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Carta abierta a Jose Fernández, asesor de Comunicación del Ayuntamiento de Almería


Gerardo Roger Fernández
Arquitecto, urbanista, exdirector del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento de Almería de 1982 a 1990 y director del Equipo multiprofesional redactor del Plan General de 1986

Sr. Fernández, tras leer su comunicado del pasado 17 miércoles, en el cual diserta sobre mi artículo relativo al derribo y destierro del Pingurucho, publicado en este diario el martes 16, paso a responderle algunas consideraciones que vierte en el mismo. Previamente, deber de educación obliga agradecerle los adjetivos que dedica a mi persona calificándome como “hombre agradable e inteligente”. Nunca vienen mal unas valoraciones positivas.


Sin embargo, ya no merecen la misma valoración desde la óptica del rigor periodístico algunas otras aseveraciones que vierte en su texto. Por ejemplo, cuando me adjudica la condición de exconcejal socialista de Urbanismo o cuando me acusa de ocultarlo en el artículo. Pues bien, nunca tuve el gran honor de ser concejal socialista en el Ayuntamiento de Almería ni tampoco lo oculto en el texto. De hecho, Sr. Fernández, si se dignara en echar una sencilla mirada al artículo publicado y que Vd. critica, constataría que bajo mi foto se expone explícitamente mi condición de Director del Servicio de Urbanismo municipal de 1982 a 1990 y de su Plan General de 1986.
La restauración del monumento llevada a cabo en 1988 se aprobó sin ningún voto en contra, mientras que su derribo y destierro se aprueba por una exigua minoría mayoritaria de concejales del PP y un exconcejal de Vox
Tampoco acierta, Sr. Fernández, cuando asevera que falto a la verdad cuando expongo que existe una mayoría social que se opone a la demolición y exilio del Pingurucho. Lo que he escrito y sigo manifestando, pese a quien le pese, es que la restauración democrática del monumento llevada a cabo en 1988 se aprobó sin ningún voto en contra, es decir, por una inmensa mayoría política y social, mientras que su derribo y destierro se aprueba definitivamente por una exigua minoría mayoritaria de concejales del PP y un exconcejal de Vox.
Paso a invitarle a mantener una sesión de debate público, cara a cara, para que cada uno podamos expresar libremente las razones que amparan nuestras respectivas posiciones
Finalmente, tras rechazar expresiones absolutamente impropias que vierte en su comunicado, tales como “miembros de la ganadería” y otras descalificaciones semejantes que no sé de qué libro de estilo las ha extraído y, menos aún, manifestadas por un cualificado representante de la institución municipal, paso a señalarle que con respecto a las valoraciones que hace sobre los criterios que expongo para demostrar el disparate que se pretende perpetrar, dado que su contenido superaría muy ampliamente la capacidad de esta carta abierta, paso a invitarle a mantener una sesión de debate público, cara a cara, para que cada uno podamos expresar libremente las razones que amparan nuestras respectivas posiciones.

Por tanto, Sr. Fernández, quedo a la espera de su oferta para fijar fecha y modalidad, bien presencial o telemática, pero siempre pública, para celebrar esta sesión de debate que entiendo sería de elevado interés tanto para los vecinos como para los representantes públicos almerienses.

El asesor y el portavoz

Emilio Ruiz

José Antonio Fernández Torres –Jose Fernández- es una de las cinco plumas más brillantes del periodismo almeriense. Algún día diré quiénes son las otras cuatro, pero no por ahora para no zaherir la autoestima de quienes tienen colocado su ego profesional en el santuario de su propia morada. Le sigo –a Jose, digo- desde sus tiempos de reportero en la cadena Ser. No tiene nada que ver un momento profesional, aquél, con éste, pero ya entonces agradaba su soltura ante el micrófono. Como columnista es brillante. Es perspicaz, intuitivo, inteligente, domina magistralmente el castellano y apunta en cada artículo esos toques de sarcasmo e ironía que son necesarios para hacer atractivo un artículo de opinión. Vamos, que escribe bien el joío. Luis Rogelio Rodríguez-Comendador tuvo el acierto de incorporarlo a su grupo de asesores en el Ayuntamiento de Almería y, desde entonces, su capacidad profesional la tiene puesta al servicio del equipo de Gobierno del Partido Popular.

Jose Ferández y Miguel Ángel Vázquez

De la trayectoria profesional del también periodista Miguel Ángel Vázquez Bermúdez no he hecho el mismo seguimiento, por razones obvias. Leía algunas de sus crónicas, allá por los noventa, en Diario 16 Andalucía, el mejor modelo global de periodismo andaluz que siempre se ha hecho. Pero no recuerdo de él nada sobresaliente. Una vez que fue designado portavoz del Gobierno de Andalucía, y sobre todo desde que abrió su blog La columna de Miguel Ángel Vázquez, la república independiente de mis emociones, le sigo con frecuencia. Como transmisor visual de las decisiones del Consejo de Gobierno me parece que no cautiva. Pero como articulista me parece brillante. Suelo leer todos sus artículos y me agradan. Por lo que dice y por cómo lo dice. Menos ingenioso que Fernández, sus columnas transmiten, sin embargo, mayor sensación de exigencia deontológica profesional (¡qué fuerte esto que me ha salido!).

