Javier Salvador
Director de teleprensa.es
Mientras los partidos tiran de encuestas, les dan la vuelta, las vuelven a pasar por el colador y luego las dejan reposar para que los datos sean buenos para aquellos que hasta no pagaron la consulta, hay una gran incógnita por resolver y no es otra que a quién le quita votos Upyd. En un principio hablábamos de un partido nacido del despecho, pues Rosa Díez, su líder, pasó de socialista a centrista apoyada por los medios de comunicación conservadores que creían que así debilitaban la imagen de Zapatero. Pero pasado el tiempo y gracias a ese apoyo que tuvo desde el principio por los medios de bandera de la derecha, el efecto que ha producido Upyd es muy lejano a esa primera impresión.
El hecho más sorprendente que vengo comprobando es que todo aquel que ha sido criado bajo una doctrina conservadora, pero que no quiere tener nada que ver con la actual imagen de un PP duro por fuera y blando por dentro o viceversa, con candidatos que no aprueban ni a la de tres la asignatura de ganar unas elecciones generales o autonómicas, se refugian en ese ni derechas ni izquierdas absolutamente indefinido del partido de Díez.
En lugares como Almería capital, donde el PP gobierna en coalición con una de sus escisiones, Gial, hay un movimiento extraño que da la impresión de preparar una sorpresa no esperada por nadie. Gial dice que se presentará, pero todos saben que el pacto entre éstos y el PP es algo hecho y que, a día de hoy, sólo les separa quién se come el marrón de un tipo llamado Esteban Telesforo, el concejal con más escobas de metales preciosos de toda España pese al desastre de limpieza en el que vive la ciudad. El PP quiere que sea el número dos de Gial, como hasta ahora, y el mandamás del partido pretendido, Juan Megino, dice que no, que él llevará de dos a su chica de confianza y compañera de fatigas en estos años de destierro, Ana Martínez. El caso es que, tras las elecciones, la fusión parece total.
Al PP le interesa que Megino se presente en solitario, porque sabe que sus votos serán al final para ellos, pero no tienen muy claro que sume igual si lo hace en las listas junto a Rodríguez Comendador.
Hay que recordar que Megino, en su primer asalto electoral, consiguió nada menos que cinco concejales como independiente, pese a que cuatro años antes había perdido la alcaldía por una especie de sentimiento generalizado de sobrada arrogancia en su época de primer edil.
Almería es ciudad de sorpresas, y al igual que se dan dos concejales a IU, que los grandes tengan cuidado con las ideas de centro que recogen mosqueados de uno y otro lado, porque al final puede haber sobresaltos. Y aquí es donde vienen las madres mías. Cuando hablamos de mosqueados, realmente y con la mano en el corazón, ¿dónde hay más, en el PP o en el PSOE?
Pues bien, casos que conozco. Tipo votante del PSOE de toda la vida, que está cansado de tanta guerra interna pero que reconoce que, después de todo, el día de las elecciones votará a su partido de toda la vida “porque no se puede permitir que avance la derecha”.
Y ahora caso del votante del PP tradicional, de familia votante del PP de toda la vida y todo eso. Pues el pollo lo tiene claro, este PP no le gusta y menos el candidato para la capital, con ocho años de antigüedad y sus sobradas dosis de arrogancia. Dicho por él, se tirará hacia Upyd, porque no viola sus creencias conservadoras y, por supuesto, no le vota a los socialistas que para él sería como un pecado mortal.
Sólo una cosa para añadir. Ojito con las variables no tenidas en cuenta, porque si votan los mismos de siempre, es decir, no más del 55%, la cosa puede que no cambie mucho, pero como entre en juego sólo un 10% de electores no tenidos en cuenta y la tasa llegue a más del 62%, los resultados pueden ser como la combinación del euromillón, que existe pero no hay forma de acertarla.
El hecho más sorprendente que vengo comprobando es que todo aquel que ha sido criado bajo una doctrina conservadora, pero que no quiere tener nada que ver con la actual imagen de un PP duro por fuera y blando por dentro o viceversa, con candidatos que no aprueban ni a la de tres la asignatura de ganar unas elecciones generales o autonómicas, se refugian en ese ni derechas ni izquierdas absolutamente indefinido del partido de Díez.
En lugares como Almería capital, donde el PP gobierna en coalición con una de sus escisiones, Gial, hay un movimiento extraño que da la impresión de preparar una sorpresa no esperada por nadie. Gial dice que se presentará, pero todos saben que el pacto entre éstos y el PP es algo hecho y que, a día de hoy, sólo les separa quién se come el marrón de un tipo llamado Esteban Telesforo, el concejal con más escobas de metales preciosos de toda España pese al desastre de limpieza en el que vive la ciudad. El PP quiere que sea el número dos de Gial, como hasta ahora, y el mandamás del partido pretendido, Juan Megino, dice que no, que él llevará de dos a su chica de confianza y compañera de fatigas en estos años de destierro, Ana Martínez. El caso es que, tras las elecciones, la fusión parece total.
Al PP le interesa que Megino se presente en solitario, porque sabe que sus votos serán al final para ellos, pero no tienen muy claro que sume igual si lo hace en las listas junto a Rodríguez Comendador.
Hay que recordar que Megino, en su primer asalto electoral, consiguió nada menos que cinco concejales como independiente, pese a que cuatro años antes había perdido la alcaldía por una especie de sentimiento generalizado de sobrada arrogancia en su época de primer edil.
Almería es ciudad de sorpresas, y al igual que se dan dos concejales a IU, que los grandes tengan cuidado con las ideas de centro que recogen mosqueados de uno y otro lado, porque al final puede haber sobresaltos. Y aquí es donde vienen las madres mías. Cuando hablamos de mosqueados, realmente y con la mano en el corazón, ¿dónde hay más, en el PP o en el PSOE?
Pues bien, casos que conozco. Tipo votante del PSOE de toda la vida, que está cansado de tanta guerra interna pero que reconoce que, después de todo, el día de las elecciones votará a su partido de toda la vida “porque no se puede permitir que avance la derecha”.
Y ahora caso del votante del PP tradicional, de familia votante del PP de toda la vida y todo eso. Pues el pollo lo tiene claro, este PP no le gusta y menos el candidato para la capital, con ocho años de antigüedad y sus sobradas dosis de arrogancia. Dicho por él, se tirará hacia Upyd, porque no viola sus creencias conservadoras y, por supuesto, no le vota a los socialistas que para él sería como un pecado mortal.
Sólo una cosa para añadir. Ojito con las variables no tenidas en cuenta, porque si votan los mismos de siempre, es decir, no más del 55%, la cosa puede que no cambie mucho, pero como entre en juego sólo un 10% de electores no tenidos en cuenta y la tasa llegue a más del 62%, los resultados pueden ser como la combinación del euromillón, que existe pero no hay forma de acertarla.
(Publicado en teleprensa.es)
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