Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
«Yo soy Juan Manuel Moreno y me debo al PP andaluz y con el PP 
andaluz me basta y me sobra». La frase la pronunció ayer el flamante 
candidato a presidir el partido de la oposición en Andalucía para librarse de 
las preguntas sobre el dedazo de Rajoy y Arenas. A los periodistas les recordó a 
otra afirmación similar que pronunció la líder de los socialistas andaluces en 
el debate de su investidura para desquitarse la larga sombra de Griñán: 
«Soy Susana Díaz Pacheco y éste es mi debate».
![]()  | 
| Amat se volcó desde el primer momento con Juan Manuel Moreno / Foto: El Correo  | 
Moreno y Díaz tienen muchas similitudes. Ambos llegaron con sombras 
sobre la legitimidad de su liderazgo político y sin haber pasado 
el test de la verdad en política: el pronunciamiento de 
las urnas. Los dos comparten una trayectoria y unas cualidades 
similares. Reivindican su origen humilde y obrero. Tienen 
carisma y gancho mediático. Hablan claro, tienen un discurso 
más fresco  y directo que el de sus mayores. Casi con dientes de leche 
ya militaban en sus partidos y fueron líderes de Juventudes y Nuevas 
Generaciones. Ninguno de los dos ha tenido trayectoria 
profesional al margen de la política y ninguno oculta que aspira a una 
ambiciosa carrera política. Son jóvenes políticos con un mensaje: la necesidad 
de conquistar la calle y acercarse a la gente. No se les dará mal patear pueblos 
y mercados y ambos ganan en las distancias cortas.
La pena es no poderlos medir frente a frente, puesto que el popular no tiene 
escaño en el Parlamento andaluz. Ayer Moreno Bonilla confesó 
que le encantaría confrontar parlamentariamente con Díaz y que no le da miedo. 
Detrás de la socialista, «hay mucha frase bonita y mucho marketing». Casi lo 
mismo que los detractores del líder malagueño le podrían espetar.
La designación de Moreno Bonilla fue una sorpresa en el Partido Popular de 
Andalucía pero también lo fue en el PSOE. Los socialistas, que 
clamaban por la necesidad de una oposición fuerte y porque el partido de la 
oposición terminara de una vez con el «sainete» en el que se había convertido la 
sucesión de Zoido, creían que Sanz iba a ser el elegido y la 
verdad es que estaban muy tranquilos. Casi ninguneaban, no sabremos si con 
acierto o no, la capacidad del todavía número dos del PP andaluz para hacer daño 
electoral a Díaz. Con Moreno Bonilla surgen muchas dudas. En el PSOE-A lo han 
recibido con acusaciones de «dedazo» de Rajoy, denunciando que es más de lo 
mismo, que es un hijo político de Arenas y poniendo el acento 
en que desde su cargo como número dos en el Ministerio de Sanidad ha colaborado 
en desmantelar la sanidad universal, la dependencia o la 
protección de las mujeres maltratadas. ¿Les suena? El PP recibió a Díaz con 
acusaciones muy similares, señalando que la socialista era la heredera de Griñán 
y de la corrupción en la Junta.
Es cierto que la lideresa del PSOE andaluz le lleva algunos semestres 
políticos de adelanto. Ella ya ha logrado instalar la paz en las que eran 
turbulentas aguas socialistas y consolidar su liderazgo con una 
proyección nacional sin precedentes. En muy poco tiempo se ha 
logrado colar en la agenda política de temas nacionales con gran predicamento y 
situándose como un referente del PSOE, un partido donde el liderazgo de 
Alfredo Pérez Rubalcaba deja muchos huecos abiertos. El futuro 
presidente del PP andaluz, un desconocido, todavía debe de aprobar esas 
asignaturas y está en circunstancias muy diferentes. El Gobierno de Rajoy le 
dará poco o ningún margen para elevar la voz en temas nacionales y le será 
complicado sacudirse la erosión que conlleva el desgaste por las 
políticas del PP. Pero Moreno Bonilla dio ayer muestras de que no 
piensa amilanarse y de que su objetivo es, a medio plazo, gobernar Andalucía. No 
le falta empuje y entusiasmo y su primer reto será instalar un 
argumentario político en la oposición que trascienda los casos de corrupción que 
atenazan al PSOE andaluz. 
Está dispuesto a hacerlo. Aunque en su presentación midió bien sus respuestas 
y evitó decir que llega para cambiarlo todo, en off the record lleva 
meses trasladando ese mensaje a quien quisiera oírlo. Ha defendido que el PP 
andaluz necesita un revulsivo y que estaría dispuesto a cambiar 
muchas cosas del partido.  Debe de hacerlo con tiento, para suturar las 
heridas con las que terminan los populares esta batalla 
interna. Pero lo cierto es que si quiere que su mensaje 
renovador cale, tendrá que comenzar a hacer gestos 
políticos. Su círculo de confianza asegura que lo hará. En su nuevo 
organigrama estarán las claves y se medirá de verdad su vocación de renovación. 
Tendrá también que decidir sobre la portavocía del Parlamento 
andaluz, un puesto clave mientras él esté fuera de la Cámara para darle 
la réplica a la presidenta de la Junta. En el cálculo político que hizo ayer 
públicamente señaló que aspira a ganar el Gobierno andaluz en un plazo de seis 
años y cuenta, dijo, con que habrá elecciones anticipadas en 
Andalucía y que el pacto de PSOE e IU no resistirá los envites 
electorales que se aproximan. Sus antecesores no tenían ese pronóstico, estaban 
convencidos de que Susana Díaz iba a agotar la legislatura.
Pese a todo lo que le queda por demostrar a Moreno Bonilla como líder del PP 
andaluz, lo cierto es que al PSOE le ha salido un referente de la 
oposición que no esperaban y que representa eso que durante años buscó 
Arenas hasta lograrlo con 50 de los 109 diputados de las últimas elecciones 
autonómicas: el centro político. Con ese marchamo aterrizó ayer 
en la calle San Fernando un político de 43 años que cada vez que puede 
reivindica que es nieto de jornaleros e hijo de inmigrantes. Un hombre natural, 
que parece sencillo y al que el PSOE no podrá caricaturizar con la imagen del 
señorito andaluz o el pijo sevillano con el que 
durante años han jugado para tratar de erosionar a los líderes populares. Al 
PSOE quizás le haya salido un competidor por el centro 
político, ese que determinará lo que ocurra en las próximas elecciones 
que se avecinan en Andalucía y por el que también pelea UPyD. 
En los últimos comicios, Arenas pescó mucho de ese voto socialista desencantado. 
Díaz, a quien atribuyen buen olfato político, sabe que ahí está la disputa y no 
a la izquierda, donde además compite con sus socios de Gobierno. Queda por ver 
si el desmoronamiento del PP andaluz es remontable a corto plazo y si el hijo de 
emigrantes convence más allá del granero tradicional del PP.


No hay comentarios:
Publicar un comentario