"Jose Fernández no debe estar en el Ayuntamiento para actuar como un espadachín en permanente batalla con los socialistas haciendo las veces de portavoz de la oposición a la oposición"

Nadie duda, pues, de la cualificación profesional de ambos periodistas. Pero se da la circunstancia de que uno percibe su nómina del Ayuntamiento de Almería y el otro, de la Junta de Andalucía. Es decir, cobran del erario público. Y, en estos lugares, sus quehaceres sí se están poniendo en entredicho. Mucha gente cree que la dependencia económica de una institución pública de la que forman parte partidos de todos los colores les obliga a guardar cierto respeto –tómese la palabra respeto en la acepción que se desee- con los oponentes políticos. Vázquez no debe estar, y no está aunque a veces lo parece, en la plantilla de la Junta de Andalucía para actuar como un forofo socialista. Fernández tampoco debe estar en el Ayuntamiento de Almería para actuar como un espadachín en permanente batalla con los socialistas haciendo las veces de portavoz de la oposición a la oposición. Y menos cuando esta batalla no la circunscribe a decisiones orgánicas –nada, pues, que objetar a su cansina obsesión con el Materno-Infantil- sino que la personaliza en concejales que forman parte de la corporación que afronta su nómina. En concreto, con la concejala Inés Plaza se está pasando de rosca. Cometen un error Jose y quienes se lo permiten si creen que en el juego dialéctico gobierno/oposición, legítimo y necesario, él debe desempeñar el papel de único defensor de las posturas del equipo gubernamental.

Conocedores

José Fernández
Periodista

La juez que está investigando el llamado “Caso Poniente” explica en un auto de seis folios que el alcalde de El Ejido y recién elegido candidato del Partido de Almería a la reelección, Juan Enciso, “era conocedor y estaba al tanto de los hechos investigados” en esta actuación. Menos mal. Admito que uno acoge con cierto alivio la noticia, ya que si bien la vulneración de las leyes no es un hecho plausible, ni tan siquiera tolerable, la repentina pérdida de las facultades mentales ofrece un diagnóstico mucho más penoso y nos traslada a un escenario bastante más triste.

Y es que ya me dirán si hubiera sido posible para el alcalde, o para cualquier persona no privada de sus facultades cognitivas, desconocer el volumen de la trapisonda financiera que se estaba cometiendo en el entorno de su epicéntrico despacho.

Supongo que esta noticia habrá sido astutamente filtrada por los miembros de su partido para aclarar al pueblo ejidense que el ahora proclamado candidato no ha perdido ápice de sus facultades. Es decir, que los que le vayan a votar que sepan que no votan a un menguado, sino a un tipo con criterio propio. Esa es la diferencia entre el señor Enciso y el señor Griñán, que el pobre hombre estaba soplando la cornamusa mientras a su alrededor los consejeros de Trabajo fichaban para empresas bodegueras a pie de cuna, significados sindicalistas se jubilaban en plena juventud y familiares y afiliados tenían la inmensa fortuna de acabar dentro de un ERE de lo más jugoso. Y es que ahora la gente no te pregunta si eres ahorrador o no, sino que te preguntan si eres conocedor o desconocedor.

Camuflaje

José Fernández
Periodista

Comparto con el alcalde de Carboneras, Cristóbal Fernández, no sólo apellido, sino también la impresión de que el hotel de El Algarrobico nunca será derribado, salvo que una contingencia telúrica se manifieste más allá de la norma sismorresistente. Esta idea se apoya en dos hechos indiscutibles. El primero es que desde la Junta de Andalucía se insiste en que lo van a tirar inmediatamente. Y bueno, la experiencia nos permite situar con precisión lo que valen las afirmaciones categóricas cuando vienen de parte de un alto cargo autonómico. Y el segundo hecho es el propio sentido común: la Junta no afrontará el trance económico y político de indemnizar y pagar la demolición de un hotel que ella misma ha hecho absolutamente legal. Por lo tanto, no cabe sino esperar a recibir la invitación para la celebración de su inauguración. De hecho, empiezan a leerse algunas propuestas e iniciativas tendentes al apaño que reflejan las ganas de más de uno por cerrar el tema de cualquier modo y empezar a buscar metros de alfombra roja para la noche de su estreno.

