegas periodistas que yo no consigo ver. Debe ser la distancia desde la que yo miro y analizo. O es que Cádiz, tan lejos de Almería, es otro mundo.

Creo que en política se funciona, en muchos casos pero no siempre, desde el servilismo, el halago y la lealtad interesada. Y por eso hay políticos que suben y suben y suben y se tiran casi toda su vida en cargos públicos. Y otros, en cuanto dejan escapar opiniones personales que pueden resultar incómodas al poder establecido del partido de turno, rápidamente desaparecen. En la mayoría de los casos, entre los que permanecen, abunda la mediocridad, se configura el poder de los mediocres, y ellos, que son halagadores, se alimentan de los halagos de los demás para sobrevivir. No pueden volver a la realidad de la calle, fuera del acontecer político, porque su ego se ha inflado de tal modo que no aceptan volver a ser lo que fueron, en el oficio que les forjó en sus primeros pasos.

Este sistema también se encarga, desde esta forma de entender el liderazgo, de formar una muralla alrededor para dejar correr los años. No interesan los individuos brillantes, con capacidad intelectual o profesional. Interesa el individuo gris, que no estorbe, que aplauda siempre las decisiones del jefe y guarde silencio. Y creo que Luis Pizarro es hijo de este sistema. A lo mejor exagero, pero creo que ustedes me entienden.

Este sistema se ha mantenido durante años y ocurre lo que ahora está pasando en el socialismo andaluz y nacional, que se ha formado con Rodríguez Zapatero, un embudo de tal magnitud que desbloquearlo va a costar sudores y lágrimas. Apenas hay generación de relevo, porque no se ha dejado que la haya. Y la madurez se diluye poco a poco en el vacío.

Ahora me explico los apegos del socialismo establecido en Almería hacia Luis Pizarro, con el modelo copiado por Martín Soler y Diego Asensio, con los leales del ‘clan de Cuevas del Almanzora’ y el ‘clan de Aguamarga", donde, por cierto, veranea Luis Pizarro, que durante todos estos años era el salvavidas en Sevilla de los problemas de los dirigentes del partido en Almería.

Alguien tuvo que encumbrar a Luis Pizarro. En Cádiz y Sevilla. En fin, cosas. Y aparece siempre Manuel Chaves que, a pesar de todo lo que se dice, siempre me ha parecido un político honesto, pero que cometió el error de aguantar más de veinte años presidiendo el gobierno andaluz.

Después ha venido Griñán, que personalmente me parece un político más brillante, intelectualmente, que Chaves, pero que llega en un momento muy complicado. Pero no entiendo cómo mantuvo a Pizarro cuando remodeló el equipo de gobierno tras la marcha a Madrid de Chaves y Gaspar Zarrías. Sobre todo por esa atmósfera de conspiración que se puso en marcha contra Griñán desde dentro del partido socialista, conspiración en la que está presente Almería. Hay un sector en torno a lo que significa Luis Pizarro que tendría su mayor alegría en el caso de una derrota electoral de Griñán en 2012.

En fin, aquí me tienen, desde la distancia, intentando desentrañar la radiografía de Luis Pizarro y su mundo que nos están describiendo estos días. Sigo sin entenderla. A lo mejor es que me he situado en otro mundo de la política, donde la inteligencia, el trabajo, la honestidad, la sinceridad, la solidaridad y las ideas abiertas construyen la nueva sociedad. Quién sabe, pero está claro que una enorme distancia nos separa.

El río del PSOE de Andalucía se desborda

Isabel Morillo
El Correo de Andalucía

"Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente". Es la máxima política del presidente de la Junta y secretario general del PSOE-A, José Antonio Griñán. Pero al líder el río se le está desbordando con un caudal político que comienza a ser incontrolable y que, si las urnas no lo remedian, va camino de provocar el mayor desastre del socialismo andaluz en las tres últimas décadas.

Ayer el campanazo más sonado de los últimos dos años, desde que se acometió la sucesión de Manuel Chaves, lo dio Luis Pizarro, un referente orgánico del que muchos dicen que estaría dispuesto "a cortarse una mano" antes de hacer algo que hiciera daño a su partido o a su Gobierno. La mayoría del Gobierno se enteró por la SER -avanzó la noticia- y muchos tardaron horas en digerirlo.
 
Dimitió el hombre que llevó a gala ser el fontanero político en el partido de Manuel Chaves durante 18 años, el mismo que diseñó una estrategia que llevó al PSOE-A a cosechar seis victorias en las urnas, dos con mayoría absoluta, y que desde el banquillo asistía con resignación, con gesto cada vez más agrio y evitando decir en público -aunque cada vez se le notaba más- lo poco que le gustaba el actual rumbo de su partido. La gestión del escándalo de los ERE ha sido el último ejemplo. "Llevaba casi dos años tragando cosas muy gordas y ya no aguantaba más", cuentan que dijo ayer a su entorno más cercano.

