Pedro
Manuel de La Cruz
Director de La Voz de Almería
En
la mañana de aquel día cercano a los idus de marzo de 2006 en el que la
conspiración se percibía en la soledad desconcertante de la planta séptima de
Génova 13, le pregunté a un Rajoy más cercano a la confidencia que nunca qué
hubiera pasado si, en la mañana del 11 M, la soberbia de Aznar no lo hubiera
abocado miserablemente a rentabilizar en beneficio propio a las victimas de
aquella masacre y hubiese convocado a todos los líderes políticos para, juntos
y de acuerdo, haber mostrado un frente común contra la barbarie. ¿“Me
preguntas que, si hubiera sido esa actitud la actitud de Aznar, yo estaría
ahora sentado en La Moncloa
y no en este despacho? Hay preguntas que nunca se deben hacer porque nunca se
pueden contestar con sinceridad”. Fin de la cita.
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La Voz de hoy |
Diez años después de aquella conversación he vuelto a ella porque en estos días
en los que la España constitucional se enfrenta al mayor desafío desde el
23 F,
Rajoy no ha caído en la tentación del pecado de soberbia, tan cercano al
peor Aznar, y ha convocado a todos los líderes nacionales para intentar diseñar
una estrategia común frente a la quimera secesionista de Más y quienes le
acompañan en esa aventura similar al viaje equinoccial de Lope de Aguirre en
busca de El Dorado.
"Después de cuatro años de inactividad, el Gobierno y su presidente se han dado cuenta de que el problema catalán no era la ensoñación romántica de una noche de verano"
Después de cuatro años de inactividad, el Gobierno y su presidente -y otros
gobiernos antes y otros presidentes- se han dado cuenta, por fin, de que el
problema catalán no era la ensoñación romántica de una noche de verano que se
diluiría cuando, con los primeros rayos de sol, aparecieran los abogados del
Estado.
La sentimentalidad del independentismo no es una brisa a la que se puede vencer
solo con la fuerza de la legalidad; es un huracán construido desde las
instituciones con paciente inteligencia durante años en las escuelas, en los
medios de comunicación, en las organizaciones y los colectivos sociales y al
que el Estado no ha sabido enfrentarse porque no ha querido hacerlo y al que,
ahora, hay que hacer frente desde la
Ley, sí, pero también desde la Política.
Esta es la realidad y llegar hasta aquí nos ha costado tantos
años, estando tan cerca de ella, que tanta tardanza solo puede entenderse desde
la incapacidad de quienes nos gobiernan y nos han gobernado.
"Rajoy y los halcones del PP vieron en la exhibición por todas las plazas del patriotismo de hojalata “abajo firmante” contra el Estatut la mejor coartada para ganar un puñado de votos en el resto de España"
Zapatero alentó desde su insoportable levedad un reformismo estatutario que
nadie, sólo su delirio de snob happy pandi, demandaba. Rajoy y los halcones del
PP vieron en la exhibición por todas las plazas del patriotismo de hojalata
“abajo firmante” contra el Estatut la mejor coartada para ganar un puñado de
votos en el resto de España. De los truenos del desinterés por la estrategia
nacionalista, de la irresponsabilidad intelectualmente estúpida del zapaterismo
y del electoralismo cortoplacista del PP viene la tormenta que ahora nos
sobrecoge y de la que nadie sabe cómo salir. Ni los independentistas que la han
provocado, ni los unionistas que intentan sofocarla.
Mas ha enloquecido y, en su delirio, esta semana ya ha sentido entre los
miembros de su Govern la frialdad del espanto con que algunos de los consejeros
han contemplado su deriva de sometimiento a los antisistema de la CUP para continuar siendo
president. La nulidad estrepitosa de su gestión y la amenaza judicial por
corrupción que le acompaña y acompaña a sus mentores políticos intenta
esconderla, como hacen todos los cobardes, bajo la bandera, sin importarle el
perjuicio que está causando y va a causar provocando una fractura social en
Cataluña de consecuencias impredecibles.
"Rajoy ha dado pruebas de estar dispuesto a enfrentarse al problema desde la estrategia de Estado y no desde el tactismo de partido obsesionado en ganar las próximas elecciones"
En la trinchera de enfrente Rajoy ha dado pruebas, por primera vez, de estar
dispuesto a enfrentarse al problema desde la estrategia de Estado y no desde el
tactismo de partido obsesionado en ganar las próximas elecciones y no de
garantizar el futuro de las próximas generaciones. Después de décadas de
retraso interesado- del Rey abajo, todos- los grupos políticos constitucionalistas
han dado el primer paso conjunto; ya veremos cuánto dura y, sobre todo, que
condiciones aceptan unos y otros para evitar el choque de trenes.
Desde Andalucía el desenlace hay que esperarlo en una posición sosegada de
alerta. Si el choque de trenes se evita, los diputados andaluces que salgan
elegidos el 20 D no debían de transigir con el acuerdo de un trato preferencial
para Cataluña en aspectos que atañan a la igualdad fiscal o a beneficios
especiales.
"En Andalucía hicimos un 28 F contra la discriminación estatutaria en unas condiciones que nunca han vuelto a exigirse para cualquier otra consulta estatutaria o electoral"
Aquí hicimos un 28 F
contra la discriminación estatutaria. Por cierto, en unas condiciones -mayoría
de votos sobre el censo, no sobre voto escrutado, y en todas y cada una de las
ocho provincias (con decenas de miles de muertos incluidos, caso de Almería)-
que nunca más han vuelto a exigirse para cualquier otra consulta estatutaria o
electoral. Cataluña puede exhibir una legitimidad histórica, más o menos
discutible. Los andaluces tenemos la legitimidad de los votos. Nada más. Pero también nada menos.