Una de estas ocurrencias, de sospechoso tono lisérgico, habla de "mimetizar y camuflar" el hotel para que no desentone en el entorno. No se rían, que va en serio. Pintamos las veinte plantas de color barranco y asunto resuelto. A este paso alguien acabará proponiendo que se instale una compresa gigantesca en la fachada del hotel para que no se note, no se mueva y no traspase el medioambiente. Se contrata luego a un artista pluscuamperfecto para que diga que es una alegoría sobre el deterioro del océano, creamos luego una plataforma vecinal por el empleo sostenible, y listo papeles.

El puente

José Fernández
Periodista

De entre todo el capítulo de recortes, desasistencias y abandonos que nuestro pródigo y derrochador gobierno está teniendo que adoptar ahora a toda prisa, nadie ha dicho una palabra sobre el mantenimiento y disfrute de los numerosos puentes vacacionales que nos montamos a lo largo del año.

Ya sé que esto que digo resulta impopular e incluso ridículo, si por ejemplo me está leyendo en la confortable casita rural en la que pasa estos días, mientras unos troncos crepitan en la chimenea y la estancia huele a merienda y tarjeta de crédito. Ahora bien, por muy confortable que esté en este momento, ya me dirá usted si es sostenible que un país con nuestra situación económica sea precisamente en el que más paréntesis laborales artificiales se generen. Y no me hable ahora de la inmaculada Constitución y de la importancia de festejarla como es debido. A la gente le dan igual los motivos de la holganza con tal de poder llevarla a cabo.

Permítanme que vuelva al escenario de mi último soponcio deportivo y, tal como decía la prensa forofa culé, nos demos un baño de realidad y nos bajemos de la nube. Los que piensen que el personal está pendiente de la situación sociopolítica de Almería o España, va de culo. Y es que el otro día, en un establecimiento céntrico, escuché a dos señoras de esas que podríamos catalogar como “de buena pinta y de Almería de toda la vida”, hablando de sus planes para este puente. “¿Te vas de puente?”, preguntaba una. “¿Ah, lo de Andalucía y la Purísima”? comentó la otra. Ya ven que no todo el mundo maneja con precisión cartesiana los mismos argumentos y las urgencias que nosotros, los que nos dedicamos a la cosa informativa, pensamos.

Es decir, que no sólo no perdonamos un puente, sino que ni tan siquiera sabemos o nos importan las razones por las cuales nos vamos a tomar unos días libres. Y cuando acabe el puente, ya pensaremos si podemos enlazar unos días en Navidad.

Conclusión: el mes de diciembre, con la que está cayendo, es un mes completamente improductivo. No tenemos remedio. Ya me dirá usted si es sostenible que un país con nuestra situación económica sea precisamente en el que más paréntesis laborales artificiales se generen.

Palos y zanahorias

José Fernández
Periodista

Una de las cosas que no deja de sorprenderme del minué habitual de nuestro discurso informativo cotidiano es la falta de perspectiva con la que entablamos debates sobre asuntos venideros que en la mayoría de los casos se quedan en el fervorín o efervescencia inicial de unos titulares sobre los que uno acaba viendo la alargada sombra del estipendio deontológico. Fijémonos ahora en la realidad (la de ahora mismo) del Toyo y díganme si existe, bajo la desgarradora luz del sentido común, espacio para discutir sobre los beneficios y ventajas que podría suponer un nuevo proyecto de un hotel de cinco estrellas, con colegio plurilingüe, un campo de golf (otro más) comercios de lujo y la mismísima Biblia en pasta.

Naturalmente, todo este advenimiento viene de la mano de la Junta de Andalucía, nuestra infatigable máquina de producir sueños, a la que todavía están esperando los jugadores de golf del Toyo a los que se anunció que para finales de este año comenzarían las obras de una macroescuela de pateadores que incluía un burbujeante hidromasaje y un campo (otro más) de golf. Me pregunto si nadie tiene ya el sosiego o la calma necesaria como para parar el carro o la rotativa cuando se anuncian todos estos nebulosos proyectos al mismo tiempo que una simple mirada informativa señala que la situación actual del turismo obliga a mantener cerrados en invierno la mayoría de magníficos hoteles existentes en El Toyo.

Y es que a veces uno tiene la sensación de que la actualidad publicada no refleja tanto lo que está pasando como la realidad virtual de lo que podría llegar a pasar algún día, si se dieran las conjunciones planetarias favorables. Salgan un momento del Toyo y vayan a buscar las noticias sobre lo estupendo que será (siempre en futuro) el llamado AVE que algún día (muy pronto si nos atenemos a los anunciantes) llegará a Almería. Pero estúdienlas en profundidad. Por ejemplo, si usted toma esta tarde un Talgo a Madrid tendrá siete horas de viaje para empaparse bien de todo ello. Llegará a Atocha ilusionadísimo por el futuro, pero molido por el presente.