Se plantó un político de aparato, tan temido como respetado. El gran artífice de una sucesión ordenada, al estilo que Chaves quería, con José Antonio Griñán como el elegido. Él lideró a los apóstoles de la sucesión (con hombres como Antonio Fernández -el exconsejero en el ojo del huracán de los ERE- o Martín Soler), los mismos que Griñán hizo caer. Pues el mismo Pizarro que lo aupó, le asestó ayer el golpe político más duro de su mandato. Quizás el definitivo para destapar la caja de los truenos y desencadenar una guerra interna que lleva larvada meses y que muchos advertían de que podía estallar si los socialistas se despeñaban en las próximas municipales del 22 de mayo. Contra pronóstico, ha dado la cara antes aunque quizás pueda sostenerse, o no, hasta después de los comicios.

Un dirigente socialista trataba ayer de desdramatizar bromeando con la importancia de la Semana Santa para el PSOE andaluz. Penitencia y pasión. Un domingo de Ramos de hace dos años Chaves anunció su marcha. Antes de las vacaciones de Pascua del año pasado Griñán se aupó a la secretaría general del PSOE andaluz y remodeló su Gobierno por segunda vez. Y cuando está próximo este Viernes de Dolores, al PSOE andaluz le acaba de estallar otra gran crisis interna y se ve obligado a superar la cuarta remodelación del Ejecutivo en menos de dos años.

La gota que colmó el vaso, la tormenta política que desbordó el río, está relacionada con el PSOE de Cádiz y la famosa comida del pollo con tomate de Benalup. Esa mesa en la que Pizarro y Chaves, supuestamente a espaldas de Griñán y su ejecutiva regional -según sostienen desde San Vicente-, maniobraron para desbancar a la alcaldesa y candidata de Jerez. Pizarro, dicen fuentes de su entorno, se ha visto abocado a elegir entre el partido en Cádiz y el Gobierno, y él es de partido. Dicen que el gran referente del llamado clan de los Gazules -ese grupo socialista gaditano imprescindible para entender la etapa Chaves- no estaba dispuesto a "ver pasar desde su Audi" los cadáveres políticos de muchos de sus afines y sus allegados en la provincia de Cádiz.

Aseguran que Pizarro está convencido de que la secretaria de Organización, Susana Díaz, había puesto en marcha, con el consentimiento y el visto bueno de Griñán, una operación para barrer del Gobierno todo aquello que se relacionara con el secretario provincial del PSOE de Cádiz, Francisco González Cabañas. Y Pizarro, que se olía la operación desde hace más de diez días porque no está en parvulitos de política, llevaba una semana rumiando el plante. Despachó hace poco con Susana Díaz en un almuerzo, dicen, "tenso pero razonable". "Quien conozca a Luis sabe que esto desde luego no es un calentón, él mejor que nadie sabe del impacto y de la gravedad de su decisión", comentó ayer un dirigente del Gobierno andaluz, que comparaba la dimisión de Pizarro con la de Rafael Velasco, fruto esa -dicen- de su impericia política.

Pizarro también utilizó el BOJA para barrer a sus adversarios políticos y no le tembló el pulso para descabalgar a quien pusiera en duda el poder de la ejecutiva regional. Y si no, que le pregunten al exportavoz parlamentario José Caballos.

La guerra de Cádiz ha sido el detonante, pero el origen está más atrás, hace aproximadamente año y medio. Cuando Griñán decidió saltarse los planes que habían diseñado para él y reclamó el poder del partido. El día que el actual dirigente socialista proclamó aquello de "El líder del PSOE andaluz soy yo" y se puso a trabajar para conseguir adelantar un congreso regional extraordinario que acabara con la bicefalia, desalojara a Chaves de la secretaría general y a Pizarro de la vicesecretaría. Ese día, el vaso comenzó a llenarse.

Pizarro no dejará su escaño en el Parlamento. Será un diputado "de a pie", dicen sus allegados, pero está dispuesto a tener "un papel más visible que nunca". ¿Es eso una declaración de intenciones? ¿El aviso de que se va a librar una batalla interna definitiva y de que Pizarro será el referente de los críticos contra Griñán? Tiempo. La ejecutiva regional desvistió esto de cualquier viso de realidad. "Se pasará en 48 horas", auguraron. "No hay derecho, Griñán no se merecía esto, no es justo para el presidente ni para los candidatos", aseguró un peso pesado de la actual ejecutiva. Ayer el partido estaba desbordado, conmocionado, y los críticos ya pedían primarias para elegir a otro candidato en lugar de Griñán animados por el debate de Zapatero. Eso sí, agazapados en el anonimato. Huele a guerra fraticida. Crisis, encuestas a la contra, desmovilización del electorado socialista, ERE y Pizarro. El río va desbordado.