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Emersión y emergencia

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Entre la emersión y la emergencia anda el juego del proceso de investidura. La emersión (salir a flote) de nuevos partidos políticos ansía con emergencia (situación de catástrofe o peligro que requiere acción inmediata) situarse como modelo de remplazo de los partidos clásicos; Podemos por el PSOE, y C´s por el PP. Dicen los analistas que, de repetirse las elecciones, se obtendría un resultado similar al obtenido o, quizá, mayor respaldo a las formaciones lideradas por Iglesias y Rivera, escenario que viene a reforzar la teoría de la decadencia en la bipolaridad alternante PSOE/PP.

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez no encuentra escollos para sumar, independientemente de las apelaciones a la cal viva y discursos asamblearios del incendiario tardocomunismo que se adorna con un “piquito” (beso en los morros) como rúbrica de amor y paz universal, después de despellejar a destacados estadistas (Felipe González) y enaltecer a inequívocos criminales (Arnaldo Otegui); todo un ejercicio de hipocresía sectaria que, de encontrar el pretendido respaldo, nos conduce a un escenario inédito, incluso, para los más recalcitrantes bolivarianos ahora sumidos en lo que a ello conduce estas conductas: miseria, represión e involución.

"Si estamos abocados a este “cambio” con los radicales de izquierda reaccionaria e involucionista es mejor que se produzca lo antes posible"

Judas también besó a Jesús -por el “Cambio”- y el Redentor, en Su Pasión, pidió a Dios Padre hacer “pasar de Mí este cáliz”. O sea, evitar el trance o hacerlo lo más rápido posible. Y en esas estamos. Si ha de suceder, que sea lo más rápido posible. Si Sánchez suma a Podemos junto a Ciudadanos para alcanzar la presidencia, que sea lo antes posible. Demorar este calvario que parece sociológicamente inevitable es entrar en bucle que se puede saldar con idéntico final, pero con más deterioro económico y social (más dolor).

Si estamos abocados a este “cambio” con los radicales de izquierda reaccionaria e involucionista es mejor que se produzca lo antes posible; primero, para escarmentar del populismo y la demagogia, pues es necesario que nos vacunemos de una vez por todas de ese “tiempo nuevo” que viene aderezado de fantasmas del pasado (Guerracivilismo, revancha y oportunismo).

No parece que seamos sensibles a experiencias ajenas que se han saldado con la ruina aportada por el comunismo y las purgas revolucionarias que han convertido el espejismo de las libertades en lodazales de los que costará salir con algo más que denodado esfuerzo. Todo sea porque este amenazante horizonte no alcance a nuestros hijos y nietos cuyos padres y abuelos han podido seducirse por la utopía de la prometida Arcadia universal que les libere de las penurias actuales. Y nada más lejos; no habrá liberación de las penurias actuales sin persistir en el esfuerzo por superarlas con tesón y buen tino.

De la enfermedad no se sale cortando de raíz el tratamiento. La gripe no se cura saliendo en pelotas a la intemperie y gritando ¡Fuera malditos bacilos de la casta! Lograremos una inmediata recaída e importantes complicaciones neumológicas. La conclusión es que, si salimos de esta, sabremos que así no se cura una gripe y que hemos estado a punto de palmar.

La emersión política con ambiciones de urgencia puede conducir a la indeseable emergencia. Y podríamos emerger de la crisis nadando hasta ganar la superficie; es lo natural. Pero parece que estamos esperando a que alguien nos convierta en anfibios. Algo muy natural cuando la política cae en manos de reptiles.