Presuntos y culpables

José Fernández
Periodista

No creo que nadie en su sano juicio pudiera llegar a pensar que la dignidad y relevancia de la tribuna ministerial consiguiera elevar el nivel de raciocinio o la capacidad expresiva de la estimable Leire Pajín, reciente ministra de Sanidad por gracia del señor Zapatero. Volvió a hablar la Miliciana Loewe del Gobierno y sus palabras han provocado, una vez más, oleadas de estupefacción próximas al tsunami. Y es que nuestra inefable ministra-cremallera no ha tenido mejor modo de debutar en su nuevo papel ministerial que anunciando su intención de proponer al Consejo de Ministros una reforma del Código Civil para que los hombres incursos en una causa de maltrato puedan perder la custodia de sus hijos. Para adornar la ocurrencia, la neoministra exhibió su altísima preparación y su no menos alabada prosapia demostrando que no sabe decir la palabra “cónyuge”, a la que añadió la diéresis de su proverbial desconocimiento. De este modo, la brillante miembra de la cosa zapateril propició el efecto 2x1 al cargarse a la vez y  en una simple frase a la presunción de inocencia y a la sintaxis.

Tiene gracia que todas estas ultradefensoras de la igualdad como concepto geométrico sean capaces de hacer dejación de su vocación igualitaria situando al género masculino en la desigualdad de la sospecha por decreto. Con esto no defiendo que los bestias que maltratan sean dignos de educar a sus hijos, pero nuestro sistema reconoce que incluso para esos indeseables rige el principio de presunción de inocencia. Nadie es un maltratador hasta que no lo establezca un juez. Pero eso a Leire le importa poco. Si ella es ministra, aquí todo es posible.

Nos lo robaron

Jose Fernández
Periodista

El Gobierno, o lo que viene siendo el grupo de intrépidos que se reúne los viernes en la Moncloa con José Luis Rodríguez Zapatero, ha acabado destinando, además de lo inicialmente presupuestado, una inyección de 41.295.000 euros adicionales a Cataluña en el debate de las enmiendas presupuestarias. Conviene no perder de vista estos detalles para ver a cuánto nos sale el kilo de apoyo en las votaciones presupuestarias para que nuestro lucero del Alba pueda pasar unos meses más en Palacio. Ahora bien, lo que escandaliza de verdad no es la propina millonaria, sino descubrir el uso de ese saco extra de euros. Y es que con esta pasta que tan estupendamente vendría a muchas otras zonas del resto de España para hacer cosas muy necesarias, el gobierno catalán va a poder hacer ahora un Festival de Marionetas, un Centro de Interpretación del Cava y –atención, redoble- ¡un Museo del Carro! Después de los papeles de Salamanca, otro expolio más.

Es decir, que al robo histórico del carro de Manolo Escobar, los almerienses tenemos que añadir ahora la mangoleta política de su Museo. ¿En qué más piensa escarnecer a los almerienses, señor Rodríguez?  No hay mejor ubicación que Almería para un Museo del Carro, pues pocas zonas de España han podido sentir como más propio el robo o la sustracción infraestructural, ni tampoco nadie en el mundo podría  patronear semejante institución con más tronío que nuestro querido Manolo, al que le robaron el vehículo estando de romería. Bueno, pues con Zapatero, ni eso. El Museo se va a Cataluña, igual que tuvo que hacer en su día el propio Manolo Escobar con sus tres hermanos. La historia se repite.

Los árboles

Jose Fernández
Periodista

Tal vez no sean los cinco árboles más frondosos que hay en Almería. Seguramente tampoco sean enhiestos surtidores de sombra y sueño, como el ciprés del monasterio de Silos que retrató Gerardo Diego, pero probablemente sean los cinco árboles que deban enraizarse más profundamente entre todos nosotros. Les hablo de los cinco árboles que plantó ayer el Ayuntamiento de la capital como testimonio de homenaje y recuerdo a las cinco mujeres que a lo largo del pasado año perdieron la vida en Almería a manos de sus parejas. No hay mejor símbolo de la vida que un árbol, como tampoco hay peor demostración de la sinrazón humana que el asesinato de una mujer que ya no te quiere, o a la que le quitas la vida para demostrar lo cabreado que estás con el mundo en general y con tu propia vida en particular.

Sé que a lo mejor es mucho pedir, pero me gustaría que diéramos la oportunidad de crecer y hacerse fuertes a los cinco nuevos árboles que desde ayer están plantados en el parque Gloria Fuertes, para que algún día, bajo su sombra, podamos pensar en que ya no son necesarios más actos de homenaje, más lecturas de manifiestos o más artículos como éste, porque hemos conseguido erradicar la vergonzante lacra de que el asesinato a sangre fría siga siendo un medio habitual de poner fin a una disputa o a un problema de convivencia entre una pareja. Pero mientras llega ese día, permítanme que aproveche para invitar a las mujeres que viven en una situación de incertidumbre, dolor o infelicidad, a que se atrevan a tener el coraje de apostar por vivir su vida. Que los árboles del miedo no les impidan ver el bosque de posibilidades que las rodea.

