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Andalucía, esencia de España

Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia

Andalucía, esencia de España. Con estas palabras de Blas Infante, padre de la patria andaluza, podemos definir perfectamente a Andalucía en el día de su cumpleaños. Porque, queridos lectores, ese es exactamente el sentimiento de cualquier andaluz. Es verdad que nos identificamos con unas costumbres, un folklore, una cultura, un arte y hasta un lenguaje muy propio, pero también es cierto, o al menos yo no conozco a nadie, que se quiera separar de España o reniegue de su identidad española.

Dicho esto, uno entiende que los planteamientos del andalucismo van más por el camino de buscar el progreso económico y social para conseguir superarnos como pueblo y alcanzar cierto grado de bienestar. Recordemos que, tras la aprobación de la Constitución, se empezaron a plantear las autonomías como mandato de la propia Carta Magna que contemplaba la diversidad de los distintos pueblos de España dentro de la unidad del Estado. La ilusión llenó aquellos años finales de la década de los 70 y comienzos de los 80 y los andaluces salimos a la calle con el objetivo de que se nos hicieran caso por primera vez en la historia para convertirnos en ciudadanos de primera y salir del ostracismo al que tradicionalmente hemos estado sometidos.

Y, todos juntos, lo conseguimos para treinta años después presentar una situación bien distinta a aquella de 1979: el analfabetismo se ha reducido drásticamente, las aldeas y pueblos existen gracias a la inversión en comunicaciones e infraestructuras, el acceso a la educación y a la sanidad es mucho más universal… En fin, vamos progresando aunque de forma irregular y con demasiado peso en las subvenciones y subsidios que no han servido para crear industrias (la asignatura eternamente pendiente de nuestra tierra) ni tampoco para dejar de ser una de las regiones más atrasadas de Europa.

Por ello, y con el propósito de que la autonomía tenga sentido, hemos de dar otro gran salto adelante para modernizarnos y europeizarnos de forma más acelerada. Sólo así, generando tejido industrial y tecnológico, podremos llegar algún día a alcanzar a otras regiones europeas mucho más evolucionadas. Conseguir este objetivo es el gran reto del futuro gobierno que salga de las urnas el 25 M: a partir de ese momento, los inquilinos del Palacio de San Telmo, no deben confundir al Partido Político que representan con la Administración para apropiarse de ella en su propio interés y, por otra parte, se deben dedicar a limpiar esa imagen de corrupción e inmoralidad que nos persigue. Regenerar la vida política y cortar por lo sano eliminando esa lacra basada en el tráfico de influencias… para hacer una sociedad nueva, dominada por la ética y que premio el trabajo y el esfuerzo de sus ciudadanos.

Bueno, y Almería, ¿qué? Pues que los vencedores de las urnas nos tienen que tener en cuenta de una vez por todas. Históricamente los almerienses venimos siendo ignorados por los distintos gobiernos centrales y autonómicos. Los resultados electores en la provincia de Almería (en las dos o tres últimas legislaturas) son suficientemente relevantes como para comprender que nos sentimos marginados por la Junta con respecto a otras provincias que todos conocemos. No quiero enumerar aquí promesas incumplidas, proyectos inacabables… sino que prefiero pensar que este 28 de Febrero de 2012 será el día del despertar de una provincia a la que todas las administraciones han olvidado pero especialmente la andaluza porque a esta Comunidad pertenece Almería. ¿No creen ustedes que  ha llegado la hora de saldar la deuda?
                    

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