Ojalá derriben
ya ese monstruoso hotel El Algarrobico, afirma Andrés Rubio, autor del ensayo
España fea, segunda edición. En febrero de 2026 se cumplirán 20 años de la
paralización de las obras del hotel de la playa del Algarrobico, construido por
la voracidad urbanística, pasividad política y la codicia, a unos tres
kilómetros de Carboneras en dirección a Mojácar. Una historia judicial
interminable que en los últimos días el Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía ha traslado a la Junta de Andalucía y a Greenpeace que el
Ayuntamiento de Carboneras ha corregido para que sea no
urbanizable. Andrés Rubio nació hace 62 años en Páramo del Sil (León),
comarca del Bierzo y vive en Madrid. Autor del ensayo España fea.
El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia, premio FAD de
Pensamiento y Crítica, ex aequo. Se ha publicado una nueva edición ampliada e
ilustrada con 275 fotografías. Confía en las promesas de la ministra María
Jesús Montero del derribo para este mismo año. “Un fracaso colectivo a lo que
se añade el galimatías jurídico del caso. Ojalá lo derriben ya ese monstruoso
hotel de 411 habitaciones en el parque natural Cabo de Gata-Níjar”.
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Andrés Rubio, el pasado fin de semana en el Festival Literario de Morella (Castellón). Foto Miguel Ángel Troncho |
Le pregunto
sobre la portada del exitoso libro y si tuvo en cartera otras imágenes del
desastre: “Me gusta mucho la fotografía de portada elegida, de Ben Roberts, por
su eficacia al mostrar la mole de El Algarrobico en diálogo imposible con la
montaña y con el mar. La portada de España fea muy bien podría
haber sido alguna foto de Txema Salvans de su libro Perfect Day (Día
perfecto), donde recorre la costa mediterránea captando con ironía y crudeza
cómo la gente se adapta resignadamente a los escenarios de maltrato al paisaje
que son una constante en el litoral español. También podría haber sido
portada la icónica foto de Pedro Armestre en la que los activistas de
Greenpeace navegan en una lancha rápida con un banderín al viento que pide la
demolición de El Algarrobico. Al fondo, sobre la superficie del invasivo
mamotreto se leen, negro sobre blanco, las palabras Hotel ilegal. Para mí, el
pintar esas letras fue una de las acciones más bellas y poéticas del ecologismo
español, y creo que la foto de Armestre debe figurar en los museos como resumen
de una época, la de la democracia, marcada por la especulación caótica, la
corrupción política y la incultura, en la estela de la dictadura de Franco”.
Para el
periodista y novelista Andrés Rubio, empeñado en la pelea contra el feísmo
urbanístico, es consciente que hay más mamotretos ilegales en otras provincias.
Tiene como defensor ambiental al urbanista y arquitecto danés Jan Gehl.
“Muestra una expresión mordaz, arquitectura de cagada de pájaro, que en mi
opinión representa ese desparrame de edificios poco o nada pensados, como
excrecencias caídas del cielo sin tener en cuenta la topografía ni la
ordenación del espacio público, que conforma el extendido cuerpo de la
arquitectura basura en España, especialmente en la costa. Jan Gehl defiende una
arquitectura y una ciudad a escala humana, a la altura de la mirada, y retoma
el ideario tanto de la gran tradición urbanística danesa como de figuras como
la activista vecinal y pensadora Jane Jacobs, que en los años cincuenta y
sesenta se enfrentó al todopoderoso planificador jefe de Nueva York, Robert
Moses, que pretendía que una autovía atravesara Washington Square, la famosa
plaza en el corazón de Manhattan. Jane Jacobs consiguió parar la delirante
operación motorizada y machista que pretendía Moses, que calificó de histéricas
a esas mujeres que con tanta inteligencia y sentido común se le
enfrentaban”. “En España, tres figuras imprescindibles son el arquitecto
Oriol Bohigas, que dirigió con admirable capacidad y energía la transformación
urbana de la Barcelona preolímpica, y Xerardo Estévez, el que fue
alcalde-arquitecto de Santiago de Compostela, seguidor de Bohigas y de los
mentores de este, los alcaldes socialdemócratas Narcis Serra y Pasqual Maragall.
Otro alcalde cuya labor resultó magnífica fue Joaquim Nadal en Girona,
acompañado en la tarea por el arquitecto Josep María Birulés. El talento
urbanístico que irradia la ciudad de Barcelona debería ser tenido cada vez más
en cuenta en el resto del Estado”.
Con Andrés
Fernández Rubio y su firma de los últimos años Andrés Rubio mantengo amistad
desde mi experiencia con El País y la Complutense. Tengo la anécdota importante
de que me invitara en Madrid a un concierto de la Orquesta Filarmónica de
Berlín. En aquellos años ochenta, ya se notaban sus inquietudes, pasión por el
periodismo, y el relato literario. Licenciado en periodismo por la Universidad
Complutense de Madrid, desde muy joven estuvo vinculado al periódico de Prisa,
donde fue reportero cultural, jefe de la sección de Cultura y, durante casi 20
años, del suplemento El Viajero. Publicó artículos sobre arquitectura española
contemporánea en las revistas Bauwelt y Architecture. Es autor del
documental La delirante historia de La Pagoda, sobre la figura del
arquitecto Miguel Fisac, y fue cofundador de la galería de arte Mad is Mad, en
Madrid. “Los periodistas de medio ambiente fueron maltratados e ignorados
en las redacciones de los periódicos en las últimas décadas, y ahora, cuando el
pensamiento verde es un eje de la contemporaneidad gracias a la gente joven, ya
es tarde, el mal está ya hecho, las costas españolas destrozadas y los pueblos
y las periferias de las ciudades afeadas. Sólo queda detener el proceso y
tratar de revertirlo, y para ello también se necesita que los periodistas sean
más críticos y que los dueños de los medios los apoyen”.
Dice que el ministro Joaquín Garrigues Walker, de UCD, quiso ordenar el territorio y nadie le hizo caso. Garrigues pasaba sus veranos desde la infancia en Garrucha, la finca Marina de la Torre y en Mojácar. “Una gran oportunidad perdida en Andalucía fue cuando el gobierno de coalición PSOE-IU fracasó en sacar adelante el Plan de Protección del Corredor Litoral de 2015, una norma que debería rescatarse de inmediato. Hay que parar en seco a los cementificadores de la costa que es de todos”. La España fea sigue viajando por toda España con la portada del Algarrobico. El pasado fin de semana tocó el Festival Literario de Morella (Castellón).
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