La Guardiolada

Jose Fernández
Periodista
 
Aunque la máxima jesuítica recomienda que en tiempos de turbación no conviene hacer mudanza, la doctrina futbolística prescribe la destitución fulminante del entrenador como remedio taumatúrgico en caso de que la bolita no entre en la portería contraria. Y mucho más si a la bolita acaba entrando ocho veces en donde no debe. El caso es que hablar de fútbol en Almería es hoy un ejercicio más psicodramático que deportivo, lo cual que escribo asomado al diván de las reflexiones para recetar a los aficionados próximos al desparrame un poco de calma y unas inyecciones de serenidad. Vamos a ver: queda todavía mucha temporada como para empezar la barraquera por las oportunidades perdidas, el infecto pozo de la Segunda (que hace poco era considerado por los futboleros almerienses como un horizonte magnífico) y otras calamidades diversas que no deben ser contempladas como inevitables. Pensemos que la distancia en puntos de la zona razonable de la tabla es no sólo muy pequeña, sino que también es perfectamente alcanzable. Los parámetros en los que se mueven los equipos como el nuestro hacen que un par de victorias aporten el impulso suficiente como para situarse en la zona tranquila, del mismo modo que veremos a muchos equipos diferentes ocupando el furgón de cola del descenso. La clave, a mi juicio, está en la recuperación anímica de unos jugadores que han de asumir con entereza el chaparrón de críticas que les está cayendo encima, sabedores de que el par de triunfos que decía antes harán volver los afectos a su cauce natural. Tan erróneo sería obsesionarse con la guardiolada de la otra noche como pensar que el Almería está muerto.

El tiro

Jose Fernández
Periodista

El partido que enfrenta esta noche al Almería y al Barcelona viene envuelto, además de por el aroma a transpiración y hazaña bélica que siempre tienen los encuentros desiguales, por el olor a pólvora que flota sobre el banquillo de Juanma Lillo. El entrenador, que últimamente se desenvuelve mejor en las salas de prensa que en los terrenos de juego, ha entrado por su propio pie en la UCI del desempleo admitiendo ante la prensa que el ya va “con un tiro dado”. Entiendo tanto de balística como de consejos de administración, así que no puedo dilucidar la gravedad del disparo recibido, aunque por el humor con el que se lo toma, Lillo recuerda a Rosita Alvírez, la protagonista de ese inolvidable corrido mejicano: “el día que la mataron, Rosita estaba de suerte. De tres tiros que le dieron, nomás de uno era de muerte.” Supongo que nadie mejor que el propio Lillo sabe quiénes son los que le apuntan, pero no hace falta llamar a Hércules Poirot para deducir que el presidente lleva encima una pistola caliente y humeante.

Digo yo que a lo mejor nos podríamos haber ahorrado todo este trámite alcanzando un acuerdo caballeroso antes del inicio de la temporada, evitando así las incertidumbres, las dudas y los contagios. En todo caso, uno ya sólo aspira a que estos trámites, tan frecuentes y fastidiosos en los equipos sufridores, se solventen con naturalidad y elegancia. Espero que, en caso de que la cosa evolucionara por el camino de lo predecible, la afición sepa despedir con elegancia al sacrificado y que el soponcio se resuelva sin una excesiva demostración de entusiasmo por la cosa barcelonista. Tengamos, al menos, dignidad.

Que cejen los de la ceja

Jose Fernández
Periodista

Haciendo gala de un extraordinario valor y de un desprendido sentido de la ética, alguno de los actores, artistas y folcloristas asimilados que en los mejores momentos del zapaterismo se significaron por su cejijuntez progresista, han empezado a abandonar la nave de los sueños y a criticar agriamente al sedicente Gobierno por su pusilánime papel en la crisis del Sáhara. Este hecho, que en sí mismo retrata con trazo grueso el final de algo que se avecina como inevitable, ha provocado la pataleta de la apacentadora del colectivo, la ministra de subvenciones cinematogáficas, doña Angeles González-Sinde, que ha tenido el despilfarro gestual de solicitar a los artistas que no opinen del tema, “porque no son expertos”. Así, la titular de Cultura  ha pedido a los chicos y chicas de la ceja que cejen en sus protestas y que no jueguen el papel de opinar “y de contribuir a la confusión”. No me digan que la autora de la inolvidable cinta “Mentiras y gordas” no se ha hecho rápidamente con el papel de severa institutriz a la hora de reconvenir a sus pupilos. ¿Acaso no recuerda la ministra que no hace demasiado tiempo las opiniones de este conjunto de “no expertos” constituían buena parte del discurso geoestratégico del PSOE? No sé qué estará pasando para que unos entendidos en las relaciones entre el petróleo y la sangre en Irak, y que no mucho antes también habían acreditado su prestigio como ecologistas chapapoteros, deban privar a la sociedad española, precisamente ahora, de su contrastado criterio. Ya imagino a doña Angeles guarnecida en su ministerio: “pum, pum ¿quién es?” “Somos Ana y Victor Manuel.” “¿Cómo? ¡cierra la muralla!”

Transparencia

Jose Fernández
Periodista

La picaresca y el desahogo son como la energía: no se destruyen, sino que se transforman. Cambian las formas, pero permanece inalterable la intención de madrugarle la cartera al primer incauto que se deje. Y como vivimos en una sociedad que deriva hacia la idiotización colectiva, no faltan intrépidos que intentan valerse del miedo al “qué dirán” para hacer negocio.

No sé si habrán leído las noticias relativas al “supenso” que el Ayuntamiento de Almería ha obtenido en “transparencia”, según dictamina un observatorio, club o cofradía de especialistas en transparencia. Y es que hay empresas, organismos e instituciones que cuando se les acerca un señor simpatiquísimo y educadísimo y les propone formar parte de un estudio para “impulsar y propiciar el aumento de la información que se ofrece a los ciudadanos y a la sociedad en su conjunto” u otros etcéteras muy bien argumentados, hay muchos que pican para evitar que vaya alguien a decir luego que, al no ser transparentes son poco menos que opacos o espesos. Pero claro, en esas movidas no se “participa” gratis: hay que soltarle la tela a ese señor tan simpático.

El Ayuntamiento de Almería dijo que no al invento y, naturalmente, ha recibido un suspenso en transparencia. Vaya por Dios, qué sofoco. Qué pena no haber hecho como el Ayuntamiento de El Ejido, que en plena “Operación Poniente” y poco antes de que el  alcalde Enciso recibiera la visita de la Policía, entró en el juego y obtuvo nada menos que un 89% de índice transparente. Ya ven que la fiabilidad de algunos estudios es, más que transparente, invisible.

Las flores del mal

Jose Fernández
Periodista

Si no fuera por el escenario electoral que se avizora sobre la próxima primavera, este asunto podría proporcionarnos animadas sobremesas tertuliadas en torno a las gallinas y los huevos de los empeños melancólicos: ¿qué fue antes, el abandono municipal o el contumaz vandalismo? Lo digo a raíz de las noticias sobre el estado desolador de un pequeño parque en el barrio de Pescadería, que en apenas nueve meses ha pasado de ser un lugar de encuentro vecinal coqueto y razonable a poco menos que un vertedero. Prácticamente a la semana de su inauguración comenzaron a arrancarse las plantas, fueron robados los sistemas de riego, desaparecieron los paneles eléctricos, apedrearon las farolas y se destrozaron los bancos y papeleras. Finalmente, lo que quedaba de los juegos infantiles fue desmantelado y retirado hace unos días por el Ayuntamiento, que no puede mantener el trepidante ritmo al que obliga la teoría del empate infinito: “tú rompes; yo repongo”. El caso es que lo que hace meses era un lugar agradable, ahora es poco menos que un solar lamentable.

Ahora bien, si pudiéramos apartarnos aunque fuera por un rato de la senda interpretativa en clave electoral que impregna estos días la actualidad informativa, tal vez podríamos establecer las bases de un debate sobre las causas y soluciones de la epidemia de vandalismo que afecta a todas las ciudades. Podemos tirar por la vía fácil de la cómoda equidistancia para asegurar que todos son culpables o poner el peso de la culpa en un lado de la balanza, responsabilizando al Ayuntamiento o a los vecinos según convenga. No obstante, creo que la cuestión tiene un calado mucho más hondo. ¿Será posible que la gente muestre el mismo respeto por una flor que por la reproducción de un trofeo deportivo? Mientras tanto, como decía Baudelaire en “Las flores del mal”, seguiremos viendo flotar la destrucción a nuestro alrededor como un aire impalpable.

En propia meta

Jose Fernández
Periodista

Lo confieso: me desagrada como al que más que el partido entre el Barça y el Madrid vaya a jugarse en lunes 29. Al margen del descalabro que eso supone para muchos planes particulares y para las previsiones de negocio del sector hostelero, lo que más me alarma es comprobar, una vez más, la indefensión ciudadana ante las conveniencias de algunos partidos políticos. Ya saben que la decisión de llevarse el derby a una jornada tan impropia se debe al interés de los partidos catalanes en que nada ni nadie distraiga al personal de las elecciones que se celebrarán el domingo 28. Y si para ello hay que anteponer la jornada electoral al interés legítimo de millones de españoles, votantes o no en dicha jornada, pues se antepone y punto. ¿Se acuerdan de cuando se intentó –digo bien lo de intentar- legislar acerca de determinados acontecimientos deportivos de interés mayoritario? El proyecto se fue a hacer gárgaras cuando las televisiones privadas (que son las que sustentan buena parte del tinglado futbolístico) encontraron en la codificación y en el abono una excelente manera de obtener ingresos.

De todos modos, déjenme que matice un poco mi descontento: lo del partido en lunes es una faena, sí, pero ¿acaso no vive el ciudadano sujeto a una serie de catastróficas calamidades administrativas ante las que guarda un silencio de lo más pastueño? No deja de tener gracia ver el malestar, la reprobación y la erupción social que puede provocar el cambio de fecha de un partido en un país que se desmarca velozmente hacia los cinco millones de parados. A ver si al final con tanta queja nos estamos metiendo un gol en propia meta.

Barras y libros

Jose Fernández
Periodista

La Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Almería, ARA, tiene en tratamiento a 1.100 personas con problemas de alcoholismo en la provincia. El perfil aproximado de estas personas es un hombre de entre 30 y 35 años de edad, con familia propia e hijos a su cargo, integrado en la sociedad y con trabajo, aunque en los últimos años también se dan más casos de mujeres con problemas de alcoholismo, concretamente en torno a un 20%. Copio estos datos de una información aparecida en prensa y que, significativamente, sale el mismo día en que se hace público el dato estadístico de que en la capital existen 1057 bares y seis bibliotecas.

¡Faltan bares!, dirán los más proclives al pirriaque, pero lo cierto es que vivimos en una ciudad en la que resulta más fácil aturdirse a lapos que embriagarse de versos. Ahora lo fácil sería decir que si hubiera más bibliotecas los jóvenes no estarían tirados por esos bares de Dios cuando llega el fin de semana y que de tener más bibliotecas a su disposición, sus hijos volverían a su casa de madrugada impregnados en literatura y no en el peripatético estado en que regresan. Eso sería lo fácil, ya digo. Pero lo milagroso sería que usted lo creyera. Sí, ya sé que todo esto resulta un tanto descorazonador pero no olvidemos que este dato de los bares y las bibliotecas, que es común en proporción al de la práctica totalidad de ciudades españolas, no es más que el reflejo de la triste condición humana. La misma, por cierto, que inventó la ametralladora antes que la máquina de escribir. Y es que no se puede esperar nada bueno de quien tiene más prisa por matar más rápidamente que por escribir mejor.

Memoria hixtórica

Jose Fernández
Periodista

Hixtórica, sí, con equis. No es una errata ni un duendecillo informático. Es tan sólo una modesta intención de enredar algo la mañana proponiendo una reflexión que no necesariamente ha de ser compartida. ¿Abren las recientes declaraciones del ex presidente González el debate sobre la responsabilidad política por el Caso GAL y los crímenes de Estado? Cualquiera que haya leído la famosa entrevista a Felipe González tendrá elementos más que sólidos para establecer o hacer reverdecer la duda razonable del verdadero papel del antiguo inquilino de la Moncloa en el organigrama delictivo urdido como respuesta contundente al creciente desarrollo de las actividades criminales de ETA en unos años muy duros. Y es que quien reconoce haber tenido la oportunidad de ordenar la voladura fulminante de la cúpula de la banda asesina en una reunión celebrada en Francia, digo yo que ese alguien tendría cierta capacidad de mando y organización en la trama. Y si ese alguien era además el presidente del Gobierno en cuyo nombre se cometían esas acciones, no hace falta ser un genio de las matemáticas para acabar despejando la incógnita de esta ecuación.

En todo caso, y aquí es donde viene el enredo, ¿hacemos un bucle temporal para sacar este asunto de la famosa Memoria Histórica? ¿Las víctimas inocentes de los GAL merecen menos reivindicación que los maquis abatidos por la Guardia Civil hace setenta años? La memoria, como la Historia, no puede ser selectiva ni acotarse en función de intereses particulares. Si se recuerda, debe recordarse todo. La caja de Pandora no tiene rincones secretos y el que la abre corre peligro de despeinarse.

Lo que yo le diga

Jose Fernández
Periodista

Seguramente el detalle les resultará indiferente (lo extraordinario sería que no fuera así) pero ya he recibido un par de convocatorias para las típicas comidas navideñas que han de celebrarse dentro de unos cuarenta días. Lo que me llama la atención (y aquí es donde espero enlazar con su interés) es que en unos tiempos en donde el “mañana” o incluso el “dentro de un rato” esconde todo un insondable piélago de imprecisiones e incertidumbres aplicables a la mayoría de aspectos de la vida, el único espacio en donde todavía reclamamos el rigor cartesiano de lo concreto es en el muy accesorio capítulo de lo frívolo. Estamos acostumbrados a responder con laxitud en temas trascendentes anunciando que tal o cual gestión estará finalizada en breve o, llevándolo ya al estilo almeriense, “en una chispitica”, sin que nos pese o nos cause descrédito el incumplimiento de nuestra promesa.

Sin embargo, veo que existen ya menús perfectamente diseñados y cerrados a cuarenta días vista y temo que podría ser severamente reconvenido si, en el último momento, anunciase mi intención de cambiar una merluza a la vasca por un solomillo con salsa de oporto. En estas cenas de empresa la indefinición y el incumplimiento son síntomas de inmadurez o falta de seriedad, porque lo cierto es que el personal sólo se organiza eficazmente para lo que interesa o gusta, sin mostrar el mismo nivel de exactitud para otras cosas probablemente más relevantes. Tal vez usted crea que exagero. Pues bien, si piensa celebrar algo y no reserva restaurante ahora, cuando llegue la Navidad se va a comer usted lo que yo le diga. Y no va a ser ni merluza ni solomillo.

La hipocresía como arte

Jose Fernández
Periodista

Llámenme loco o degenerado, pero permítanme que aproveche la oleada de hipocresía políticamente correcta que nos asola para decir que soy de los que jamás se ha preocupado por la vida personal de los escritores, pintores, músicos o cineastas que alguna vez le han hecho disfrutar con su arte. De los artistas me interesa su obra y no su personal y privado universo de filias, fobias, aficiones, gustos o preferencias. Sí, ya sé que ahora me dirán que algunas actitudes son lamentables o incluso delictivas y que no podemos permitir que bla, bla, bla y etcétera. Pues vale. Llámenme lo que a ustedes mejor les parezca, pero he de insistir en que lo único que me interesa de los artistas es  lo que guardo en mi biblioteca. Y punto. Jamás me importó que Bukowski o Baudelaire escribieran borrachos perdidos, que a Polanski le gustasen las jovencitas, que a Truman Capote y Caravaggio los jovencitos, que Jim Morrison fuera politoxicómano, que Woody Allen, premio Príncipe de Asturias, se enamorase de su hijastra, que Stanley Kubrick fuera cruel y despótico, que Chet Baker necesitase morfina para soplar su trompeta o que los Rolling Stones cantaran en El Ejido “Brown Sugar”, una apología –en inglés- del maltrato racista y machista. Me limito a ser lector u oyente, a no compartir lo que me asquee y a no opositar para capellán civil de una orden laica.

Lo digo ahora que asistimos a una meticulosa labor de censura a un escritor que ha relatado en una especie de autobiografía para epatar a incautos que tuvo trajines íntimos con menores. No deja de divertir ver a enrollados defensores del progresismo convertidos ahora en adustos defensores de la moral pública y disparando munición mediática de todos los calibres contra este tipo. Y creo que no me equivoco al mencionar el matiz político de la cuestión, porque si Sánchez Dragó no fuera el niño terrible del esperanzaguerrismo oficial, nada de esto habría pasado. Pero está visto que algunos quieren hacer de la prescripción facultativa su carnet de perdurabilidad mediática, política o incluso artística. Y es que uno no sabe qué es peor, si el sectarismo o la ignorancia.

Todo un clásico

Jose Fernández
Periodista

Confieso que no tenía intención de sumarme al predecible, fatigoso e improductivo cruce de opiniones que se produce cada vez que un gobierno (el que sea) presenta su presupuesto para el ejercicio venidero y la oposición (la que sea) lo denuesta con el mismo entusiasmo que lo exalta el gobierno. Sin embargo, un apunte periodístico (no sé si intencionado o no) me ha empujado a la balacera presupuestaria. Decía el otro día este periódico en la información relativa a la presentación del avance presupuestario de la Junta de Andalucía para Almería en el año próximo, que se incluía una partida para la rehabilitación del Cable Inglés, indicando que esta consignación se había convertido ya “en un clásico” de los presupuestos. Jamás una simple palabra pudo suponer, como en este caso, una enmienda a la totalidad de un proyecto.

Desde hace ya demasiados años, quizás una veintena, la Junta de Andalucía ha venido incluyendo anualmente en cada presupuesto una serie de partidas para la adecuación de este Bien de Interés Cultural que, sistemáticamente, ha incumplido sin asomo de rubor o propósito de enmienda. Por lo tanto, la partida de este año (no pienso levantarme ahora a mirar la cuantía) ya no es una previsión, sino una costumbre, un hábito o una tradición. En este sentido, otra cosa que no cambia es la pregunta que muchos nos hacemos cada vez que asistimos a la ceremonia litúrgica del desglose presupuestario: ¿de qué sirve presupuestar una obra que sabes que no vas a hacer? Me atreveré a responder con otro clásico: si alguien te engaña una vez no es tu culpa. Pero si alguien te engaña dos veces, es mejor que te lo hagas mirar.